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Armenia  |  30 julio de 2023  |  01:08 AM |  Escrito por: Administrador web

El colegio Libre: la trascendencia de los olvidados

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Jair Castro López

ENTREGA 1 DE 3

En el tránsito por las redes, he podido constatar los reencuentros periódicos de los egresados de las diferentes promociones del Colegio Libre de Circasia, convocatorias instituidas de acuerdo con el año de graduación, actividad que demuestra el grato devocionario de exalumnos, hoy moradores de otros niveles del diario discurrir.

No obstante, por las razones que sean, pareciera que la génesis del plantel hubiese sido tarea de carácter milagroso o generación espontánea, porque la IE, hoy, con un galopante avance hacia la modernidad y el desarrollo progresivo de metas multiplicadoras de la institucionalidad, no procede ignorar el mérito de un antecedente educativo sin precedentes, sin cuyo concurso, hubiese sido apenas una prolongación con más intenciones que realidades. Es pertinente descorrer. por unos instantes, el velo del tiempo antes que el olvido coloque, en este retazo de historia, el indeleble sello de pérdida definitiva

Convergen dos factores justificativos para plasmar desconocidas vivencias y reivindicar a directivos y docentes determinantes en logros soslayados, pilares fundamentales para el presente del plantel educativo: un primer soporte, cuando cursaba estudios de secundaria en el colegio oficial más representativo de la región: el Rufino J cuervo. Miles de alumnos, decenas de docentes, aulas atestadas, profesores mayores, de una rigidez concordante con las exigencias muy peculiares de este conglomerado estudiantil   formado bajo cánones de arcaica pedagogía.

En esos días de alocada adolescencia, reapareció el amigo extraviado, el educador insigne, el poeta emérito, el literato irreductible; don Luis Eduardo Calvo, aquerenciado en Circasia, con quien sostuve, en un marco de respeto y paternal consejería, las bondades de un plantel que esperaba la aprobación del grado cuarto, en condiciones inmejorables para un proceso de aprendizaje, cuando la educación media era de seis años.

La segunda premisa válida, la siempre dispuesta actitud del director de EL QUINDIANO, para facilitar las páginas del diario y transcribir un resumen del faltante, porque ya consignado en la prensa, estará razonablemente blindado contra el virus de la ingratitud; cada línea escrita en esta historia está sujeta a corroboración de los suspicaces.

Con el aval de mis mayores, tomé la más importante decisión de mi vida y despuntando el año 1966, me convertí en alumno del Colegio Libre de Circasia, un municipio pequeño, con vía de acceso intransitables, condicionado a dos jornadas y cuatro viajes diarios ida y regreso a Armenia, con otros alumnos rufinistas y personas de la hoy capital, agregados a otros estudiantes que llegaban al nuevo dorado de la ciencia desde Pijao, Salento, Génova, atraídos por la novedosa propuesta.

Encontré  un grupo de docentes provenientes de municipios caldenses, porque el Quindío aún era un proyecto, pero esos profesores iniciaban su jornada bajo la orientación del educador de la tierra, grupos pequeños,  docentes jóvenes unos, otros no tanto, pero la mayoría  cursando estudios universitarios, desplazándose hasta la  UQ diariamente ; conocimientos  en un ambiente tan acogedor , que  siendo el menor de una familia unida, llegué a amar profundamente a Circasia y a tener el colegio como un agradable jardín babilónico , donde la condición de ricos y pobres no aplicaba ; en  el exterior del colegio, no se veían  vehículos ni motos que marcarán ominosas diferencias sociales ; ni alumnos , ni directivos ,ni profesores se fijaban en las ropas de marca de los hijos de las familias pudientes de circasia, que las había en buena proporción, tampoco llamaba la atención la otra cara,  ropas modestas , vestuario concordante , solo importaba la persona , sin exclusiones. Hicimos de la cancha La Plazuela, un lugar de obligada convergencia para torneos internos, donde la decencia y competencia sana, permitía a estudiantes y profesores integrar los equipos, sin faltar nunca el respeto y la consideración debidas.

No existía el matoneo, ni las riñas intestinas, sin obviar la permanencia latente de ese gen libertario que ha sido una constante a través del tiempo y las edades; en tres años de compartir y en los sucesivos calendarios, los estudiantes sentaron precedentes de inconformidad con docentes y/o directivos, buscando recomponer la buena marcha de las actividades académicas, aflorando en toda su dimensión , la semilla plantada de rebeldía con causa , de independencia y libertad.. no era solo un mausoleo de alados custodios, ni la egregia figura de Braulio Botero, quien, en heroica gesta, sometió las cavernarias exclusiones del clero para uso del camposanto y quedó la impronta de un cementerio, reconocido en todo el país, todos los ámbitos, sin raseros ideológicos post mortem. Así nació para el mundo el Cementerio Libre.

Aquí un paréntesis obligado; los directivos y profesores  eran, en buen número, provenientes del norte de Caldas, en épocas de escasez de ocupación, nombrados los maestros, al destino que tuviera vacantes, los agraciados no recibían horarios de asignaturas únicas, por sustracción de recurso humano; cada profesor debía asumir responsabilidades con disciplinas académicas disímiles, porque debían completar un número de horas consecuente con la designación ; no era un fenómeno de Circasia, ni el Colegio Libre, era de toda la geografía del antiguo Caldas.

El secreto, si lo había, consistía en una muy responsable preparación de las clases., cumpliendo los programas vigentes para cada curso; el compromiso de los estudiantes, la placidez del entorno y la dimensional actitud de docentes y directivos, las clases fueron una asimilación de conocimientos... aclarar que estos imponderables, no suponían concesiones especiales, el año se ganaba o perdía, sin importar el número de alumnos.

Hubo un compromiso de honor entre profesores y directivos, de mantener su concurso invaluable, hasta que egresara la primera promoción de bachilleres.  Así fue; en 1967 se dio el milagro  largamente esperado y en los albores del mismo año, la apertura a la condición mixta del plantel ; previamente , cursaban estudios cinco niñas, pero a partir de la fecha referida, todos los grupos abiertos  a la presencia femenina, gran parte provenientes del colegio San José regentado por religiosas ; estos dos logros  sintetizan las razones por las cuales, en la justificación de estas líneas, consideramos esenciales en la historia del colegio, 95 años después de su fundación en 1928  y 39 años para el primer egreso de bachilleres en 1967.                                                          

CONTINUARÁ

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