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Cultura  |  22 enero de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Mañana y tarde, Novela de Jon Fosse

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Un ensayo del escritor colombiano Umberto Senegal sobre la novela Mañana y tarde, del premio nobel de literatura Jon Fosse.

“¿Para quién escribo? Para Dios. Escribir es como rezar”, testifica Fosse, teocéntrico. Tal particularidad religiosa me acerca demasiado a él. Y a su bibliografía. Si desea leer al escritor noruego Jon Olav Fosse; si pretende profundizar cualquier cadencioso libro de uno de los más sólidos premios Nobel de literatura en los recientes 20 años, novelista contemporáneo con una de las más flexibles prosas narrativas de los 116 escritores a quienes se les ha otorgado el célebre galardón; si puede leer de Fosse su nouvelle Mañana y tarde, en cualquier momento o durante la noche cuando el desbocado insomnio le compruebe que sigue solitario en su alcoba y a nadie importan sus desvelos; leerlo, mientras a su lado tantos viven y tantos de quienes existían ya están muertos; hoy, al agotársele otra semana de las que le restan de vida, le insinúo intimar con dicho libro. Emprender la lectura de tan vertiginosa noveleta. Tal vez, como Sebastián mi instruido amigo orgulloso de “no ser novelero”, usted nunca alternará con esta novela. Y ninguna, del medio centenar de libros publicados por Fosse. Mucho menos con Septología. Libros costosos. Esto le distanciará de su expresivo universo. Tampoco leerá su teatro, aunque este piadoso escritor católico noruego, quien con frecuencia comulga en su pueblo, sea un descomunal dramaturgo contemporáneo. Nunca conocerá sus relatos. Tampoco sus ensayos y mucho menos su poesía. El tiempo que usted dilapida enterrado, y hundido, y sumergido, y sepultado entre su celular, no le admitirá una hora sosteniendo el libro en las manos y realizando satisfecho, perceptivo, el nada sencillo proceso visual de la lectura. Usted no tiene tiempo para libros. Usted es otra marioneta más en las mallas de un nano influencer. O un micro influencer. O un macro influencer. O un mega influencer. O un celebritie. O un influencer de nicho. O un professional influencer. O un brand advocate. O un everyday influencer. Pobrecito usted, se embrollará con la manera de escribir Fosse. Estas fases del día, Mañana y tarde, según lo advierte tan certero y metafórico título, corresponden al primero y último día de la vida del pescador Johannes. Principal protagonista. Horas anteriores al nacimiento y ulteriores a su muerte. Este espectral flujo de conciencia de Johannes con exclusión total de guiones formales en los diálogos; no puntear la conclusión de enunciados; extendidos párrafos sin puntos seguidos; continuidad turbulenta de oraciones separadas por comas y uso iterativo, casi que monótono, de la conjunción copulativa «y», no están dentro de sus habituales parámetros de lectura, suponiendo que usted lea novelas. El tiempo despilfarrado dentro de su celular, desordenándose entre diversas aplicaciones, se le acaba mientras hace incontables envíos y reenvíos pueriles. No querrá leer Mañana y tarde.

