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Cultura  |  26 diciembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Alexis, el incomprendido

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Gloria Chávez Vásquez

 

Meses antes de la Segunda Guerra Mundial, Alexis Carrel dejó su exitoso trabajo como científico en el Instituto Rockefeller de Nueva York, para ayudar a rehacer el deshilachado sistema de salud de Francia, su país natal, durante la ocupación nazi. Pero él conocía muy bien la catástrofe que se avecinaba pues había vivido una muestra, en carne propia, en la Primera Guerra del siglo.

Sus críticos lo tacharon de colaboracionista. Como científico eugenista y evolucionista, se le acusó de antisemitismo y de racismo. Cuando muere en París, en 1944 su nombre es retirado de las calles de más de veinte ciudades de Francia. Censurada durante 45 años, su obra es rescatada por el Frente Nacional cuando las nuevas generaciones de franceses se dan cuenta, que sus ideas filosóficas sobrepasan los méritos científicos que le llevaron a obtener el Premio Nobel en 1912.

Pero, miremos más allá de la superficie y comprendamos la razón.

El médico

Alexis Carrel nace el 28 de junio de 1873 en Sainte-Foy-lès-Lyon, Francia. El mayor de tres hijos, (bautizado Auguste), cambia su nombre por Alexis cuando pierde a su padre a los 5 años. A los 17, se gradúa en el colegio St. Joseph y de inmediato se matricula en la Facultad de Medicina en la Universidad de Lyon. En 1889 obtiene la Licenciatura en Letras, y en 1890 la de Cirugía. Es aceptado como externo (2° de entre 57 candidatos) el 27 de octubre de 1893. Pasa a servir en el Hospital de la Cruz Roja. Realiza el servicio militar como auxiliar médico en la unidad de tropas de montaña. Se desempeña como interno por 5 años en hospitales de Lyon.

En 1894, el presidente Sadi Carnot sufre un atentado en Lyon. Carrel y su equipo médico tratan de salvarlo, pero la herida que afectó a la vena porta es mortal y los cirujanos no pueden suturarla. Alexis se alarma de tal modo que comienza a desarrollar una técnica para suturar quirúrgicamente los vasos sanguíneos.

En 1902, ya médico y asistente en el Departamento de Anatomía, Carrel publica un trabajo en la revista científica Lyon Medical que le da prestigio. En mayo de 1904 viaja a Canadá y en julio presenta un documento en Montreal sobre la anastomosis vascular para el II Congreso de Medicina de la lengua francesa de América del Norte. En la audiencia se encuentra el Dr. Carl Beck, quien lo invita a Chicago. En noviembre de ese año, acepta trabajar en el Departamento de Fisiología de la Universidad de Chicago. G.N. Stewart, fisiólogo cardiovascular de renombre, era su director. Carrel emigra a los Estados Unidos en noviembre de ese año.

En 1906 se incorpora al Instituto Médico Rockefeller de Nueva York en donde la importancia de su técnica permitirá realizar intervenciones quirúrgicas y curar cardiopatías congénitas.

El milagro de Lourdes

Aparte de ser un gran médico, investigador, biólogo, sociólogo, es además un gran escritor con grandes dotes humanísticas que busca explicación científica a los fenómenos sobrenaturales.

En 1929 viaja en tren rumbo al santuario de Lourdes, cuando conoce a Mary Bailly, una joven que padece de peritonitis tuberculosa. Carrel la atiende medicamente, pero no cree que llegue con vida a su destino. Al día siguiente la encuentra en la gruta mientras le aplican agua del manantial en el abdomen. Atónito, Carrel ve cómo la paciente comienza a mejorar, tanto que al día siguiente está totalmente curada. A su regreso a Lyon la observa clínicamente por cuatro meses. Carrel toma notas sobre el fenómeno y se cuestiona espiritualmente. Mary se convierte en Hermana de la Caridad hasta su fallecimiento en 1937.

En esa misma peregrinación a Lourdes, Alexis conoce a Anne Marie Laure Gourlez de la Motte, viuda y madre de un niño, con quien contrae matrimonio.

Las atrocidades de las guerras

Durante su servicio en la Primera Guerra Mundial, Alexis inventa una solución antiséptica para desinfectar heridas, que salva muchas vidas y que se adopta en la práctica quirúrgica durante muchos años. Antes de terminar el conflicto armado, publica un libro sobre “las infecciones de la piel”, en colaboración con George Dehelly. Sus aportes son acogidos por los servicios médicos de las fuerzas armadas británica y estadounidenses, así como las de otros países.

