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Cultura  |  11 diciembre de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Catolicismo en China

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La fuerza de Europa no se encuentra en sus armamentos, ni en sus conocimientos, sino en su religión. Observa la fe cristiana. Cuando hayas captado su corazón y su fuerza, tómalos y dáselos a China.

Xu Jingcheng, diplomático chino (1845 – 1900)

Gloria Chávez Vásquez

Cuando Mao Zedong declaró a la China estado ateo (1949), la Iglesia Católica en ese país se dividió en dos: una “patriótica” o comunista y la otra clandestina. Dos años más tarde, cuando Pekín pretendió designar dos obispos, Pío XII los excomulgó. El régimen respondió expulsando al nuncio apostólico, rompiendo así, sus relaciones diplomáticas con el Vaticano.

El actual acercamiento del Papa Francisco con Pekín inquieta a los católicos que sobreviven en China. Según ellos, el convenio de septiembre, 2018 para el nombramiento de obispos, es más una transacción entre el Vaticano y el gobierno comunista con la que, ni Pio XII, ni Papas posteriores, estuvieron de acuerdo. Dejar las decisiones en manos del régimen es igual a ir en contra de los intereses de la Iglesia y sus feligreses. De hecho, el comunismo chino nada tiene que ofrecer a una población cada vez más necesitada de guía espiritual, por lo que sus ciudadanos comienzan a rescatar las tradiciones proscritas por el gobierno. De esa forma oxigenan su vida en el agreste materialismo marxista-leninista-maoísta.     

Aunque la gran mayoría del billón y medio de ciudadanos chinos no se identifica con ninguna religión, cada vez más jóvenes se acogen a las creencias tradicionales de sus mayores, que en muchos casos, es una forma de sincretismo religioso entre budismo, taoísmo y confucianismo. Las regiones étnicas, más rurales, aun practican el chamanismo y las aledañas al Tíbet, son adeptas del budismo tibetano. Uno de los mayores cultos en China es el de Falun Gong movimiento filosófico-religioso más organizado y muy perseguido desde 1999, ya pasa de los 70 millones de practicantes.

A pesar de los agresivos esfuerzos del régimen por erradicar la religión en China, hay unos 300 millones de creyentes, y su número sigue creciendo. En 2007 conformaban un 31,4% de la población. Para 2020 el porcentaje pasaba de 47%. De ese estimado, 5,1% son cristianos, 10 millones de los cuales son católicos.

La sabiduría de dos Maestros

Es posible que las enseñanzas de Confucio (551- 479 A.C.) compiladas en los Analectos, hayan allanado en China, el camino de las enseñanzas de Jesús. Uno de los intelectuales católicos más importantes en la historia de la época de la República China está para atestiguarlo.

Educado en la religión protestante con la filosofía de Confucio.  Lu Zhengxiang (Lou Tseng-Tsiang) (1871-1949), fue un destacado diplomático y estadista que ingresó en la Iglesia Católica en 1911 y se convirtió en monje benedictino en 1927.

Su padre era catequista en la Sociedad Misionera de Londres y Lu, que nació en Shanghái, pasó la mayor parte de su infancia en el extranjero. De regreso a China ingresó en la Escuela de Lenguas Extranjeras de Shanghái, especializándose en el francés. Graduado en la Escuela de Intérpretes adjunta al Ministerio de Asuntos Exteriores, en 1893 fue destinado a la embajada china en San Petersburgo.  Allí se casó con Berthe Bovy, una ciudadana belga, (1899) y ese mismo año se convirtió al catolicismo.

Formó parte de la delegación china en la I y II Conferencias de Paz en La Haya (1899 y 1907) mientras que, como embajador, representó a la dinastía Qing ante los Países Bajos y Rusia. Fue primer ministro plenipotenciario de su país, fundador de la Sociedad China de Derecho Internacional y líder de la delegación de su país en la Conferencia de Paz de París en 1919.

De diplomático a postulante

Al concluir la I Guerra Mundial (1914-18), los lideres de 36 países, encabezados por Inglaterra, Francia y Estados Unidos formaron una Junta que se reunió en Francia (1919), con el fin de establecer la paz y penalizar a Alemania como responsable de las muertes y los daños causados durante el conflicto. La delegación japonesa insistió en que sólo apoyaría los objetivos de la conferencia si los derechos coloniales de Alemania en China se transferían a Japón.