Dice Albert Puigdueta, otro de los editores del dramaturgo, novelista y poeta Jon Fosse: «Su obra pone en el centro a la literatura como exploración continua de la posibilidad expresiva del lenguaje. En sus novelas y cuentos hay melancolía y también luminosidad, hay paisajes y atmósferas de gran intensidad, y personajes embarcados en una búsqueda de sentido, de alguna forma de trascendencia, ante ese misterio irresoluble que supone la existencia”. Aplicable, ciento por ciento, a la absorbente nouvelle Mañana y tarde. Vida y muerte. Principio y final. Sobre todo, muerte. Así querremos morir todos, como Johannes. Una sola frase que sin descaminarse de la idea central se extiende descriptiva e introspectiva a lo largo de numerosas páginas, consolidada por letras mayúsculas sirviendo de tregua visual y dándole a su prosa narrativa fisionomías de versos dispuestos en las páginas como si fueran un poema. Es otra de las transgresoras peculiaridades formales no solo de esta breve y fantasmagórica novela, sino de vasto tramo de la obra del narrador noruego Jon Fosse. Escrita en Nynorsk, lengua noruega relacionada con valores nacionales y cultura provincial. Con la magistral traducción al español de la doctora en literatura comparada Cristina Gómez-Baggethun, investigadora y crítica, y su madre Kirsti Baggethun. “Escribir en Nynorsk puede ser señal de que tu identidad está más ligada a valores locales que al estilo urbano, y que tus raíces locales son importantes para ti.» Con la visibilización internacional de la obra de Fosse, tal expresión lingüística tomará más impulso dentro y fuera de Noruega. Una frase con su sentido completo, una expuesta idea, un objeto como este barco de gablete en el cual Peter y Johannes salen de viaje hacia ese lugar donde “todo lo que te gusta está allí, y todo lo que no te gusta no está”; como este cigarrillo, acompañado con café, frecuente en Johannes tan pronto se levanta y que, como alegoría, cruzará encendido o apagado gran parte de la concisa novela, igual que cualquier otro minúsculo detalle, comienzan a repetirse y a girar, a volver una y otra vez, cíclicos, a su sentido original. Y estos cangrejos. Y este día tan frío y gris. Y esta larga, cada vez más larga cabellera de Peter, en lugar de rebotar repetitivos o importunos, configuran desde lo morfosintáctico otros espacios objetivos, subjetivos y otra musicalidad. Mañana y tarde. Entre el decir y el pensar de los protagonistas, esta galopante novela breve es torrencial flujo de conciencia entre marejadas de imágenes. Abrupta transición del bebé al anciano Johannes, “de la nada a la nada, ese es el curso de la vida”. Manejando con equilibrados ritmos la eufonía de las reiteraciones, es insólito en la novelística contemporánea el tono de Fosse en esta noveleta de envolventes ramificaciones verbales poéticas.

Junto con su madre Kirsti, Cristina Gómez-Baggethun es de las más autorizadas traductoras de Fosse al español. Considera tarea ardua, entretenida, traducir a Fosse. Su estilo es “semejante en todos los géneros que cultiva, como si todo fuera poesía. No usa puntos sino numerosas comas”. Y dice la novelista cubana Wendy Guerra: “Leer a Fosse, es traducir y hacer reconocible la cartografía endémica y literaria anclada en el deshielo de las emociones”. Una de las novelas para autoiniciarse en la narrativa del noruego, es Mañana y tarde. De contundente impacto visual. Así mismo, Trilogía (Vigilia, Los sueños de Olav, Desaliento). Enérgicos ejercicios intelectuales y ópticos para luego ensayar ascender el Sagarmāthā de su colosal Septología. En Fosse, entras desnudo al laberinto donde, girando sin encontrar fácil la salida, Jon con su mirada poética te provee, durante el éxodo por sus libros de teatro, su poesía o sus novelas, con un radiante ovillo de Ariadna, no para encontrar la salida ni abandonar recodos del lenguaje cotidiano, despojado de conceptos connotativos o denotativos, sino para que irrumpas en excepcionales sinuosidades verbales dentro del texto. Fosse deshila, al máximo, torzales de toda red sintáctica para entrelazar con las palabras y sus repeticiones nuevos entramados de imágenes e ideas, relatando una y otra vez, aquello que perdemos de vista en una sola frase. En su ensayo: Fosse, el teatro de la palabra esencial (2018), José Gabriel López Antuñano manifiesta que el lenguaje de Jon se convierte en “una escritura minimalista, con una concisión léxica llevada al extremo y construcciones sintácticas reducidas con frecuencia a sustantivo y verbo”. Mediante urdimbres léxicas que establecen micro-universos dentro del cosmos narrativo visible a primera lectura, compone cuanto piensa relatar y mucho más. No he hallado a nadie ni nada igual en la novelística contemporánea. Fosse vigoriza su polifónico experimento narrativo sin incurrir en lo ilegible. Es su magistralidad de novelista, cuentista, poeta y dramaturgo. El peregrino rural de Strandebarm, cercano al fiordo Hardanger, reconoce en su obra influjos de procedimiento y formas de Beckett, Bernhard, Pinter, Trakl y Tarjei Vesaas. Este, de los novelistas noruegos cardinales del siglo XX y XXI. Ignoro cómo sonará su prosa en Nynorsk pero, en el español que nos traducen las Baggethun, es algarada de arcángeles y cigarras. Estruendo de gotas de rocío deslizándose por entre violines, trombones, saxos y clarinetes. En el principio fue el verbo. Y de este verbo está hecha la materialidad, energía, armonía e imágenes de la prosa foseana. Tal atributo para escribir y transformar la palabra, mutándola hacia ella misma y hacia otros significados, solo puede poseerlo un escritor teocéntrico. Un narrador que cree en Dios y lo realiza a cada instante con la respiración de su prosa.

