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Cultura  |  08 julio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

La familia y los amigos del alma son lo mejor que uno tiene en la vida

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Por Manuel Tiberio Bermúdez

Con solo mirarse a lo lejos ya empieza la fiesta. Abren sus brazos para recibir y dar afecto y se trenzan en un apretón que señala la intensidad del cariño que se tienen.

Así es cada vez que los integrantes de la promoción de bachilleres 1968 se reúnen para refrendar su amistad que el paso del tiempo no ha logrado opacar. Cada vez es más fuerte, cada día más sólida,  y en cada encuentro se reafirman los lazos de cariño que se tienen.

Así sucedió este 2 de julio cuando nuevamente se convocaron, aprovechando el puente, para reunirse a festejar 55 años de haberse recibido como bachilleres en el Colegio Bolivariano.

No llegaron todos, pues algunos los aquietaron las dolencias de salud, pero sí, todos se enteraron de que en su tierra natal, Caicedonia, se reuniría la «tribu de los amorosos» a festejar que siguen vivos, que están unidos por los recuerdos, que la amistad sigue intacta como el día que se recibieron de bachilleres de la orgullosa y ruidosa promoción 1968.

Y es que no es, sino hablar con ellos para confirmar lo que a simple vista se aprecia. Esto me dijo Jairo Gallón sobre el encuentro: «Estamos celebrando 55 años de haber salido graduados del bachillerato. Es un encuentro que lo hacemos con participación de las familias, pues, ellos han hecho parte de todo este proceso de transformación como personas, como profesionales, ellas, las familias han participado de nuestros éxitos y de algunas derrotas. Es un encuentro que yo podría definir como el encuentro de familias de los bachilleres.

Procuramos la asistencia del mayor número de personas, para este encuentro nos hemos reunido unas 40.

De los 48 bachilleres, 10 han fallecido. Algunos de nuestros  compañeros no asistieron por estar afectados en su salud, pero de todas formas en esta ocasión tenemos también un grupo extraordinario para demostrarnos  la unión, el cariño y el respeto  que nos tenemos y que ha existido siempre entre todos.

Le pregunto a Jairo ¿qué reflexiones va generando en ellos el paso del tiempo y en encontrarse cada vez más añosos?

Esto nos da un mensaje muy bello y es el de que la amistad hay que conservarla. Uno sin familia y sin amigos no es nada y por eso tratamos por todos los medios de conservarla y en cada acto que realizamos se puede sentir y apreciar el cariño que nos tenemos.

Yo quiero reafirmar que la familia y los amigos del alma es lo mejor que uno tiene en la vida».

Por su parte, Eduardo García dijo sobre este encuentro de bachilleres. «Son 55 años de habernos graduado como bachilleres y son muchas las cosas que nos unen y que tenemos para rememorar. Denominador común, la alegría y la confraternidad y la esperanza de que la vida nos permita celebrar los 60.

En esta oportunidad hay algunos compañeros que no asistieron por estar en el exterior, hay casos de fuerza mayor, hay otros por temas de salud, pero estamos reunidos 20 compañeros y todos disfrutando, gozando, de la programación nutrida que hemos preparado para desarrollar en esta oportunidad. Empezamos con una misa en la que recordamos a los que ya se han ido y rematamos, al anochecer, con un poco de música en Bonanza.

¿Qué nuevas emociones se van descubriendo al pasar el tiempo cada vez que se reúnen?

Es un contraste de emociones. Cuando salimos del colegio no teníamos idea de para dónde íbamos. Hoy, todos estamos estabilizados, la gran mayoría pensionada disfrutando de tranquilidad y de sus familias, y esperando lo que Dios nos tenga deparado.

De los 48 que egresamos han fallecido 10, pienso que es un número relativamente bajo  para los 55 años que han transcurrido, pero en cada encuentro los recordamos, los tenemos presentes y los evocamos en nuestras anécdotas que compartimos.

A mí estos encuentros me dejan maravillado, pues, veo que los compañeros no pierden nunca el entusiasmo, no pierden la calidez, el afecto, el respeto y cada vez más nos consolidamos como una gran familia.

Como siempre la música fue fondo para todos los momentos y en cada escenario La Venenosa que es himno y recuerdo.

La ocasión también fue aprovechada para festejar los 50 años de casamiento de Jesús María Londoño y Gloria Amparo Agudelo, una de las parejas que se consolidó como matrimonio a la par con la graduación de bachilleres.

Fue un encuentro especial, y como siempre la parte más difícil de sortear, el abrazo de despedida y el ruego a los dioses de la vida para que se puedan volver a encontrar y celebrar 60 años de amistad.

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