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Salud  |  15 diciembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Ya no son “tantos” los espermatozoides que liberan los hombres en una eyaculación

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La concentración de espermatozoides que liberan los hombres durante la eyaculación ha caído un 51% durante los últimos 50 años.

Es uno de los principales hallazgos de una investigación hecha por la Universidad Hebrea de Jerusalén, en Israel, y en la escuela de medicina del Monte Sinaí, en EE.UU.

Los investigadores calcularon que en la década de los 70, los hombres tenían un promedio de 101 millones de células reproductivas por mililitro de semen. Ese promedio cayó a 49 millones.

Además de la cantidad, la evidencia también revela una caída en la calidad: el porcentaje de células aptas para entrar al óvulo ha ido sufriendo caídas considerables en las últimas décadas.

"Lo que más impacto tiene es la pérdida de movilidad de los espermatozoides. Sin ese atributo, disminuye la capacidad de fecundación", asegura el estudio.

"Es algo preocupante, porque vemos un empeoramiento y no sabemos bien dónde pueda parar", asegura el médico Eduardo Miranda, coordinador del departamento de Andrología de la Sociedad Brasilera de Urología.

De hecho, la rapidez con la que los hombres pierden espermatozoides aumentó en los últimos años. Según el mismo estudio hecho en Israel y EE.UU., entre los años 1970 y 1990, la concentración de gametos caía un 1,16% anualmente.

A partir de la década de los 2000, esa tasa subió a 2,64%: más que el doble.

Los especialistas señalan al menos cinco causas, detrás de este fenómeno. La buena noticia es que existen maneras de revertir las amenazas.

1. Obesidad

Los kilos extra promueven una serie de desventajas para los espermatozoides.

El crecimiento del tejido adiposo, que lleva a la gordura, libera sustancias que afectan la producción de testosterona, una de las hormonas más importantes en la producción de gametos masculinos.

El exceso de peso genera lo que se llama estrés oxidativo, un proceso en el que varias células del organismo terminan perjudicadas.

Los testículos, sitio donde se fabrican y almacenan las células reproductivas, deben permanecer entre 1 y 2 grados por debajo de la temperatura del organismo para funcionar bien. Es por eso que la bolsa escrotal se encuentra por fuera del cuerpo.

La cuestión es que ese aumento de la gordura sobreesfuerza los órganos reproductores, que dejan de funcionar como se espera.

La Organización Mundial de la Salud calcula que un 39% de los hombres tienen sobrepeso en el mundo.

2. Abuso de sustancias

Alcohol, cigarrillos, uso de cigarrillos electrónicos, marihuana, cocaína, esteroides anabólicos, etc. afectan la salud de los gametos masculinos. Afectan la producción de hormonas encargadas de estimular el trabajo de los testículos.

El ejemplo más citado entre los expertos es el reemplazo de testosterona a través de pastillas, geles e inyecciones, utilizadas indiscriminadamente para ganar músculo.

Se explica que cuando esta hormona se agrega de manera indiscriminada, el cuerpo entiende que ya no hay necesidad de producirla de forma natural.

Como resultado, los testículos pueden incluso atrofiarse y el conteo de espermatozoides en el semen termina en cero, en una condición conocida en medicina como azoospermia.

3. Infecciones de transmisión sexual

Enfermedades como la clamidia y la gonorrea, causadas por bacterias, pueden causar inflamación en el epidídimo.

Esta estructura se conecta a la parte superior de los testículos y es responsable de almacenar el esperma.

Una alteración allí, por tanto, supone un riesgo para la supervivencia de los gametos.

La OMS estima que, solo en 2020, hubo 129 millones de nuevos casos de clamidia y 82 millones de gonorrea entre hombres y mujeres. Esta tasa se ha mantenido estable o al alza en las últimas décadas.

Un tercer patógeno a la lista: el virus del papiloma humano.

4. Computadora en tu regazo

¿Recuerdas esa dato de que el testículo necesita estar entre 1 y 2°C por debajo de la temperatura del resto del cuerpo?