El artículo 156 del Tratado de Versalles transfirió Shandong, la colonia alemana en China, al Japón. Cuando la Junta anunció que no toleraría una firma con reservas expresas contra ningún artículo, Lu Zhengxiang se negó a firmar el tratado. Para los chinos, la conferencia de Versalles fue más un insulto a su dignidad y soberanía que una celebración de Paz. Especialmente después de la sangrienta guerra de Japón a China para arrebatarle ese territorio.

En la década de los 20s Zhengxiang representó a su país en la Sociedad de Naciones en Ginebra. Tras la muerte de su esposa, en 1926, se retiró de sus actividades diplomáticas para convertirse en postulante, bajo el nombre de Dom Pierre-Célestin, en el monasterio benedictino de Saint-André en Brujas, Bélgica. En 1935 fue ordenado sacerdote.

¿Confucio o Cristo?

Durante la II Guerra Mundial (1939-45) Lu se dedicó a dar conferencias sobre el Lejano Oriente para despejar el misterio de la cultura y sus gentes, en el mundo occidental. En 1942 cuando Alemania invadió a Bélgica, el monje, de 72 años, comenzó a documentar sus ideas y experiencias. Sus memorias detallan la vida con su esposa, — con quien no tuvo hijos— así como la historia de los conflictos políticos en Asia y en Europa de los cuales fue testigo.

Por fin en 1945, publica sus escritos con el título de Souvenirs et Pensées. El libro, considerado un clásico entre los católicos, fue traducido al inglés como Ways of Confucius and of Christ y en español como Caminos de Confucio y de Cristo.

En sus numerosas publicaciones posteriores, Lu busca trasmitir sus ideas y guías prácticas de la vida espiritual, a sus compatriotas. Para él, las enseñanzas de Jesús son la culminación del mensaje en la filosofía de Confucio: ser un “pacificador del Universo” a través del amor.  Como en las enseñanzas de Jesús, las de Confucio se centran en el amor y consideración al prójimo, así como en el trabajo hacia la perfección personal. Confucio hace énfasis en la preparación de los maestros, lideres y estadistas, así como de todo aquel que tenga como misión asegurar el bienestar público. El desarrollo social de las virtudes naturales es una tarea primordial, especialmente para los gobernantes y líderes. Esto solo se puede aprender en el seno de la familia, porque, como en el cristianismo, la familia es para el confucianismo el núcleo más importante de la sociedad.

En agosto de 1946, el Papa Pío XII nombra a Lu, abad titular de la Abadía de San Pedro de Gante. En sus últimos años, Zhengxiang esperaba regresar a China como misionero, pero su partida fue pospuesta por causa de la Guerra Civil China cuyo resultado fue la implantación del comunismo en su tierra natal. Dom Lu murió en Brujas, Bélgica, el 15 de enero de 1949.

Pacificar el universo

He luchado toda mi vida, dentro de mis posibilidades, escribe Lu— para comportarme, ver claramente y caminar por la senda del bien, para no dejarme cegar por los prejuicios o el miedo, reconsiderando perpetuamente mis actos y deberes a la luz de la experiencia, de la reflexión y nuestra común dependencia en el cielo. Lu Zhengxiang

Ese espíritu confucianista y su experiencia con el protestantismo le permitieron reconocer los tesoros espirituales de la Santa Iglesia Romana, en donde los creyentes deducen de su fe y de su Iglesia, todo tipo de riquezas espirituales y enseñanzas nuevas y antiguas. Esto constituye “un tesoro vivo” que, de siglo en siglo, como árbol milenario, crece y da los frutos que nutren el espíritu cristiano.

Lu Zhengxiang experimentó la unidad de Oriente y Occidente como el diplomático y estadista que fue. Como mediador y pacificador fue fiel al lema benedictino honorare omnes homines dando ejemplo y testimonio del mensaje cristiano, mezcla de verdad y de bondad, en un mundo necesitado de paz y de armonía. Mike Aquilina, periodista e historiador estadounidense, autor de Los Padres de la Iglesia reconoce en la literatura de Lu, las ideas de un maestro y guía espiritual, refrescante y renovador para los cristianos, especialmente los católicos.

“Su mensaje está calibrado para el momento actual —dice el escritor —porque es luz y sabiduría del pasado, proyectadas hacia el futuro”. 

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos desde 1970. Es autora de varios libros entre cuentos, poesía, ensayos y novelas. Su libro más reciente Mariposa Mentalis está disponible en Amazon en sus versiones física y digital.  

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