En 1930 junto con Charles A. Lindbergh, el primer aviador que cruzó el Atlántico, construye una bomba de corriente sanguínea (corazón artificial, o sistema de respiración estéril) que constituye la base para trasplantes futuros.

Agobiado por las atrocidades perpetradas en la I Guerra, Carrel escribe La incógnita del hombre cuestionando la dicotomía entre lo material y lo espiritual. Reconoce, además, la existencia de lo incógnito y de lo incognoscible y considera al ser humano, como la suma de las observaciones y de las experiencias de todos los tiempos y de todos los países. Comprende que la guerra desata profundas crisis; reflexiona acerca de los limitados recursos de la ciencia para solucionar los desequilibrios fisiológicos, psíquicos y espirituales del hombre en el mundo moderno. La incógnita del hombre se convierte en uno de los libros más vendidos de su época.

Su pregunta, es de índole filosófica, pero más aún, científica: ¿ha evolucionado el ser humano al desarrollo de la ciencia moderna? la ciencia ha avanzado muy poco en el campo de la telepatía, fenómenos místicos y de la oración, de la educación, de la intuición, del arte, de la voluntad, dejando por escrito sus reflexiones en libros como "La oración", "Día tras día" y "Reflexiones sobre la conducta humana”.

Absorto en los estudios científicos, fascinado por el espíritu de la crítica alemana, Carrel se había convencido gradualmente, que más allá del método positivo, no hay certeza alguna. Sus ideas religiosas habían sido destruidas por el análisis sistemático, y él se aferraba al escepticismo. El racionalismo satisfacía su mente, pero en el fondo de su corazón se escondía un secreto: la insaciable necesidad de certeza (Royo Mejía, A.).

Julius H. Comroe, profesor emérito del Instituto de Investigación Cardiovascular de la Universidad de California en San Francisco explica que: Carrel no ganó el Premio Nobel en Fisiología o Medicina, por investigaciones oscuras y esotéricas, sino en reconocimiento a su trabajo acerca de la sutura vascular, y del trasplante de vasos sanguíneos y de órganos.

En su reseña de la obra de Carrel, Luis Gabriel Mateo Mejía señala que el de Carrel, es quizás uno de los escritos más actualizados en cuanto al estudio del hombre desde su condición humana, y bien podría servir de base para el estudio de la filosofía contemporánea y posmoderna.

Su Incógnita abarca el concepto de evolución en su justa y correcta dimensión. Ese progreso ha contribuido al desarrollo de la especie humana a niveles que nunca antes se hubiera imaginado. La confrontación directa con el progreso, se debe en parte, a que el desarrollo natural de la especie humana, no sucumbe a la paradoja de su propia destrucción. Esta afirmación se basa en los hechos catastróficos de las grandes guerras, el suicidio colectivo y la destrucción masiva; así como el genocidio sistematizado del pueblo judío por parte de la Alemania Nazi. El sistematismo racional es parte de la autodestrucción, a la vez que es una de las categorías del desarrollo científico.

El objetivo de Carrel es el estudio de la verdad del ser humano. Esa búsqueda va unida a ideas inquietantes sobre el declive de Occidente y sus controvertidas observaciones sobre las razas. Una cita suya resume su filosofía y conducta personal y científica. “La calidad de la vida importa más que la vida misma". Algunos otros de sus conceptos son ampliamente polémicos y mal interpretados, tanto que contribuyeron al ostracismo al que injustamente fue sometido después de su muerte.

Sus investigaciones científicas fueron pioneras, y algunas de las técnicas que desarrolló han dado frutos en las actuales técnicas de trasplantes y curas de enfermedades. Sus críticos vieron en ello un esfuerzo por mantener la vida más allá de sus límites normales y en la preservación de lo que consideraban la civilización superior de Occidente. Nada mas lejos de la realidad.

Cualquiera que haya leído objetivamente los libros de Alexis Carrel, no puede sino hallar sabiduría y alguno que otro concepto obsoleto o cuestionable, atribuible al paso del tiempo y a los cambios sociales. Su único pecado consiste en haber vivido sumergido, como médico, en los conflictos de su época, tratando de buscar respuestas, solución o alivio a la tragedia humana.

 

Gloria Chávez Vásquez, escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

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