Josué Carrillo

La fecha del 12 de octubre, que desde hace muchos años se celebra con gran pompa como el día del descubrimiento de América o el día de la Hispanidad, merece un par de anotaciones: en la escuela aprendimos que el 12 de octubre de 1942, dos horas después de la media noche, el marinero Rodrigo de Triana, que viajaba en la carabela Pinta gritó: ¡tierra, tierra! Sin embargo, ni los profesores de historia en el colegio y mucho menos los maestros de la escuela nos dijeron que en eso de las fechas anteriores al año 1582 hay un detalle que las cambia todas y que vale la pena conocerse. Para la época del descubrimiento regía el calendario juliano, que era el de la Roma republicana desde el año 45 a. C. y que fue introducido por Julio César, de ahí su nombre.

El año astronómico de 365 días, 48 minutos y 45,16 segundos, que es el tiempo que demora la tierra en darle una vuelta al sol, difería mucho del año considerado en el calendario romano anterior al año 45 a. C., que tenía 304 días distribuidos en diez meses. Esta diferencia tan grande motivó la modificación progresiva hasta hacerlo de 355 días, con la cual se corrigió en gran parte y se adaptó a las estaciones y a las fiestas romanas que se celebraban al comienzo de cada estación, pero subsistía una pequeña diferencia. Con la adopción del calendario juliano, en el cual el año constaba de 365 días, se refinó la medida y aunque no se eliminaba por completo esa diferencia, sí la hacía menos perceptible. Ese pequeño sobrante, con el paso de los siglos volvió a hacerse notorio y en 1528 el calendario estaba desfasado en 10 días; por esta razón, la Iglesia consideró la necesidad de hacer un nuevo ajuste para corregir el desfase y hacer coincidir el almanaque civil, el que se usa en casi todo el mundo, con el calendario litúrgico. Después de muchos malabares -porque lo que hace la nueva reforma al calendario son verdaderos malabares-, el papa Gregorio XIII instituyó en 1582 uno nuevo, que corrige ese desfase y rige desde entonces; por ser este el papa que lo estableció, se le denomina calendario gregoriano.

La primera corrección que implicó la adopción del nuevo calendario fue la eliminación de 11 días del año en que hizo el cambio, de manera que el 4 de octubre de 1582 pasó a ser el 15 de octubre, y no es que esos días se hubieran desaparecido, sino que ya se habían acumulado a lo largo de los 16 siglos desde el emperador Julio Cesar. Con este ajuste, el 12 de octubre en el calendario juliano corresponde al 23 de octubre en el gregoriano, sin embargo, gran parte de Occidente sigue festejando el 12 tal como si no hubiera habido cambio alguno. Este hecho no pasa de ser anecdótico y no reviste ninguna importancia histórica; como este hay otros similares, originados en el mencionado cambio del calendario.

El desfase del calendario juliano ha dado lugar a hechos curiosos similares al de la celebración del descubrimiento de América el 12 de octubre; por ejemplo, la fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Ambos murieron el 23 de abril de 1616, pero en España regía desde 1582 el calendario gregoriano; en cambio en Inglaterra y sus colonias, como no le debían obediencia al papa, aún era vigente el calendario juliano, y vinieron a adoptar el gregoriano apenas en el año de 1752. Entonces, aunque los dos escritores fallecieron en la misma fecha de dos calendarios distintos; si se ajustan ambas fechas al gregoriano, Cervantes murió el 23 de abril y Shakespeare el 3 de mayo.

Algo similar ocurre con la Revolución bolchevique, esta tuvo lugar el 25 de octubre de 1917, por eso se le conoce como la Revolución de Octubre; pero como en la Rusia zarista aún regía el calendario juliano, ese día corresponde al 7 de noviembre en el gregoriano; por tal motivo, aunque en Occidente se hable de la Revolución de Octubre, se sabe que en realidad tuvo lugar en noviembre.

El mundo protestante celebra el 31 de octubre el día de la Reforma, por ser este el día en que Martín Lutero publicó sus 95 tesis en la ciudad de Wittenberg; pero no se puede olvidar que para esa fecha regía el calendario juliano, día que, en el gregoriano, que es el de hoy, corresponde al 11 de noviembre.

Como en el caso del descubrimiento de América, las fechas anteriores solo tienen interés como anécdota y debe saberse, pero tratar de cambiarlas, además de dispendioso, carece de sentido práctico y resultaría costoso.

Después de haber escrito estas líneas, reconozco que los detalles necesarios para ajustar el desfase que tenía el calendario juliano son tales que resulta comprensible y justificable, que ni los profesores en el colegio ni los maestros en la escuela pudieran explicarlos a niños que a duras penas contábamos en los dedos.