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El Quindío  |  13 octubre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Laserna, el prestigioso apellido que creó la eléctrica Quindío

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Mario Laserna Pinzón, hijo de don Francisco Emilio Laserna, quien fuera alumno de Albert Einstein.

Manuel José Restrepo H

El progreso del siglo XX llegó muy pronto al antiguo departamento de Caldas (recién creado) y a su capital, Manizales, con el cultivo y exportación de café, la llegada del ferrocarril y la inauguración del cable aéreo que la comunicó con Neira y Aranzazu pero, sobre todo, con Mariquita para la salida del grano al exterior y la entrada de mercancías y toda clase de avalorios, y para el transporte de viajeros a y desde sus montañas. Así mismo, esos primeros impulsadores de la economía regional fueron el núcleo esencial que creó el gremio de caficultores, de inocultable poder durante varias décadas en la economía nacional.

A sólo cinco años de cumplirse el primer centenario tanto de la creación de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia como de la llegada del tren al municipio de Armenia, Caldas (1927), es bueno traer a colación algunos hechos poco conocidos para el grueso del público, ocurridos como consecuencias de esos acontecimientos, que convirtieron al villorrio de ese entonces en una pujante población que atrajo a numerosos colonos, inversionistas y comerciantes y no pocos industriales, algunos extranjeros y muchos otros más nacionales, varios de ellos, exportadores de café que, para ese entonces, con la fundación de Federacafé en ese mismo año, instalaron sus trilladoras del grano en Armenia (entre ellos, el empresario alemán Johan Schartau, víctima del embargo decretado por el gobierno colombiano contra los alemanes durante la II guerra mundial), llegando la ciudad a contar con la segunda mayor cantidad de esos establecimientos en el país, después de Medellín, dada la conexión multimodal entre las estaciones ferroviarias de Ibagué y Armenia y de éstas, vía férrea, a los puertos marítimos y fluviales y a las principales ciudades capitales; y se produjo tal índice de desarrollo empresarial que hizo al poeta Guillermo Valencia, tal vez en las giras de su campaña presidencial de 1929-1930, llamarla la Ciudad Milagro.

La llegada de Laserna a Armenia

Entre esos inversionistas llegó uno del otro lado de la cordillera central, más concretamente de Ibagué, capital del vecino departamento del Tolima: don Francisco Emilio Laserna, quien instaló por esos años su empresa generadora de energía, llamada "Eléctrica Quindío", contando con varias microcentrales hidroeléctricas, movidas por el agua del río Quindío, entre los municipios de Armenia y Calarcá, para suministrar el fluido eléctrico a ambas poblaciones.

Don Emilio construyó su casa y la sede administrativa de la Eléctrica Quindío en el costado oriental del marco de la Plaza de Bolívar de Armenia, una edificación de dos plantas, la primera para las oficinas, almacén y cajas de la empresa, y la segunda planta para su casa de habitación durante cierto tiempo, mientras también vivía en Armenia su coterráneo, el señor expresidente Darío Echandía.

Entre los hijos de don Emilio estaba Mario Laserna Pinzón, que fue enviado a realizar sus estudios a los EUA, incluyendo posgrados, donde fue alumno del premio nobel de Física Albert Einstein. El doctor Mario Laserna Pinzón fue, además, uno de los fundadores de la prestigiosa Universidad de los Andes, bajo el auspicio, entre otras, de la Fundación Rockefeller.

El abandono del Ferrocarril

Cincuenta años después, poco más o menos, de la fundación de Federacafé y de la llegada de la primera locomotora a Armenia, un par de gobiernos improvidentes ordenaron levantar la mayor parte de los rieles de la extensa red ferroviaria nacional, sumándose a algunos desastres naturales como la tragedia de Chirapotó, constituyendo un caso único en el concierto de las naciones, al abandonar los FFNN de Colombia, que empezaron a morir lentamente, ante la mirada impávida de sus destructores y del pueblo ignorante y, como si fuera poco el daño irremediable ocasionado, dejando sus corredores viales expuestos a los invasores (que los convirtieron en tugurios) en todas las ciudades y poblaciones por donde alguna vez se oyeron las sirenas, los chillidos de frenos y ronquidos de las locomotoras y vagones acompañando el chá chá chá del tren.

Ni la India, ni Bolivia, ni Egipto ni los demás países africanos, sólo como unos pocos ejemplos, han cometido semejante adefesio. Sin mencionar a los países desarrollados que, por supuesto, nunca lo hicieron.

Es la clase dirigente, codiciosa, egoísta y obtusa, que ha tenido este país, durante tanto tiempo.

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