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Región  |  08 octubre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Homenaje a Hernán Hoyos

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Por Juan Guillermo Caicedo Quintero

El siguiente texto fue el epílogo de la reedición de 008 contra Sancocho. Se publica con autorización de su autor.

Como nieto de un personaje de Hoyos he convivido en una atmosfera donde los descendientes de los protagonistas de sus novelas quedamos vagando por el mundo real, pero con una conexión casi mística con el autor. Nosotros, los desheredados de la ficción, los que no nacimos en la obra, pero somos sus sucesores, nos vemos conectados con los universos de nuestros ancestros.

Cada década pasa algo entre Hoyos y yo. El primer momento de descubrimiento de mis antepasados literarios fue con la obra Coca, historia de la mafia criolla, tal vez la primera narconovela de Colombia, que leí a los 14 años y que estaba oculta en el lado oscuro de la biblioteca de mi papá. Esta se hallaba junto a otros libros del autor, de aquellos leí algunos capítulos a hurtadillas, cuyas letras terminaron de evanecer mi inocencia. El hallazgo de esta literatura en las bibliotecas familiares fue el puente para que caleños nacidos después de los años ochenta conocieran al autor, un fuego fatuo que no se extinguió ante la exclusión de círculos intelectuales y literarios debido a estas herencias bibliográficas.

A mis 24 años en una clase de maestría en la UTP se mencionó, en la clase del profesor Carlos Castrillón, el libro El club del beso negro, texto que en algún momento pensé era una leyenda por la falta de información sobre este y que tras una búsqueda en las bibliotecas de Cali solo existía uno en la biblioteca departamental, con tan mala suerte que había sido robado el único ejemplar.

Ahora, y tras algunas bromas con la escritora Gabriela Alemán, soy partícipe de la edición de 008 Contra Sancocho. Todo empezó el último día del Encuentro de escritores Luís Vidales, en Calarcá, del año 2014. En un café se pactó gestionar los recursos para homenajear al escritor. A las personas ahí presentes nos pareció importante hacerle una deferencia a esa escritura marginal y a un personaje tan sui generis para las letras colombianas y latinoamericanas.

Luego, hablamos con él por primera vez de forma personal y tras un intercambio de apreciaciones, nos dio un método para llegar a ser longevos y con buena memoria basado en el vino, el queso y la panela. Y para un mejor desempeño sexual fortalecer las piernas y no consumir azúcar refinada. En un segundo encuentro se formalizó su primer contrato legal con una editorial, este se firmó en su casa, la que quiere que cuando muera sea un museo a su nombre, y se selló con una champaña que la editora llevaba y a la que solo pudimos degustar con la mirada mientras don Hernán la guardaba.

008 Contra Sancocho es un libro que se diferencia de las otras obras de Hoyos, porque el humor que hay en esa parodia de James Bond permite que envejezcan bien los relatos. Algunos de estos, con fuerte contenido sexual, derrochan gracia y entretenimiento. Es por esto que la Cali de los años 60 y 70 se vio imbuida por el furor de un libro que mezcla sexo y humor, poca pornografía hace este tándem.

Entre Hernán Hoyos y yo hay algo personal. Conocí más a mi abuelo por la novela Coca, la historia de la mafia criolla que por lo que me contaba la familia. De igual forma, resolví de manera jocosa situaciones aburridas de tipo intelectual. Descubrí que se puede estar por fuera del sistema, en la periferia, y aun así cautivar miradas y atenciones.

Esta obra no la deben leer puristas del lenguaje, academicistas y menos políticos, por la sencilla razón que no es contra Sancocho que Abondano pelea, sino contra todo aquello que nos aburre la vida y la hace más difícil. Y si los políticos desean leerla les recomiendo Invitado especial y El guardaespaldas, dos cuentos iconoclastas que muestran el lado oscuro de algunos burgomaestres, claro está que esas cosas solo pasan en Colombia, no en el resto de países latinoamericanos.

Un escritor que siempre mencioné para irrumpir en las charlas muy intelectuales y así bajar un poco el esnobismo. De igual manera, era divertido analizar los títulos peculiares de su vasta obra, pensar cómo es el autor de esos títulos extraños y llegar a la conclusión que como Hernán Hoyos no ha existido un escritor en Colombia y de pocos parangones en Suramérica.

Sus historias acerca de Cali, desde la perspectiva sexual, invitan a realizar un estudio antropológico ¿qué sucedía en algunas capas sociales de la ciudad en esa época? ¿las historias de lenocinio siempre deben ser historias ocultas? ¿cuál es la importancia de los pornógrafos en las sociedades? El libro de Walter Kendrick, El museo secreto (1995) nos muestra cómo las diferentes culturas han tenido este tipo de artistas, desde los griegos Timocles, Menandro, Polemón hasta la era pospornográfica actual. Por lo tanto, es de suma importancia recuperar los artistas y eventos obscenos, puesto que estos aligeran las cargas morales.

En fin, se reedita a sus 85 años a un escritor al que llaman pornógrafo y que a su provecta edad encontró el reconocimiento en la editorial ecuatoriana, El Faquir. situación que nos recalca la famosa frase de que nadie es profeta en su tierra. Así la felicidad que despierta esta edición, en los que conocemos su obra, su forma de ser y de pensar, es grande.

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