Discrepo del filósofo valenciano Joan Arnau, erudito autor de Antropología de Budismo, respecto a que la de Jon Fosse sea: “voz temblorosa de quien ha visto algo que no se puede contar ni entender”. Leyendo Mañana y tarde, o Blancura, o Tríptico, pero en este caso Mañana y tarde, confirmo que en realidad su acento y contrastes, sus frases y silencios, en particular los intervalos al relatar particularidades de lo visible y lo no perceptible por los sentidos, los sentimientos y emociones, no trasluce ninguna voz trémula. Sí ha visto, presentido, e intuido algo que no se relata fácil porque no existen las palabras adecuadas para hacerlo con uno mismo o con otros. Pero la de Jon es voz segura de sí misma al narrar, revirtiéndose insistente y categórica, al rubricar detalles de lo cotidiano. Saliendo de sus límites racionales y evocando pormenores de lo absoluto. Fosse ensaya contarnos, y nos cuenta, y nosotros entendemos eso que no se puede entender, pero que su narrativa y su poesía y su teatro logran comunicar: “…y entonces Johannes oye una voz que dice que ya va siendo hora de que se decida y la voz es la de Peter, pero ¿de qué demonios habla? Johannes no entiende nada, nada de nada, piensa, y se vuelve, y ahí abajo en la orilla está Peter, igual que antes, como si nada hubiera pasado, y Johannes piensa que seguramente Peter le está tomando el pelo…” La muerte aún no reconocida. Desde la página 97 a la 102, final del libro, concurrimos a una de las más etéreas y volátiles, esperanzadoras formas del ser humano afrontar la muerte, escritas en la novelística contemporánea. La muerte levando anclas con decisiva suavidad. Sin suplicios físicos. Ni agonías dramáticas. Dios, concédeme la gracia y la dicha, el poético éxtasis de morir así. Y como también expira el personaje de la novela Blancura. Siento que aquí enraíza su misticismo de la vida habitual, denominado por Fosse realismo místico. Dicha religiosidad que abarca no solo su obra sino su vida, arraiga en su teocentrismo católico desde cuando algunos místicos medievales españoles, sobre todo Eckhart, han sido esenciales en su existencia y su obra. Si desea regocijarse con la lectura de novelas como Mañana y tarde, el lector tendrá que acostumbrarse, vertiginoso, a su sintaxis con extendidos periodos de nada usuales trabazones hipotácticas y paratácticas. Guy Puzey, profesor de estudios escandinavos de la Universidad de Edimburgo, señala: “Hay mucha repetición de expresiones bastante simples que luego adquieren un significado más profundo y te hacen reflexionar sobre lo que hay entre líneas”. Mañana y tarde, representa el legado novelístico de la sencillez, soledad, fe y paisaje rural nórdicos. “No leo autores contemporáneos. Últimamente, he estado encerrado en textos teológicos”, confiesa Jon.