Pues bien, estudios publicados en la última década han revelado que el hábito de llevar una computadora portátil en el regazo representa un riesgo adicional para la fábrica de espermatozoides.

Eso se debe a que la batería del dispositivo se calienta y puede terminar "cocinando" el esperma.

Otros hábitos relacionados con las temperaturas altas también presentan riesgos para la reproducción.

Es el caso, por ejemplo, de largos baños en bañera con agua caliente o largas jornadas en saunas.

Aún en el campo de la tecnología, se cita el posible efecto de las ondas electromagnéticas, las señales telefónicas e incluso internet inalámbrico.

En estudios realizados en laboratorio, elementos como el wi-fi y las ondas electromagnéticas afectan a los espermatozoides.

5. Interruptores endocrinos

Para redondear la lista, los expertos llaman la atención sobre una serie de compuestos tóxicos conocidos genéricamente como interruptores endocrinos.

La lista incluye contaminantes detectados en la atmósfera, al igual que plásticos y pesticidas.

En definitiva, estas moléculas tienen una estructura muy similar a las hormonas de nuestro organismo.

Con eso, de la misma manera que una llave entra en la cerradura, estas sustancias logran encajar en los receptores celulares y desencadenar procesos no deseados.

Una de estas novedades detectadas en estudios tiene que ver con la fertilidad masculina.

Además de factores ambientales y de comportamiento detrás de la caída de esperma, hay dos problemas que también contribuyen al fenómeno.

El primero de ellos es la genética. Se estima que entre el 10 y el 30% de los casos de dificultad para tener un hijo tienen que ver con un problema en el ADN masculino.

El segundo está relacionado con el envejecimiento y el hecho de que los hombres buscan la paternidad cada vez más tarde.

Si este ritmo de descenso continúa, en 2050 la concentración de células reproductivas en el semen sería prácticamente nula.

Para aquellos que quieren tener un hijo, el primer paso para aumentar las posibilidades de éxito consiste en hacer algunos cambios en el estilo de vida y, por lo tanto, revertir los procesos nocivos para los testículos.

Esto implica mantener o perder peso mediante una dieta equilibrada y actividad física regular. Evitar alcohol, cigarrillo y otras drogas también es una recomendación básica.

Si el sexo es recreativo, con parejas ocasionales y sin el objetivo de tener un hijo, siempre vale la pena usar preservativo para evitar infecciones.

Las personas que se vacunan contra el VPH en la adolescencia temprana también están más protegidas contra este virus y las repercusiones que provoca en el organismo.

Si, aún con todos estos cambios en la rutina, la dificultad para tener un hijo persiste, vale la pena buscar un especialista.

Según lineamientos internacionales, el tiempo para buscar una evaluación especializada dependerá de la edad de la mujer.

"Si tiene menos de 35 años, la pareja debe intentar tener un hijo hasta por un año, con relaciones sexuales regulares alrededor de tres veces por semana, con seguimiento de los períodos fértiles".

Ahora bien, si la pareja tiene más de 35 años, una dificultad para concebir durante más de seis meses ya debería encender la señal de alarma.

Eso se debe a que la reserva de óvulos comienza a disminuir más rápidamente, y un retraso de 12 meses para encontrar respuestas puede representar una pérdida de tiempo muy valiosa.

Si el problema está en la parte masculina, los especialistas suelen prescribir suplementos vitamínicos ricos en antioxidantes, que ayudan a proteger los testículos.

También puede ser necesario regular las hormonas mediante la suplementación.

Y, por supuesto, es posible corregir algunas de las enfermedades que están en el origen del problema mediante medicamentos y cirugía.

Es el caso, por ejemplo, de tratar infecciones bacterianas con antibióticos y defectos anatómicos en el aparato reproductor con intervenciones quirúrgicas.

Como último recurso, la pareja puede recurrir a técnicas de reproducción asistida, como la fecundación in vitro.

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