Por Elizabeth Chávez, directora médica de Novartis Colombia.

Las enfermedades no transmisibles (o crónicas) son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo[1]. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, representan el 71% del total de muertes anuales, lo que equivale al fallecimiento de 41 millones de personas cada año[2]. De ahí que la reducción en la morbilidad, discapacidad y mortalidad por enfermedades no transmisibles se consolide como uno de los objetivos en la agenda de salud sostenible de la OMS. [3]

Condiciones médicas como la diabetes, algunos tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades respiratorias crónicas, son solo un ejemplo de las diferentes patologías que se encuentran bajo la clasificación de enfermedades crónicas y que, por su tipo de impacto, no solo tienen consecuencias para la salud pública a largo plazo, sino que suelen requerir de tratamientos y cuidados prolongados[4]. En Colombia, tan solo las enfermedades cardiovasculares, tienen una alta incidencia; y según cifras del DANE, durante el primer trimestre del 2022, estuvieron asociadas a alrededor de 14.000 muertes[5].

Precisamente, el efecto de las enfermedades crónicas en los sistemas de salud y en la calidad de vida de los pacientes,[6] sumado al incremento en la incidencia de patologías como la diabetes, la hipertensión y los problemas cardiovasculares después de la pandemia[7], hacen de la innovación científica y tecnológica en salud, una aliada clave en el mejoramiento en la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores; a la vez que brinda herramientas que impulsan la sostenibilidad y eficiencia de los modelos de atención.

Por un lado, la integración de aplicaciones de inteligencia artificial al proceso de investigación y diagnóstico acelera el desarrollo de nuevos tratamientos y protocolos de manejo de la enfermedad convirtiendo grandes cantidades de datos en decisiones inteligentes. En paralelo, con la habilidad de la inteligencia artificial para procesar amplios flujos de información en un periodo reducido mediante el uso de algoritmos, existe un potencial importante para primero, reducir los costos y segundo, disminuir los tiempos de estudio en los ensayos clínicos, lo que tiene un impacto directo en la agilidad con la que se desarrollan nuevos medicamentos para las enfermedades crónicas prevalentes[8].

En lo que respecta al seguimiento y control de las enfermedades crónicas, la innovación se mantiene como una alternativa para la creación de dispositivos y aplicativos que garanticen un acompañamiento médico más puntual y certero. Por ejemplo, en Brasil donde las ordenes médicas tienen un 75% de posibilidades de error, el desarrollo de una plataforma de prescripción electrónica que mantiene un catálogo de medicamentos en línea ha servido para que los médicos puedan consultar la lista de medicamentos y prescribir con mayor precisión, rapidez y eficacia [9].

Adicionalmente, la aparición de artefactos como acelerómetros, glucómetros u otras herramientas más interactivas como aplicaciones para celulares y relojes inteligentes, incrementa las posibilidades de recopilación de datos sobre el comportamiento de las enfermedades en tiempo real[10]. Esto, facilita el monitoreo y la identificación de opciones de tratamiento más adecuadas para cada persona[11]. A la fecha la evidencia sugiere que, en general, el uso de wearables contribuye al bienestar de las personas reduciendo el tiempo que gastan en atención sanitaria y en los días de ausencia laboral por enfermedad[12].

Por otro lado, como parte de la apuesta de la ciencia y la medicina por la innovación al servicio de la salud de las personas, hay una revolución destacable en materia de tratamiento: Las terapias génicas y celulares, que en los últimos años han probado su potencial de transformación respecto a la forma de manejar y, potencialmente, curar ciertas enfermedades[13]. En la actualidad, estas terapias que corrigen un problema genético subyacente están siendo usadas para tratar cánceres de células sanguíneas como el linfoma y el mieloma múltiple[14], por los cual se espera que en los siguientes 10 años transformen exponencialmente la forma en que funciona la medicina[15].

Sin duda alguna, la innovación en materia científica está cambiando las perspectivas del sector salud y, por supuesto, contribuyendo a mejorar tareas que van desde la gestión de datos hasta la creación de nuevas opciones terapéuticas. La investigación, la actualización y la inclusión de nuevas tecnologías son componentes indispensables para la evolución de la industria sanitaria en beneficio de los pacientes y sus cuidadores.

Estamos ante un momento crucial en donde los actores del ecosistema de la salud tenemos la gran oportunidad de trabajar de forma articulada para desarrollar, impulsar y aplicar soluciones innovadoras que apunten a superar los desafíos que se presentan en el manejo de enfermedades crónicas y, así contribuir a cerrar brechas en términos de salud pública para buscar un futuro próximo más sostenible que haga de la innovación tecnológica algo accesible para todos por encima de algo novedoso o llamativo.