Dos expresiones narrativas rastreando la infinitud del ser mediante procedimientos verbales explosivos e implosivos de la palabra: Mañana y tarde. Morgon og kveld, en nynorsk. Lengua noruega en que está escrita, crepitándome por su estilo y sintaxis narrativa que, sostenida por las redundancias, facilita el orden secuencial en los diálogos y descripciones, permitiéndonos interpretar el orden de las funciones como rasgo novelístico del singular modo narratológico de Jon. Estas cadencias sintácticas que, poco a poco, el oído dispuesto localiza en sus frases a lo largo del arrollador impulso que toma la novela desde el momento en que la matrona Anna ayuda a Marta a parir al niño que se llamará Johannes, hasta la etapa final cuando “todo es uno y al mismo tiempo es diferente, es uno y a la vez exactamente lo que es”. Un 86 % de noruegos utiliza el bokmål como lengua escrita cotidiana. Un 5 % utiliza nynorsk y bokmål. El 7 % emplea nynorsk. Solo el 13 %, entre ellos Fosse en toda su amplia producción poética, narrativa y dramatúrgica, escriben frecuentemente en nynorsk. Desde mi preciosa lengua materna, el español, pienso cómo será ver y leer; y cómo pensaría yo, y cómo reflexionaría yo, los espacios narrativos tanto de esta breve novela como de la obra completa de Fosse. Entre sonoras cadencias de dicha escritura, pienso que, con sus poemas, igual que me asombra con su narrativa, me sobrevendrán estremecimientos semejantes. O superiores con sus siete libros de poesía publicados entre 1986 y 2003. Escrita en 2000 y publicada en español en 2023, se observa la transición producida en Fosse a partir de la segunda mitad de la primera década del siglo XXI. En uno de los poemas de Los movimientos del perro, Fosse discurre sobre su oficio de escritor: “si soy yo quien escribe/es un yo que cada vez es distinto porque/en los movimientos/ del texto siempre hay/un yo que escribe y este yo no soy yo/o quizá lo sea/pero es un yo tan distinto de una vez a otra/que no puedo ser yo”. Buscar conexiones lingüísticas morfológicas para describir el estilo narrativo de Fosse en Mañana y tarde, es perderse entre su laberinto de molinetes haciéndole revelar a las palabras cuanto los hombres no esperan encontrar en ellas. Fantasmagórica noveleta de 102 páginas, dividida en tres partes. Con un capítulo sin numerar. Supongo que Fosse no debe haber leído de Joaquim Machado la novela Memorias póstumas de Blas Cubas, cuyo protagonista escribe después de muerto. Más tiene la mística singularidad que no comunican la citada obra. Otra tonalidad narrativa que sin ser dramática atesora características tanatológicas novedosas. Peter vuelve de la muerte para ayudarle a su amigo Johannes a enfrentar su propio fallecimiento.

Asegura el poeta y novelista mejicano Luis Panini, consecuencia del efecto que le causó la lectura de Melancolía, novela extensa de Jon Fosse: “Un escritor de suma originalidad por su manera de cavar túneles en los intersticios cerebrales más recónditos de sus personajes. Pocos autores son capaces de detonar una especie de trance mientras se les lee”. Panini, otro de quienes afrontan con arrobamiento este “trance” literario, verbal embrujo de conjuros con frases y párrafos narrativos adoptando ritmos de arrebatadora expresividad religiosa, con giros de danza chamánica, para generar en los lectores exaltaciones intelectuales y expresivas, nada genéricas al leer novelas clásicas o contemporáneas. Sinestesia narrativa donde la lectura de Fosse estimulará en muchas personas sensaciones físicas derivadas de las incesantes repeticiones. Sucede con la lectura de la novela breve Mañana y tarde. Bien porque usted continúe su lectura, o renuncie a leer una página más, por incapacidad visual y auditiva de salirle al encuentro a esas envolventes espirales sintácticas que caracterizan toda la producción literaria del reciente premio Nobel de literatura, ninguno queda impasible frente a su extraordinaria contundencia lingüística. Como Fosse en sus novelas, pocos autores contemporáneos son capaces de revolcar, de tal manera, el lenguaje. La alineación de las frases. Los espacios entrañables de los personajes. En esta nouvelle, Peter, condescendiente y razonable, con base en su personal experiencia regresa de la muerte para ayudarle a su amigo Johannes a enfrentar su propio fallecimiento. Es una de las más sencillas y hermosas novelas de Jon Fosse que puede ayudarle a participar de su universo narrativo. Johannes, y Peter ayudándole a pescar cangrejos para desacostumbrarlo a la vida. Ambos dentro de un mundo entre lo fabuloso y lo habitual. Con elementos verídicos e irreales de uno y otro, establecen un infrecuente dúo literario que, durante el diálogo de ambos personajes a lo largo de las últimas seis páginas de la novela, alcanza inmensa elevación poética en el tratamiento literario del posible estado de un individuo después de su muerte. Más que cristianas y católicas, Mañana y tarde engloba nociones teosóficas sobre la autopercepción de la muerte con este difunto que tarda para descubrir que está muerto. Johannes evidenciando su rutina desde otros lugares: “No se está ni bien ni mal, pero aquello es grande y apacible y un poco trémulo, y luminoso, por decirlo con “palabras que no dicen gran cosa”. Igual que en Blancura, Fosse expresa sus creencias literarias en torno al proceso de enfrentar dicha magnitud del ser y el no ser. Apacible ambiente donde “el cielo y el mar son como una y la misma cosa y el agua y las nubes y los vientos son como una y la misma cosa y luego todo, el agua y la luz están en una y la misma cosa”.

