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Cultura  |  20 octubre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Sergio Muñoz Bata

Crónica: En Palosanto sobra palo pa cucharas, última entrega

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Una crónica de Luis Carlos Vélez Barrios. Calarcá, diciembre 26 de 2021.

Por esos tiempos, en la universidad del Cauca no había un perfil para docente de guitarra solista. Una tarde, en el taller de guitarras del maestro Marco Realpe anunciaron por televisión que la Universidad del Cauca había nombrado como
profesor al maestro Alfonso Castillo Castañeda, y desde entonces Fernández Tello se hizo su estudiante en dicha universidad. Allí, el maestro presentó, como solista de guitarra, en su concierto de grado:

Suite No. 1 para laúd, de Juan Sebastián Bach; Sonata Opus 22 de Fernando Sor, y el concierto para guitarra y orquesta de Héctor Villalobos, acompañado al piano por la maestra Thomson, profesora de la Universidad del Valle. El concierto estuvo dirigido por el maestro Héctor González.

En la universidad del Cauca, como integrante del Grupo de guitarras Pubenza, entablé amistad con estudiantes quindianos, amigos de la música. Por invitación de ellos inicié mi ir y venir al Quindío para presentarme en la Casa de la Cultura de Calarcá Lucelly García de Montoya, y en el Conservatorio de Música dirigido por Silvio Saldarriaga.
En esos días planeaba viajar a integrarse al departamento de Amazonas, pero cuando tramitaba el viaje, por la agitación política, el amigo que debía integrarlo renunció al cargo.

Pubenza se desintegró: el maestro Castillo se jubiló y se trasladó al Quindío. De sus viajes al Quindío, a Marco Antonio Fernández le quedó por la amistad con Mario Ramírez Monar, la probable opción como docente en la universidad del Quindío. Pasaron tres años sin noticias. A finales de 1993, fue convocado para fundar el área de música en el Instituto de Bellas Artes de la Universidad del Quindío.

El maestro Fernández vivió en el conjunto residencial Proviteq, donde gracias a su amistad con Mario Rubén Botero, conoció la escuela de música Difundir que patrocinaba. Mario Rubén le propuso dar clases de música en ese espacio, y le entregó las llaves del apartamento donde funcionaba la escuela. En 1994, comprometido con Mario Ramírez para iniciar el área de música del Instituto de Bellas Artes de la Universidad del Quindío, desistió de continuar en Difundir.

A fin 1994 inicié como catedrático del programa de guitarra; postulé a Deiner Sergio Hurtado como profesor de Lecto-escritura y teoría musical, para el programa que tendría una duración de 3 años de aprendizaje básico musical. Iniciadas las clases, Gloria Inés Fajardo se vinculó como estudiante, y más tarde se encargó del programa
de canto infantil, en la Casa de la Cultura de Calarcá.

Recuerdo que al programa de Bellas Artes llegó como estudiante Carlos Cañón, director de la Tuna la Calle, y estableció contactos con la Casa de la Cultura de Calarcá, para la creación de la Escuela Artística, dirigida por Alba Jaramillo y con el apoyo de la doctora Ruby García, porque yo renunciaría al Instituto de Bellas Artes. Para tal fin se
presentó un concierto motivacional, cuya magistral presentación estuvo a cargo del escritor Uriel Salazar.

Para finales de 1995, la Escuela Artística de Calarcá contaba en su nómina de profesores a Marco Antonio Fernández, profesor de guitarra; Gloria Inés Fajardo, profesora de canto infantil; Luis Fernando “El chino” León Rengifo, profesor de tiple y bandola; y Bernardo Sánchez, profesor de canto y técnica vocal juvenil. A la Casa de la Cultura llegaron momentos financieros difíciles que no permitieron la continuidad de la Escuela Artística. Planteada la situación, el grupo de docentes
decidió continuar los procesos, y para ello debió crearse una ONG que gestionara recursos con entidades estatales, privados, y mixtas.

