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Cultura  |  19 junio de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Hermoso pañolón

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Un texto de Álvaro Salcedo, publicado en el libro Nostalgia a partir de imágenes, de la Tertulia Café y Letras Renata.

Hay que regresar cincuenta o sesenta años para llegar a los momentos en que se tomó esta fotografía. Fue eternizada con una cámara alemana de alta definición que casi lograba captar el color de la imagen, algo muy avanzado para la época. Su dueño tenía el negocio de fotos entre las calles quince y dieciséis con carrera tercera, es decir, en el centro de la ciudad de Ibagué.

La imagen muestra una mujer hermosa, de tez blanca que contrasta con sus ojos negros y labios que a pesar de verse en blanco y negro, resulta fácil aceptar que son rojos y naturales; de aquellos años en que la industria de la cosmetología empezaba a ser explotada por Hollywood.

Ella tenía unos veinticinco años, se llamaba Edelmira Vargas Ospina, oriunda de la ciudad musical de Colombia e hija de padres nacidos en Alpujarra, aquella que baña el tormentoso río Cabrera, límite entre el Tolima y el Huila. En sus aguas se bañaba Mayra Vargas, la mamá de Edelmira, quien disfrutaba los remansos y jugaba en las mismas piedras donde aparecía “El Mohán”.

Cuenta el mito, que este se sentaba sobre las grandes piedras con un gran chicote y su larga cabellera negra sobre la espalda a esperar jóvenes damas para enamorarlas y llevárselas, lo que obligaba a las lavanderas a recoger sus ropas y marcharse a la ranchería antes de que cayera la tarde.

Edelmira lleva sobre sus hombros un pañolón de vistosos colores que el autor conoció y que baña su espalda y cae por el frente hasta la cintura, donde parece ocultar su pecho, pero más bien lo resalta. No se puede negar que el juego resultante de la prenda con la falda, hace parecer a la dama, un ave salida del gran bosque que rodea la ciudad.

Estos pañolones eran comercializados por libaneses y turcos que manejaban el negocio de las telas y la ropa llegadas desde el exterior a través del gran río de Colombia, el Magdalena. Para terminar, les cuento que Edelmira, es una pariente muy querida de la familia del autor del presente escrito, quien además plasmó esta imagen en su libro titulado, ”El niño, la negra y el general”, historias de Ibagué, escritas en una crónica novelada de los años cuarenta al sesenta.

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