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Colombia  |  25 julio de 2022  |  12:23 AM |  Escrito por: Administrador web

Un 40 % de los hogares colombianos tiene mascota

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Cada día las mascotas se convierten en los compañeros más importantes para las personas. Algunos estudios señalan que incluso, en algunos países la cantidad de perros y gatos supera a la de los niños.

Hoteles, restaurantes que permiten el acceso a mascotas, centros comerciales con guardería canina y coches para pasear perros, son tan solo la punta del iceberg de una nueva forma de vida en la que la tenencia de animales se hace más común.

En Estados Unidos ahora hay más perros y gatos que niños, y en España, 2021 cerró con una cifra también sorprendente: las mascotas duplicaron el número de niños (13 millones contra 6.2 millones de nacimientos). Y Colombia no resulta ajena en esta situación.

La doctora Myriam Acero, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia, dice que un 40 % de los hogares colombianos goza de la presencia de un animal en casa. En consecuencia, la industria de las mascotas también ha presentado crecimiento, poniendo a disposición de los tenedores infinidad de productos, desde juguetes y snacks, hasta ropa y accesorios.

Las mascotas proporcionan compañía, afecto y protección. Pueden llegar a ser compañeros de juego y dar pie a vínculos únicos que para muchos terminan siendo esenciales en sus vidas.

Por lo anterior, es común escuchar que los animales son mejores que las personas. Pero tal premisa se convierte en un arma de doble filo cuando las mascotas entran a suplantar el rol de un ser humano. Ante esto, cuenta la experta, los perros y gatos no pueden verse como otro miembro más de la familia pues estos merecen un trato diferencial que reconozca las características y necesidades de cada especie.

En ese sentido, si bien es importante amar a un perro o un gato, existe una gran diferencia con el hecho de humanizarlo. Cuando esto sucede, no solo se pierden las nociones de disciplina, sino que se interviene en la esencia natural del animal, irrespetando la autonomía y las necesidades propias de su raza. Ejemplos de estos son comunes. Vestir a una mascota con ropa, hacer que el perro haga sus necesidades en el baño, llevarlo en coche y tratarlo como un bebé o incluso, pintar sus uñas o perfumarlo son acciones que atentan contra su naturaleza.

En consecuencia, esto puede desencadenar trastornos de conducta que no solo harán que el animal presente confusión, sino que implica problemas al dueño, porque todo lo que la mascota haga o deje de hacer, será una cuestión que asumirá el responsable.

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