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Cultura  |  24 abril de 2023  |  12:48 AM |  Escrito por: Administrador web

Contribución a la historia del movimiento estudiantil (primera parte)

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Por Francisco Antonio Cifuentes Sánchez

 

“Que vivan los estudiantes

Jardín de nuestra alegría

Son aves que no se asustan

De animal ni policía

Me gustan los estudiantes

Que rujen como los vientos

Cuando le meten al oído

Sotanas y regimientos”

“Me gustan los estudiantes” (letra de Violeta Parra y voz de Mercedes Sosa)

 

El poeta y ensayista mexicano, el Premio Nobel de Literatura (1990) Octavio Paz, después de publicar su famoso libro titulado El Laberinto de la Sociedad (FCE. México. 1950), dados los estruendosos sucesos de la masacre estudiantil en su país, dictó unas conferencias en la Universidad de Austin en los EE.EE., donde reflexionaba una vez más sobre la historia y la identidad de su nación. En esta oportunidad ya no abordaba, entre otros temas, la Revolución Mejicana, sino, la Revuelta Estudiantil. Aquí se hace una paráfrasis de lo tratado en el Primer Capítulo: Olimpiada y Tlatelolco (Paz, Octavio. Posdata. Siglo XXI Editores. México. 1970). Para este escritor la única clase verdaderamente revolucionaria y de presencia mundial, serían los estudiantes, principalmente los universitarios, lo que así se había evidenciado en el Mayo del 68.

Creemos al respecto que esta postulación está caracterizada, en primer lugar, dada la presencia universal de la academia o la escuela  y sus usuarios, pero también por lo que este sector social – no una clase socio económica, estrictamente hablando -  es fundamentalmente constituido por las personas jóvenes, casi siempre  dispuestas a lo nuevo y a la rebeldía, con una expresión pasional, de deseo, de valentía y euforia, que les ha permitido grandes levantamientos en todo el mundo; tanto en países desarrollados, como  en los subdesarrollados; en favor de los intereses más nobles de la sociedad y en contra de tradicionalismos y autoritarismos. Por eso, las banderas de la paz y los derechos humanos han sido centros de atención de sus protestas.  Esta concepción suplantaría en gran parte las tesis internacionalistas de los comunistas clásicos o si se quiere, las renovaría sustancialmente. Y este sería un fenómeno social y político, muy particular, surgido un siglo después de lo tratado por los pensadores alemanes.

La teoría marxista leninista había acuñado en la mitad del siglo XIX el concepto de Movimiento Obrero Internacional y el de Revolución Proletaria; esencialmente para designar las organizaciones, las acciones, los procesos, las ideas y las consignas relacionadas con la búsqueda del poder político y económico, basados en su Manifiesto Comunista de 1848, obra central de la nueva ideología, que se basaba en el materialismo histórico, la dialéctica materialista y la economía política concebidas por Carlos Marx y Federico Engels. Posteriormente, con la llegada de la Revolución Rusa (1917) a la cabeza de Lenin se hablaría de la Revolución Soviética, a propósito de la consigna “Todo el poder a los soviets”, refiriéndose al empoderamiento total de aquellas organizaciones de base. Y en 1938 durante la Cuarta Internacional bajo la batuta de León Trotsky; se hablaría, ya no de la revolución en un solo país, sino de la Revolución Mundial, con el protagonismo de los obreros en todas partes, que consideraban la única clase revolucionaria mundial.

Paz, en Los Hijos del Limo (Seix Barral, Madrid, 1974) trata fundamentalmente del romanticismo y las vanguardias, en materia de literatura y arte; pero también introduce una diferencia entre los conceptos de revuelta y revolución. Precisamente consideramos que esto nos sirve para abordar el tema de los movimientos estudiantiles; pues son fundamentalmente revueltas y no propiamente una revolución. Aquella es un desorden o agitación que produce una alteración del orden público, mientras la revolución tiene pretensiones mayores como la toma del poder en un determinado país. Hay pues diferencias sustanciales en el número de protagonistas y en sus alcances. El uno abarca sobre todo un sector de la sociedad y el otro involucra la mayoría de la población.

Otro concepto que es necesario para el desarrollo de este escrito es el de Contracultura, muy similar al de Cultura Underground.  Lo acuñó el historiador norteamericano Theodore Roszak en su texto El Nacimiento de una Contracultura (1968), cuando estaban frescos los acontecimientos del Mayo Francés y sus manifestaciones en Norteamérica; donde se refería básicamente a la irrupción de nuevos valores sociales en contravía de los tradicionales, relacionados con la moda, el sexo, los alucinógenos y la lucha contra la familia, la sociedad y la escuela tradicionales. Posteriormente autores como Rosario Peiró, extienden el tema a las reivindicaciones feministas y homosexuales y, analiza el impacto del internet y las nuevas tecnologías de la comunicación en la promoción de otros valores, modas e ideas que se oponen a lo establecido. (Contracultura En: Economipedia. 21 de marzo de 2022).

Y la Cultura Underground  hace referencia a los movimientos sociales, juveniles y artísticos de carácter crítico, contestatario y experimental, emparentados con las denominadas culturas urbanas; que se manifiestan principalmente como algo subterráneo, clandestino y alternativo. Aquí se pueden englobar el famoso Festival de Woodstock, los beatniks, los hippies, el punk, los grafitis, el hip hop, el rap (precisamente significado inicial de Revolución Artística Popular) y el metal, entre muchas otras expresiones.   (https://www.significados.com/underground/12 de abril 2023). Es bueno recordar que casi todos los movimientos estudiantiles, no solo en los países centrales, sino aquí, han recurrido a las consignas con aerosol en las paredes, a las músicas alternativas y a las formas clandestinas de organización, como a las capuchas y pasamontañas para guardar el anonimato de los protagonistas; sobre todo, en los últimos tiempos, la denominada Primera Línea. Claro que esto ya se veía en el transcurrir de las revueltas estudiantiles anteriores.

Por último, en esta breve introducción teórica, es necesario traer a colación la calificación de Movimientos Sociales, muy impulsada en Colombia por las llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y, para designar organizaciones y movimientos de ciertos grupos sociales, agrupados en torno a intereses particulares como los afrodescendientes, las mujeres, los LGTBI+, los vivienditas, los comunales, los ambientalistas, los animalistas, algunas pequeñas organizaciones agrarias e indígenas y grupos de pobladores urbanos marginales. Mucho de este tratamiento conceptual y de la visibilización de los mismos, se le debe a los investigadores de la Fundación Foro Nacional por Colombia y su divulgación en la Revista Foro, con intelectuales laicos y escritores de todo el mundo, principalmente latinoamericanos. Al Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), que ha agrupado a una serie de investigadores y sacerdotes animados por el ala progresista de la Compañía de Jesús en Colombia. En esto también jugó un papel muy destacado la Corporación Viva la Ciudadanía y su órgano de expresión Caja de Herramientas, con expresión y conexión nacional. En este panorama variopinto, se trasciende lo relacionado con obreros, campesino, indígenas y estudiantes; que eran las principales preocupaciones de la politología y la sociología, antes de finales del siglo XX e inicios del XXI.

Así las cosas, el Movimiento Estudiantil del cual aquí se trata, es parte de la cultura urbana, igualmente puede incluirse dentro de las expresiones contraculturales, es un movimiento social específico, puede hacer parte de un movimiento revolucionario, y está emparentado, pero es diferente con el movimiento obrero y el movimiento campesino. Y es bien diferente a una revolución propiamente dicha. Vamos a ver algunas manifestaciones internacionales antes de llegar a las nacionales y locales, que pretende reivindicar este escrito.

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