El Eje Cafetero le abre sus puertas a los Juegos Deportivos Nacionales, por cuarta vez en la historia. Con las ediciones de Caldas, en 1938; Risaralda, en 1974; y Quindío, en 1988, la región ya contaba con la experiencia suficiente para recibir a lo mejor del deporte colombiano y esta vez con un plus especial: los Juegos Paranacionales, que en los años anteriores en los que la región fue anfitriona, no había tenido la posibilidad de albergarlos.

Este evento, que desempeña un papel crucial en el fomento del nuevo talento deportivo, tendrá un total de 7.889 atletas de 33 delegaciones, que estarán presentes para demostrar sus virtudes, valores y bondades, que también se convierten en la viva representación de las cualidades que tiene la población colombiana, resiliente, emprendedora e inagotable.

Realizar unos Juegos Nacionales y Paranacionales trae consigo beneficios que se ven reflejados en el fortalecimiento económico local, gracias a la infraestructura deportiva, al turismo, la generación de empleo, además del desarrollo deportivo de la región y, precisamente, son los deportistas los que más sacan pecho con recibir estas justas en el Eje Cafetero.

Es así como los Juegos Deportivos Nacionales y Paranacionales se convierten en un evento que destaca el orgullo, honor y pasión de los atletas por su región, el reflejo de la capacidad que tienen y un impulso para el crecimiento económico en la región.