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Cultura  |  29 agosto de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Novela recomendada: Lo que tu maldad me trajo

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Se llama Mara Campuzano. Tiene 28 años. Ninfómana. Su mascota es un mangle que cuida de noche y de día. Trabaja como fotógrafa en Quépasa, un pasquín sensacionalista experto en fleteos, incendios, machetazos, suicidios, chicas prepago en el parque Lleras, travestis de la Mayorista, silleteros en desfile. Junto a su jefe, Mao Benítez, un sesentón copisolero que adora el latín, y su colega, Quique Manjarrés, redactor estrella de un diario estrellado, vivirán la aventura de todo crimen, pero su resolución es lo de menos, lo importante es lo que está en el medio...

Por eso, para encontrar al asesino de Salvador Santamaría Samudio, tendrán que entender quién asesinó a Christian Camilo Paternóster, un efebo veinteañero que aparece lelo en el Acuario de Medellín.

Esteban Carlos Mejía ha conseguido trasladar el humor, la ironía, el parlache, los cultismos, la literatura y las canciones populares a una fabulosa novela en la que lo verdaderamente importante es el hallazgo de la voz de su protagonista, Mara, quien va por la vida con un lema claro: “Yo no tenía pruebas, pero tampoco tenía dudas”. Millennial mood.

Sobre Estaban Carlos Mejía:

Nació en Medellín. Su ópera prima, Mentirás al prójimo como a ti mismo, ganó en 2000 el Primer Premio Nacional de Novela Universidad de Antioquia. Ha publicado las novelas I love you putamente (2007), Hagan el favor de hacer silencio (2013), Esos besos que te doy (2016) y el relato para niños La última batalla de Juanene (2019).

Con Isabel Barragán, amiguita de ensueño, charla de literatura, cotorrea sobre libros viejos o nuevos y hasta chismosea de escritores en su columna de El Espectador. Hace lo que quiere y quiere lo que hace: leer, escribir o ver cine en cuanta plataforma se le atraviese. No sabe nadar, pero casi siempre va contra la corriente.

A veces quiere escapar y ser feliz, aunque la felicidad esté tan sobrevalorada. Malcriado por su abuela materna -mamá Julia- y sus tías -las señoritas Valderrama- aprendió a hacer pipí sentado y a no revelar la edad.

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