Fragmento de la novela Mañana y tarde, del escritor Jon Fosse

I

Más agua caliente, Olai, dice la vieja matrona Anna

Venga, no te quedes ahí parado en la puerta de la cocina, dice

Ya, ya, dice Olai

y nota un frío y un calor extenderse por su piel y la piel se le eriza y una felicidad recorre todo lo suyo y se le sale por los ojos en forma de lágrimas cuando corre hacia el fogón y empieza a llenar una artesa con agua humeante, así que agua caliente, por agua no será, piensa, y echa agua en la artesa y oye a la vieja matrona Anna decir que con eso basta, será suficiente, dice, y Olai levanta la vista y ahí está la vieja matrona Anna, cogiendo la artesa

Ya la llevo yo, dice la vieja matrona Anna

y en ese momento suena un grito contenido en la alcoba y Olai mira a la matrona Anna a los ojos y sacude la cabeza ¿y no esbozará también una sonrisilla?

Paciencia, dice la vieja matrona Anna

Si es niño, se llamará Johannes, dice Olai

Ya veremos, dice la vieja matrona Anna

Pues sí, Johannes, dice Olai

Por mi padre, dice

No le veo inconveniente al nombre, dice la vieja matrona Anna

y suena otro grito, ya más abierto

Paciencia, Olai, dice la vieja matrona Anna

Paciencia, dice

¿Me estás oyendo? Dice

Paciencia, dice

Tú que eres pescador sabrás que en un barco no caben mujeres, dice

Ya, ya, dice Olai

Pues aquí pasa lo mismo con los hombres, sabes lo que traen ¿no? dice la vieja matrona Anna

Sí, ya, traen desgracias, dice Olai

Eso, desgracias, dice la vieja matrona Anna

y Olai ve a la matrona Anna enfilar hacia la puerta de la alcoba con la artesa con agua caliente por delante, con los brazos estirados, y de pronto la matrona Anna se para en la puerta de la alcoba y se vuelve hacia Olai

No te quedes ahí parado, dice la vieja matrona Anna

y Olai se estremece ¿estará él trayendo desgracias sin pretenderlo? es lo último que quiere ¿no irá a perder a su Marta, a su querida, ¿amada y respetada Marta, a su novia, a su mujer?  no la irá a perder ¿no? no, no puede ser

Anda, cierra la puerta de la cocina y siéntate en tu silla, dice la vieja matrona Anna

