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Armenia  |  05 marzo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

La galería de Armenia, una historia a prueba de demoliciones. Segunda parte

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Jair Castro López

Gratitud imperecedera a los lectores de EL QUINDIANO, dentro y fuera de la región, identificados con este registro histórico de la icónica despensa comercial que resistió la furia de la naturaleza, pero sucumbió a la estulticia de los depredadores humanos.

Recreando la memoria en esta segunda entrega, la construcción ocupaba el espacio antes referido, calles 15 a 17, carreras 16 a 18, cuatro manzanas (pabellones) bien definidas que merecen una alusión para enterar a las nuevas generaciones y refrescar la memoria infiel de nuestros vetustos cerebros, maltrechos y doloridos. El restante contenido se ha matizado con apuntes atinentes a la temática abordada, para que la información no se convierta en una estadística repetitiva de tediosos perfiles.

Tomando las cuadrículas, partiendo de la portada principal, en el sentido de las agujas del reloj, abordamos este ejercicio periodístico, iniciando con el interior de la plaza, específicamente el pabellón de cárnicos y un complemento de derivados lácteos, pollo y pescado, en las últimas hileras del cuadrante; a las calles y carreras, con sus respectivas portadas de ingreso, deben anexarse las transversales, cuatro en total, para otros derroteros de acceso.

El diseño de los puestos individuales, resaltaba por su especial presentación; lugares pequeños, pero suficientes para albergar a tres personas, en ocasiones más. El mesón recubierto de azulejos, en dobles filas, nueve por cada una, separadas por pasillos estrechos para transitar; cada lugar, era ocupado por el cortador principal, deshuesadores (3- 4) para todos los puestos, rotándose, recibían pago individual… el expendio de vísceras, se asignaba a un corredor, (restero) a porcentaje o en alquiler.

En la central de sacrificio, ubicada en La María, existían corrales, en cuyo interior, los propietarios de tierras ganaderas y surtidores, albergaban las reses para venta a terceros y el consumo diario, excepto el día de cierre. Las reses de los corrales eran sometidas a cuarentena suministrando solo agua, un par de días, mientras la orina y las heces eran expulsadas, para proceder al pesaje sin agregados.

La carne en canal, era descargada de furgones, a partir de las 6 p m, luego de la limpieza, con números y tiquetes, se depositaba en los poyos, previamente identificados. Los encargados de cada lugar, arribaban despuntando el día. La primera parada era en las cafeterías ubicadas en la puerta de acceso transversal, intersección calle 15, carrera 18, estos expendios famosos por las cafeteras italianas, con el águila en su parte superior, proveía de bebidas calientes a quienes, abierta la galería, eran infaltables degustadores; los propietarios, don Pedro y don Benjamín, conocían los gustos de los dueños y trabajadores del pabellón de cárnicos y complementos. Como dato curioso, estas cafeterías eran visitadas por el periodista Aníbal Cárdenas Cifuentes, quien, camino a Radio Ciudad Milagro, consumía el primer medio vaso de Manzanares antes de proseguir rumbo a la emisora.

En este pabellón, separado por cancelas, carne y vísceras a la vista, no existía la rapacería por los clientes. El producto tenia los mismos costos y calidad y para todos había compradores, proceso que hacía muy costosa la adquisición de la prima, por el potencial de retorno, salvo casos excepcionales. Con casi 50 unidades de expendio, más de 130 familias beneficiadas, convertían esta manzana, en la de mayor flujo entre las cuatro.

Es preciso hacer alusión al aseo de este lugar; sin refrigeradores, demandaba una limpieza diaria excepcional, libre de residuos, malos olores e insectos. Javier Arce Duque y su señor padre, entre otros, iniciaban la jornada al cierre de la plaza, con mangueras de considerable diámetro, dejando el lugar inmaculado hasta el día siguiente, cuando se repetía el ciclo. Muy temprano, llegaban los expendedores ubicados en los barrios de la ciudad a comprar los productos que transportaban en carretas de tracción animal; recuerdo al señor Hernando Gómez, padre de Óscar Gómez y propietario de la carnicería El Planeta en el barrio San José.

La clientela rural, se abastecía miércoles, sábados y domingos y la urbana, los demás días, recabando era usual, que las damas fueran a los expendios acompañados de un domicilio de los graneros donde adquirían víveres y abarrotes o los porteadores disponibles en el rellano, atentos a los requerimientos de las matronas, provistos de canastos de diferentes tamaños, asegurados con balacas resistentes. En todos los lugares de compra, las damas eran tratadas con consideración y respeto. Al igual que las ecónomas de las comunidades religiosas y organismos del Estado, de características múltiples en el número de integrantes

 

Los residuos eran maneados por los resteros en el exterior de la plaza, a partir del cierre, al concluir la faena diaria, como una forma adicional para mantener la higiene del entorno, en casos excepcionales, cuando quedaba algún excedente voluminoso, se tomaban en alquiler enfriadores particulares fuera de la plaza.

La administración de la galería a cargo de las EPA, cobraba un arrendamiento mensual a los adjudicatarios, solo dueños de la prima, más no del puesto; dueños y empleados ingresaban a las seis a.m. para iniciar la disposición del producto, oferta al consumidor. El proceso de venta, se iniciaba entre 7.30 a 8 a.m. ya plenamente dispuesta la ubicación.

Los lugares dispuestos para mercadear queso, mantequilla, pollo y pescado, tenían una configuración un poco diferente por las características de los productos; espacios enchapados, ubicados en las dos últimas hileras, colindantes con la portada transversal.

N.M.   Con las próximas dos entregas, se concluye esta reseña; como quindiano raizal, no adoptado, siento que es una obligación escribir por los que no pueden hacerlo. Viejo, enfermo y lejos de la tierra, no es dable permanecer indiferente ante las maniobras torticeras contra los emblemas institucionales pisoteados y degradados por la caterva de bribones afincados en la comarca. El resumen final es ampliado, para sustentos legales del presente escrito, habida cuenta que los sucesivos gobiernos capitalinos, han dado palos de ciego en derroches superlativos de dineros públicos y falsas expectativas, con sustitutos de la plaza, como la minorista, la cuyabra, la del café, sin que los usuarios y beneficiarios, hayan logrado cosa distinta de acabar con sus escasos recursos en aventuras pendejas, para finalmente ocupar las vías en condición ambulatoria.

 

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