• LUNES,  20 MAYO DE 2024

Columnistas  |  10 diciembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: James Padilla Motoa

Ángel, 23 años en el D. Quindío

0 Comentarios


Imagen noticia

James Padilla Motoa

James Padilla Mottoa

Hace ya 23 años que llegó al Deportes Quindío el empresario caucano Hernando Ángel Montaño, en un momento muy difícil para el representativo quindiano por falta de recursos financieros y por el fatídico descenso del año 2000. Quien estaba al frente del equipo, abogado César Guzmán, notificó a la sociedad quindiana que si no había otro socio para que lo acompañara en la terrible empresa de la B, él optaría por abandonar el cometido en el que acababa de tener una inversión fallida de más de 2.000 millones de pesos.

Entonces empezó nuestra tarea de procurarle ese alivio al novel dirigente que nos había tendido su mano en el comienzo de aquella temporada. Buscamos al recientemente elegido alcalde Mario Londoño Arcila y él se comprometió a conseguirle el socio que reclamaba el señor Guzmán. Para tal efecto fue donde su amigo Gustavo Moreno Jaramillo, a quien le dejó la delicada misión. Fue así como el veterano dirigente local, acompañado de César Pinzón, quien fungía como presidente de la institución, fueron a buscar al señor Hernando Ángel, quien aceptó venir a sumarse a la tarea de sacar al elenco cafetero del horrible cadalso del descenso.

El objetivo se cumplió y en 8 meses el equipo obtuvo el premio a su magnífica campaña y logró ascender de la mano del entrenador Eduardo Lara.

En ese momento los aficionados y nosotros mismos le extendimos un aval, una carta de crédito al dirigente para recomponer la estructura de un equipo de fútbol profesional, mínimamente respaldado por su público, razón primordial de sus desdichas y especialmente de ese momento que amenazaba su continuidad en el rentado, pues la Dimayor negó la posibilidad de una ausencia temporal.

El aval o el crédito que se entregó al empresario fue amplio y argumentado, pero caducó hace mucho tiempo. Caducó porque la afición supo que rendimiento económico y resultados deportivos no son llevados de la mano, porque el equipo cada día está más distante de las gentes y porque las frustraciones han venido sucediéndose de manera inclemente.

Don Hernando, con el argumento manido de que " los jugadores que yo tengo son los mejores en sus puestos", ha seguido en la tónica fracasada de armar elencos que resultan demasiado mediocres para alcanzar los objetivos propuestos.

Tenemos suficientemente claro que el fútbol profesional es una empresa, un negocio en el que es lícito perseguir buenos dividendos, pero no compartimos el concepto de montar empresas a bajo costo, a despecho de un público que está anhelando ver a su equipo en la categoría superior, con jugadores de reconocida capacidad que arropen a los jóvenes y al mismo tiempo aseguren, por lo menos, la permanencia en la categoría.

Hoy en día el sistema hace que los directivos del fútbol miren con gran indiferencia a los aficionados, sobre todo cuando hablamos de la categoría B, porque participación de entradas por patrocinios y derechos de televisión les entrega unas cifras jugosas que por las bajas inversiones dejan réditos muy importantes sin necesidad de mirar hacia las tribunas.

Pero, ojo, otra cosa es el ejercicio comercial en una gestión de calidad que permita una proyección mayor de la empresa y otra muy distinta quedarse en la mediocridad para ahorrar unos pesos.

Aquí en el Quindío la gente se cansó; se cansó de quedarse sin perspectivas de éxito en la competencia deportiva, se cansó de esa pobreza que exhibe el que muchos aún consideran su representativo, se cansó de verlo perder y perder sin una promesa de remediar la situación. Las más recientes experiencias han sido la tapa de un estado de cosas insostenible, una situación que debe obligar al empresario a un cambio de estrategias, ya que no sería sano continuar retando a un público que se halla fatigado e impotente.

Yo mismo, al experimentar el cambio de crítico profesional al de hincha con modestos conocimientos, he tenido una visión más aproximada a la realidad de un equipo que, cuando más, promete y promete sin llegar a una meta segura.

Ahora tenemos otro ejemplo doloroso y es la gran gesta del Deportivo Pereira: ayer no más sumido en la incertidumbre de la categoría inferior, con todos los riesgos de la desaparición y hoy en la euforia total de haber logrado su primer título de liga en toda la historia.

Habrá que buscar una salida que sea viable para que Armenia, algún día, vuelva a tener la indescriptible alegría de un nuevo título en la máxima categoría del fútbol nacional.

 

[email protected]

PUBLICIDAD

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net