En estos días iba caminando por el norte de Armenia y noté un letrero en un poste junto a un restaurante chino que decía: “Se necesita mujer para fines de semana”.

Me dio risa y vergüenza y pena ajena y rabia porque obviamente lo que necesitan allí es una señora que trabaje el fin de semana en la caja del restaurante o como mesera o en la cocina o haciendo domicilio, y es que esto es muy común. El otro día veía una entrevista que le hacían a un jugador de fútbol después de un partido, y decía: “nos gusta meterla, juntarnos todos, tirar unos pases y meterla adentro, nos encanta eso”, de una miré al televisor y pensé primero en una fiesta de esas donde pasa de todo, luego en un abuso sexual, de esos perturbadores.

Y es que el lenguaje que utiliza la gente confunde, o mejor, se presta siempre para darle un doble sentido y a veces para mal interpretarlo, o si no pregúntenle al presidente Petro.

Creo que este tipo de cosas que pasan a diario ya hacen parte de nuestra cultura, de lo que somos, del colombiano, porque solo funciona acá, solo tiene gracia acá, porque imagínense que el letrero del restaurante chino lo hayan puesto en un poste en Chile o en Madrid o en Islandia, sería un mensaje literal, absurdo, hiriente.

Es algo ya muy del lenguaje de nosotros, y hay chistes y memes, pero de todas formas es importante saber y tener conciencia de lo que se dice, medir lo que se dice y así no pasar tantas vergüenzas.