Así nació la Corporación musical Palosanto, orientada al trabajo artístico y social con la inscripción de estudiantes de estratos bajos. A finales de 1995, gracias al trabajo social del maestro Fernández, las gestiones de Gloria Inés Fajardo, el apoyo del doctor Hernán Jaramillo, y a salario mínimo, Palosanto abrió sus puertas en la casa donde funcionó antes el Hotel Alcázar, propiedad del hospital La Misericordia. Casa en cuya recuperación invirtieron una considerable suma de dinero.

La Corporación Palosanto gestionó patrocinios, y otras donaciones de personas amigas del arte, que apoyaron el
“Plan padrino”, consistente en motivar nuevos talentos, e involucrar a los colegios en la nueva propuesta institucional.
La mariposa de alas desplegadas no se mueve del sofá…y hay silencio de negra… Cuenta el maestro Fernández: El acondicionamiento de la casona Alcázar tardó tres meses, y destaco el trabajo social desarrollado por Néstor Ocampo, reconocido ambientalista y director de la Fundación Cosmos, quien por semanas organizó y dirigió brigadas de trabajo comunitario con estudiantes de colegios, y el apoyo de los padres de estudiantes de Palosanto.

A la pregunta: ¿volará la mariposa de Palosanto a la ventana?, responde el maestro: Tenga paciencia. Espere y la verá… ya vamos a terminar… A finales de 1999, Palosanto realizó su Primer Concierto Post-terremoto en el Quindío,
en el Polideportivo El Cacique, con la participación, entre otros artistas, de los cantautores Martha Helena Hoyos y Jairo Ojeda. En 2008, el alcalde de Calarcá Carlos Enrique López Murillo invitó al maestro Fernández para que desempeñara el cargo de subsecretaria de Cultura y Turismo, motivo por el cual, Paula Andrea Ocampo Garatejo, la ambientalista, asumió la dirección de Palosanto, y logró con su gestión múltiples reconocimientos municipales, departamentales, nacionales e internacionales. Además, se abrieron nuevos programas. Se contrató a Cheo para el programa de batería; a Claudia Andrade para el infantil. Después del terremoto, en convenio con JICA (Agencia de cooperación internacional japonesa), y gracias a las gestiones de la familia Fajardo Pulido, incluyó para clases de piano, a la pianista japonesa Kayoko Kawayashi.

Aprobados los trámites legales, la Corporación musical Palosanto inició acercamientos a instituciones educativas oficiales de Calarcá. En la casona Alcázar, Palosanto permaneció por espacio de once años, hasta cuando el Hospital La Misericordia, dueño del inmueble, lo puso en venta para construir el Centro Comercial Palosanto. En 1996, con motivo del homenaje rendido por su labor filantrópica, el doctor Hernán Jaramillo manifestó: “Imaginé que ustedes, directivos de Palosanto, harían algo, pero no tanto en tan poco tiempo”.

En días posteriores al terremoto, Palosanto recibió la inscripción de muchos jóvenes, que después integraron grupos musicales y literarios, que articulados con Artistas a la Calle, organización que contaba con la participación de Elías Mejía, Umberto Senegal, entre otros, establecieron un movimiento mixto juvenil, del cual hacen parte Paula
Andrea Ocampo y la sicóloga María Eugenia Duque. Es todo, dice el maestro… ¡Mírela donde está, la mariposa!
Al verla inmóvil, surgen últimas preguntas, y para ellas respuestas contundentes: de gratitud y de inquietantes silencios…de blanca, negra, corchea y fusa.

¿Cómo recuerda al tío Leovigildo?
Siempre lo llevaré entre las cuerdas de mi guitarra.

¿Qué piensa de la mariposa musical de Palosanto?
El maestro Fernández no responde, mira al interior de su guitarra de caja desgastada
por el uso. ¿Qué ocultan sus silencios?

¿Quizás anuncia la metamorfosis artística que anhelaba su tío Leovigildo Tello, y
cristalizó en el maestro Fernández? O: ¿tal vez sea aquel tío Leovigildo anunciando que de aquí también tendrá que irse, “volar” como maríposa, no sabiendo a dónde ni cuándo?

El maestro Fernández Tello abraza con fuerza su guitarra, mira sus manos, y entendemos que no habrá respuesta, que es el momento del silencio infinito no escrito en pentagramas… del punto final.

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