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Cultura  |  11 junio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Los años sesenta, la caseta Matecaña y Gustavo Quintero

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Un texto de L. Stella Muñoz M, publicado en el libro Cañonazos que bailó el Quindío.

Al recordar los años sesenta, las fiestas eran muy familiares, en horario vespertino, hasta que llegó la Caseta Matecaña donde nos dimos gusto de ir en familia, con grupos grandes de amigos, para disfrutar de sus orquestas y bailar hasta la media noche.

Esa Caseta nos proporcionó la alegría de bailar con “orquesta en vivo” y se convirtió en animadora principal de las festividades aniversarias de los pueblos, junto con sus reinados populares, desde que se originó en Pereira en el año 1963 y su nombre surgió como homenaje a los cultivos de caña de la región.

Pompilio López Gómez, su fundador, formó parte de una familia tradicional y numerosa. Auténtica empresa de eventos musicales, se paseó por grandes ciudades de Colombia, haciendo bailar a todo el país. Resultaba emocionante ver cómo desarmaban la caseta en segmentos de paredes formadas por altos tableros metálicos, mesas y sillas reclinables, restaurante, bar, tarima, planta eléctrica, equipo de amplificación de sonido y la pista de baile en bloques de madera, rociada con cascarillas de arroz.

Durante las ferias y fiestas de cada municipio se estacionaba en lotes o parques disponibles. En Armenia fue en la Plaza de Bolívar hasta la construcción (del edificio) de la Gobernación del Quindío, que autorizó situarla en los lados del hoy parque de la Constitución, o en el lote de la Caja Agraria en la carrera diecisiete con calle dieciocho, de donde salíamos los bailadores a las cinco de la mañana hacia “el Prado” de la quince con veinte, en los bajos del teatro Yanuba, porque el hambre obligaba al caldo de pollo, carne y otras delicias.

Nuestra generación vio desfilar por su tarima grandes artistas con sus repertorios: Gustavo El “LoKo” Quintero, Pastor López, Nelson y sus Estrellas, Alfredo Gutiérrez, "Fruco“ y sus Tesos y hasta la Sonora Matancera, e imitábamos el slogan de la caseta, lanzado por el mejor animador de Colombia, el famoso Sady Rojas (QEPD 2010):

“¡Y si te invita MATECAÑA!, ¡Cógele la caña!”.

Entre 1976 y 1977, cuando su fundador dejó la caseta en manos de Gregorio Cruz, a éste le llegaron los préstamos y las deudas que no pudo cancelar. Le empezaron serios problemas de salud, le amputaron una pierna y terminó en silla de ruedas. Esto le impidió atender la caseta como debía.

Además, Sady Rojas se retiró y otros animadores no dieron su talla. En momento “crítico” como ese, los meseros aprovecharon para introducir aguardiente de contrabando y clientes. Aunque descubiertos, el caos hizo que fracasara la Caseta en 1980.

Por fortuna, Gustavo Quintero, mi preferido, continuó sus presentaciones, y me fascinaban, porque él no solo cantaba, él actuaba y su dinamismo era contagioso e intenso. Nunca olvidaré el día que cantó trepado en las guaduas que servían de parales al escenario, mientras yo era feliz, como muchos de mi época, con ese “loco” que en el escenario nos hacía reír con sus piruetas o cuando ladraba como perro. Con el tiempo supimos que nació el 23 de diciembre de 1939 en Rio Negro, Antioquia. Sus célebres Don Goyo, La Cinta Verde, La Maestranza, Así empezaron Papá y Mamá, El Aguardientosky, La Pelea del Siglo, entre otras, son temas que, me traen la misma alegría de Armenia en sus festividades aniversarias.

Más de 40 años de vida artística cargados de éxito, lo convirtieron en leyenda de la música tropical. Siempre creí lo que decían; “ese hombre había nacido cantando”… ninguno como él para “prender” una fiesta con las dotes musicales que tuvo desde pequeño. Participaba en coros de la iglesia y recibía clases en la escuela de Bellas Artes en Medellín. Estudió economía en la universidad de Antioquia, pero nunca pudo terminar.

Empezó con los Teen Agers y después de una etapa exitosa, fue la voz líder y profesional del conjunto “Los Hispanos”. Su primer disco grabado con la agrupación se llamó “La Goma que hace Globitos” y en su momento fue invitado por la Organización de Estados Americanos (OEA) a Washington, como uno de los artistas más tradicionales y originales de la música colombiana.

Con el tiempo su salud se deterioró. Víctima de cáncer de estómago, falleció el domingo 18 de diciembre de 2016 a las 1:40 de la madrugada en la clínica Las Américas de la ciudad de Medellín.

Su muerte conmocionó al país y a la música tropical. Cinco días después el artista cumpliría 77 años. Sus restos fueron cremados despedido por artistas, colegas y miembros de su agrupación. Sus hijos, Jonathan y Gustavo continuaron el legado de su padre.

A mi generación le quedan los recuerdos, porque Gustavo Quintero también destacó desde las primeras producciones discográficas como los 14 Cañonazos Bailables. Afortunadamente hoy la tecnología nos permite escuchar en cualquier momento sus canciones; y las emisoras que en épocas decembrinas, programan con éxito estos musicales.

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