• VIERNES,  03 MAYO DE 2024

Cultura  |  10 julio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Re-conociendo los Cañonazos

0 Comentarios

Imagen noticia

Un texto de Gloria Ismenia Suárez Navarrete, publicado en el libro Cañonazos que bailó el Quindío.

Desde muy corta edad (4 años), recuerdo la música porque en la casa de mi abuela se hacían reuniones bailables todos los fines de semana. Mis tíos y tías solteros(as), jóvenes, modernos en su espíritu, educados y sociables, disfrutaban de una espaciosa casa donde se reunían con sus amigos y vecinos para compartir tareas y música, de lunes a viernes. El sábado impajaritablemente terminaba en baile. En esa época se imponía la tendencia de trabajar y estudiar simultáneamente (trabajo día–estudio noche).

Las familias citadinas daban ejemplo de progreso y asimilaban la actualidad. Se gozaba el tener radio con tocadiscos o radiola y estar al día con la música tanto nacional como la que llegaba del exterior. Se escuchaba con sumo placer a La Sonora Matancera, Dámaso Pérez Prado con su Mambo, Lucho Bermúdez, el rock de Elvis Presley, el Trio Los Panchos, Pedro Infante, Libertad Lamarque y la música ranchera de México.

Algunas familias criticaban cuando las canciones no eran de artistas reconocidos y decían que había que poner atención porque podía ser música corroncha, no obstante se aceptaba guitarra o tiple cuando se interpretaba bambucos o pasillos porque era lo autóctono.

Los colombianos tenemos fama de ser alegres y creativos musicalmente, razón por la cual pronto llegó la onda costeña al interior del país, sonando fuerte en las fiestas con la cumbia, el mapalé y los vallenatos, hasta llegar a la altura de la Billos Caracas Boys, Los Diplomáticos, La Sonora Matancera y otros.

Esta tendencia originó que grupos y solistas como Bovea y sus Vallenatos, Los Corraleros de Majagual, Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa y otros, se convirtieran en los preferidos de la mayoría de fiestas y reuniones sociales.

Así transcurría el ambiente musical en los inicios de la década del 60, muy nutrido en su diversidad, mientras las empresas disqueras competían lanzando los hit´s bailables con gran éxito, tanto económico como de popularidad. Momento en que surgen los muy recordados: ¡14 Cañonazos Bailables!

En impactantes sucesos musicales se convirtieron entre jóvenes y gente mayor, Los 14 Cañonazos Bailables, porque en un solo “elepé” encontrábamos éxitos en diferentes ritmos, haciendo que las reuniones adquirieran mayor alegría y ambiente fiestero.

Recuerdo que algunos de los muchachos decían a sus amigos: “cuando comience a bailar con Patty, tendré tiempo suficiente para declararle mi amor; y cuando termine el disco, me habrá contestado que sí quiere ser mi novia”. Esto sucedía porque los temas musicales de Los 14 Cañonazos eran tan buenos, que a pesar de que una cara del “elepé “demoraba casi ½ hora, se bailaba seguido, y esto era aprovechado por los galanes de la época para declarar su amor a la joven de su preferencia.

En ocasiones llegaba a la fiesta un muchacho interesado en alguna sardina presente y traía bajo su brazo el más reciente “elepé” de Los 14 Cañonazos. Para llamar la atención decía no haber tenido tiempo de escucharlo y dirigiéndose al encargado del tocadiscos o radiola manifestaba: “por favor colóquelo, y si quiere lo dejo hasta la próxima semana, porque lo que quiero es escucharlo y bailarlo con Laura”, y ya le estaba haciendo “ojitos” a ella que era muy linda. En fin, los 14 Cañonazos fueron alborozo y animación en todas las edades y clases sociales.

Mi gusto por el rock era absoluto, más aun así, escuché música tropical cuando era jovencita y me daban permiso de ir a bailar, generalmente con mis amigos y compañeros del colegio; en uno de estos bailes me presentaron un joven como de novela: alto, cabello negro, bellos ojos verdes como los de mi hermano mayor, de modales finos, incluso para bailar; me sorprendí al sentir que le llamé la atención porque entabló conversación inmediatamente y no se separó de mi durante la fiesta. Por sus palabras sé que le impactó mi forma de bailar, decía que mi estilo era alegre como en la costa, me sentí halagada; al ritmo de “Los 14 Cañonazos” me confió que estaba de visita donde su familia porque vivía y estudiaba en Barranquilla.

En el transcurso de la siguiente semana, nos encontramos en el barrio, conversamos amenamente y me pidió ser su novia, lo cual acepté emocionada. Era costumbre las “coca colas bailables” y en época decembrina, disfruté al máximo mi novio y la musca tropical de “Los 14 cañonazos”; pero él tenía que terminar sus estudios y el noviazgo quedó en veremos. Sin embargo, con ese atractivo joven logré conocer más de cerca la música bailable del momento. Este grato episodio, por lo corto, quedó en mis recuerdos de juventud como mi “príncipe azul”, por haber sido el primero.

Actualmente, con el cambio drástico de costumbres, no dejaré de recordar que en mi juventud disfruté de la verdadera y sana “rumba”, lo que me hace afirmar con nostalgia que todo está cambiando. Siento valor para comprender y desear que ojalá estos ejercicios Literarios contribuyan para que las futuras generaciones conozcan a través del registro de Memoria Histórica, cómo fue el “goce en las rumbas” de sus ancestros.

PUBLICIDAD

Comenta esta noticia

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net