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Cultura  |  18 enero de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Todas las voces muertas: una pesadilla en la que el terror y el realismo se amalgaman en un solo grito

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La Cochiquera, un inmenso basurero a cielo abierto, es también la fosa común más grande de un país. De sus entrañas surge una neblina que arrastra las voces y los cuerpos de los muertos del conflicto armado. Poco a poco, los zombis invaden una nación que se niega a reconocerlos: la sociedad que no supo qué hacer con sus vivos ahora no sabe qué hacer con sus resucitados. Al mismo tiempo, los zombis y la culpa invaden los sueños del presidente Ismael Camargo Posada, quien al lomo de su caballo favorito verá arder su legado y su  cordura.

Una novela sobre la vida que vence a la muerte; una pesadilla en la que el terror y el realismo se amalgaman en el grito de todas las voces muertas. ¿Sabe lo que va a pasar un día de estos? Las voces van a salir de las paredes y de la tierra, y los muertos van a volver para hablarnos. Una historia que una la fantasía con la realidad, el terror con las pesadillas con el terror de nuestro propio pasado

Algunos fragmentos de la obra:

"En el centro de la pantalla hay un punto negro que lo observa como un ojo. Aristides lo distingue. El ojo se abre y el televisor se enciende. Aristides mira la pantalla. No sabe si está en medio de un sueño, si atraviesa el limbo de los muertos, si deambula por una escena delirante de la película de su hermano o si ha logrado, por fin, cruzar el umbral de su memoria. Tampoco le importa. Se levanta del borde de la cama en el que ha estado sentado. A lo lejos, como espejismos en la niebla, distingue a Kamila, a Ignacio y a Mónica. El espacio que lo rodea es cada vez más difuso. La habitación se desvanece.

Es de noche. Hay gente que corre a su lado sin verlo. Desde un lugar que no logra precisar, escucha la voz de su hermano mezclada con los gritos de quienes huyen. «¿Qué pasó esa noche?», le pregunta la voz de Ignacio. Ya ni siquiera se preocupa por buscarla. Aristides está concentrado en la callecita estrecha y empinada por la que sube. «Es el San Francisco Ángel», dice, o al menos esa es la imagen distorsionada que guarda del San Francisco Ángel en su memoria resucitada".

Página 18

"Al principio, Camargo pensó que cabalgaban por La Serrana. La hacienda era enorme, interminable. El día era soleado y el pelaje azabache de Capitán Mandrake resplandecía. El caballo lo guiaba; él solo acariciaba el cuello robusto del animal y se deleitaba con el paisaje de sabanas y colinas frondosas. Hasta que sintió que el paso de su caballo se hacía más dificultoso, lento y pesado. La tierra se había vuelto fangosa; un barro espeso y viscoso cubría los cascos de Mandrake. Lo que vio eran huesos, costillares y cráneos sobresaliendo del fango, como si emergieran de lo más profundo de la tierra. ¿Era La Serrana por donde cabalgaba? Camargo lo dudó, pero la hacienda era tan inmensa, tan inexorable, como si contuviera un país entero, que cualquier cosa podía ocurrir en ella. El camino fangoso los condujo hasta la entrada de un pueblo. En realidad, eran los restos de un pueblo. Los rastrojos de un pueblo. La maleza ya lo había devorado por completo".

Página 55

Sobre el escritor Gerardo Ferro Rojas:
Colombiano nacido en 1979. Es escritor y periodista y en su trayectoria ha publicado los libros de cuentos Cadáveres Exquisitos, Antropofobia y Nunca olvidamos nada, nena, y las novelas Las Escribanas y Cuadernos para hombres invisibles.

Ha sido premio nacional y regional de cuento y novela, y sus cuentos han aparecido en varias antologías, revistas y suplementos literarios. Su libro Antropofobia fue catalogado por el blog literario El laberinto del minotauro como una de las 50 obras suramericanas que todo el mundo debería leer antes del apocalipsis. Vive en Montreal desde 2012.

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