El padre

En el fondo, nadie es bueno; la única ocasión que he conquistado la voluntad de aquella bondad perecedera, morir de pie y a tiempo, el día que nacieron mis bastardos y a la sazón uno mudo. ¡Pobre desgraciado! Pienso que carecer de la voz para decir mujer linda y en su efecto escribir quiero mujer linda, es una de las blasfemias en que incurre el lenguaje popular al desistir de la lectura, como ejercicio pleno de esoterismo, no solo quiero mujer linda sino también pan, leche y salario, trabajo sin cálculo, qué vainas las que le pasan a uno cuando se pone a imaginar en el lenguaje perfecto de un mudo.

En fin, nadie es bueno; mi mujer, por ejemplo, cuántas veces no se ha entregado al dueño de la ferretería de la 18. Mi hijo Jacinto: guerrillero en potencia, vigilado por el mudo. Pobre Roberto, tener que vérselas con un guerrillero. Yo un día de estos me muero y no me voy a llevar un centavo. Quien más quiero es a Roberto, hace caso, es juicioso.

A él voy a dejar mi fortuna. En cuanto al gato si no sé qué hacer: canta muy mal y es caprichoso. Además, muy enamorado. Ese gato es la cagada… me hace reír cuando canta la canción favorita del mudo y cuando éste llora al escucharla, porque hay algo que no me explico: ¿Por qué llora el mudo sino ha amado a nadie? Tal vez llora porque su gato es ciego… en fin, que la vida es una farsa increíble contada por un idiota como escribió Shakespeare -voy a darme un duchazo, esta agua es fría.

Como van las cosas va a tener uno que bañarse en los ríos, ya no sube el agua con la limpieza que se quisiera-.

-El domingo hay fútbol, ojalá gane el equipo… a ese equipo no le falta sino plata. Pero no dejan que uno ayude ¡miedosos! Más ladrones que ellos no hay ¡mierdas que son! Mejor me baño y dejo de pensar en maricadas ¡ah, eso era lo que faltaba! No hay Agua, ¡Mierda!-.