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Columnistas  |  13 agosto de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: German Estrada Mariño

El presidente y la figura paterna

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German Estrada Mariño

Germán Estrada Marino

“Yo no lo crie” (Famosa frase del presidente que saca el peor lado de un padre: su ausencia).

No se puede subestimar el impacto de la ausencia del padre en el desarrollo del hijo.

¿Tienen los padres o cuidadores una responsabilidad en la estructuración de la personalidad de los hijos?

¿Son los hijos y sus acciones, patrones, temperamento y carácter solo producto de su libre albedrío adulto?

Existen dos muy desafortunados acontecimientos que más allá de tan solo un escándalo de todo vale, en el país del todo vale y donde la corrupción, reina, representan un mensaje de tipo psicológico para el “ciudadano de a pie”, para los padres y para los jóvenes,

El hombre que dirige los destinos de una nación es antes que nada un ser humano y la sociedad está saturada y bastante maltratada por las historias de padres abandónicos ausentes o no presentes en la vida de sus hijos y este debe ser consciente de esto como primer mandatario, pero al parecer, no lo es.

El declarar públicamente tras las denuncias “Yo no lo crie” antes que ser una reivindicación de su inocencia, constituye una expresión de cinismo y de agravante moral –ético.

Además, representa algo obvio pero normalizado en la sociedad: Una falla por omisión o negligencia en el ejercicio de la parentalidad de su hijo, por abandono fisco y/o afectivo durante su crecimiento.

La ausencia de la figura paterna se encuentra asociada, como lo muestran teorías del desarrollo socioemocional, de las relaciones objetales y teorías del apego, a una menor interiorización de la norma, dejándole a la madre, la responsabilidad, como lo hacen muchas de forma heroica, que supla ese rol sola, lo cual no es fácil de alcanzar en complemento al de protectora y cuidadora.

Que la madre ejerza el rol de autoridad, límites y de fomento de la moralidad, los valores y los límites que ha de tener el niño y luego el adolescente no es fácil para madres solteras.

La relación con la figura paterna muestra estudios, incluso puede favorecer mayor propensión y riesgo de desarrollo de personalidades psicopáticas y conductas delictivas.

Ante un padre poderoso, pero ausente, el individuo queda a expensas de una vida sin modelamiento paterno, para lo cual el poder y el dinero no sirven como atenuantes del impacto negativo de la ausencia en su personalidad y desarrollo.

Se ha exaltado el poder del dinero en la crianza y se ha minimizado el de la presencia física (tiempo en la crianza) y el del afecto, que son las verdaderas claves del ejercicio consciente y amoroso de una parentalidad efectiva que edifica buenos íntegros y funcionales seres humanos.  Para ello se necesita afecto, y para ejercerlo se necesita tiempo, priorizar los hijos y dedicación como lo han logrado algunos pocos, pero ejemplares y entregados padres, desprendidos de su ego machista.

No es de ninguna forma suficiente, como lo dice la clásica canción de franco de vida “no basta” suplir necesidades económicas, aparecer en la fecha del grado y luego celebrar sus logros o regalarles un vehículo para sentirse que se compensó la ausencia o que se merece el título de buen padre por haber pagado los estudios universitarios como alegan muchos padres ausentes. Son en realidad padres abandónicos y sínicos porque no reconocen no se empoderan de su rol.

Queda tan mal parado el padre presidente como el hijo modelo de jóvenes.  Es el hijo del presidente de una nación que prometió cambios y que pretende ostentar las banderas de una política anticorrupción por lo cual debería sentir antes que nada vergüenza, culpa y remordimiento.

Es la justicia la que ha de juzgar si para lograr él poder, como parece mostrar la evidencia material probatoria, la campaña presidencial entro en la dinámica del todo vale y que los seguidores y fanáticos petristas puedan ser críticos con su propio líder elegido. Líder quien tiene, la responsabilidad de ser consecuente con lo que promueve y tiene el deber, de responder con ética, rectitud y altura a los electores a quienes debe su poder y con quienes está en deuda de responder a las expectativas de estos, que le llevaron al poder.

Nicolás Petro representa un joven político hijo del presidente y le da un implico mensaje de modelo nocivo a los jóvenes de Colombia: Todo vale por encima del bien común y el dinero es la finalidad de cualquier ideología política por altruista que pretenda parecer.

¡Más que el pasado guerrillero de Gustavo Petro, son los episodios de padre ausente y el cinismo lavándose las manos sobre el impacto de su ausencia en la crianza de su hijo de forma frívola y conveniente, lo que dice mucho de él! Su visión de la paternidad no constituye un buen referente como presidente para otros hombres y padres como debería ser y servir de modelo, por ostentar un cargo de poder como primer mandatario de una nación.

¡Por su parte, ya el hombre adulto-Nicolás- y sus acciones le deben una disculpa a sus electores y a los jóvenes del país, aclarando en público que no todo vale y que hay culpa legítima y sincero arrepentimiento y no solo la fingida y que necesita para firmar el principio de oportunidad que pretende recibir de la rama judicial con el único motivante de evitar una pena, castigo o condena mayor! ¿En Dónde? está el arrepentimiento Nicolás?

Nicolás debe entender como hijo del presidente, de quien uso su imagen para favorecerse perversamente a nivel personal en nombre una campaña que prometía el bien común, que este escándalo  le da el mensaje a los jóvenes, de que para cualquier ser humano, incluso en las esferas más altas del poder, puede mentir, faltar, delinquir, engañar e incluso estafar a los electores con mensajes morales e hipócritas que no son consecuentes con los propios actos con tal de lograr solo beneficios personales.

 Así que, debe dar ejemplo aceptando su castigo penal - jurídico y pedir sincero perdón a los electores de Petro en la costa por una campaña tan contaminada de trampas y artimañas de su parte.

 En el país del todo vale los actos no tienen consecuencia y nadie pide perdón, afianzando la cultura en los seguidores electores y sobre todo en jóvenes y niños, de la ley del "todo vale" y del cinismo y la negación, fenómeno que ha salpicado casi todas las campañas políticas de los individuos que aspiran a ocupar el cargo de mayor poder en la sociedad colombiana, normalizando así el delito además de dañando y corrompiendo las   consciencias de las nuevas generaciones

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