y Olai se sienta ante la mesa de la cocina, hinca los codos sobre el tablero y apoya la cabeza en las manos y menos mal que llevó a Magda a casa de su hermano, piensa Olai, cuando salió a buscar a la vieja matrona Anna llevó primero a Magda a casa de su hermano, y no estaba seguro de si hacía bien porque Magda ya es casi una mujer, los años pasan volando, pero Marta le pidió que lo hiciera, cuando se puso de parto y lo mandó con la barca a buscar a la vieja matrona Anna, le pidió que se llevara a Magda a casa de su hermano para el parto, era demasiado joven para enterarse de lo que le esperaba de adulta, dijo, y Olai le hizo caso, claro, aunque ahora preferiría tener a Magda consigo, siempre ha sido una chica inteligente y sensata, buena en toda su conducta, la hija le salió buena, piensa Olai, aunque luego dio la impresión de que Dios nuestro Señor no iba a darles más hijos, Marta no volvió a quedarse preñada y pasaron los años y poco a poco se fueron haciendo a la idea de que no tendrían más hijos, así es la cosa, es lo que nos ha tocado, se decían, y daban gracias a Dios nuestro Señor por haberles dado a Magda, porque sin ella la vida habría resultado algo triste allí en el Islote al que se fueron a vivir, y fue el propio Olai quien construyó las casas, con ayuda de sus hermanos y sus vecinos, desde luego, pero la mayoría la hizo él y cuando le pidió a Marta que se casara con él, ya había comprado el Islote, lo consiguió a buen precio, y luego se lo pensó todo muy bien, se pensó dónde construir la casa, que tenía que estar abrigada del viento y el temporal, y se pensó dónde poner el muelle y el cobertizo para el barco, no fueran a venirle luego diciendo, y lo primero que construyó fue el muelle, y lo hizo en una cala tranquila encarada hacia tierra, bien abrigada del viento y el temporal que acechan el Islote por el oeste, y luego construyó la vivienda, y quizá no le saliera muy grande ni muy bonita, pero sí lo suficiente, y ahora, ahora Marta por fin estaba pariéndole un hijo ahí en la alcoba, por fin iba a nacer el niño Johannes, porque eso era seguro, pensaba Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, y ojalá la cosa fuera bien, ojalá Marta pudiera parir al niño, traerlo al mundo, ojalá el niño Johannes no se atascara en el vientre de Marta y ojalá sobrevivieran tanto ella como el niño, ojalá no le pasara a Marta lo mismo que le pasó a su madre aquel día tan espantoso, no, eso no se puede ni pensar, piensa Olai, porque ¿acaso no han estado bien, Marta y Olai? quererse se quieren desde el primer día, piensa, pero ¿y ahora? ¿ahora va a perder a Marta? ¿tan mal le quiere Dios? no, claro que no, pero Olai siempre ha pensado que en este mundo manda Satanás tanto como manda el buen Dios, este mundo tiene que gobernarlo en gran medida un dios inferior, o el mismísimo Maligno, aunque tampoco del todo, porque el buen Dios anda también por aquí, así es la cosa, piensa Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, hasta ahora el buen Dios había venido a él, Olai tenía una buena vida, y con lo que él quería a su mujer y a su hija Magda, no tenía derecho a quejarse, claro que no, mientras tuvieran a Magda no podían quejarse de su suerte, más bien debían dar gracias a Dios nuestro Señor por habérsela concedido, así pensaban ellos, tanto Marta como él, pero resulta que un día a Marta empezó a crecerle el vientre y entonces vieron claro que Dios nuestro Señor iba a darles otro hijo y cuando ya no cabía ninguna duda, dieron gracias a Dios nuestro Señor por bendecirles con otro hijo y esta vez sería un varón, ahora nacería el pequeño Johannes, de eso Olai estaba bastante seguro, y ya habían llegado el día y el momento, solo que la cosa se alargaba y se alargaba, pensaba Olai, ante la mesa de la cocina con la cabeza entre las manos, ahora nacería un varón, eso seguro, lo que no estaba claro era si conseguiría llegar con vida a este mundo cruel, pues sí, eso era lo que se estaban jugando, pensaba Olai, pero si el niño naciera con vida, no cabría duda de cómo se llamaría, hacía ya mucho que Olai le había dicho a Marta que el niño que llevaba en el vientre se llamaría Johannes, por su padre, y ella no había puesto objeciones, porque era lo suyo, dijo Marta, que el niño se llamara Johannes como el padre de Olai, piensa Olai ¿y por qué estarán ahora tan calladas ahí en la alcoba? ¿se estará complicando la cosa? pero todo parecía ir bien cuando la vieja matrona Anna pasó por la cocina para coger más agua caliente…

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