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Columnistas  |  26 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Colegio de Abogados del Quindío

Redes: ¿sociales o antisociales?

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Colegio de Abogados del Quindío

Columna del Colegio de Abogados del Quindío

 

Por: Fernando Elías Acosta González *

 

Siempre se ha dicho que “las cosas no son ni buenas ni malas por sí mismas; depende del uso que se les dé”. Históricamente uno de los casos más emblemáticos es el de la dinamita, descubierta por el químico e ingeniero sueco, Alfred Nobel, quien pensó que sólo se utilizaría con buenos propósitos, sin embargo, con tristeza, decepción y frustración, se dio cuenta de que estaba siendo usada con fines bélicos y terroristas, para causar muerte y destrucción. Para resarcir un poco lo que estaba ocasionando su invento, en su testamento dispuso la creación de un fondo para reconocer a quienes realizaran destacados beneficios para la humanidad. De allí nació la fundación que lleva su nombre y que cada año entrega los Premios Nobel.

Algo parecido sucede con infinidad de cosas, entre ellas el internet y las redes sociales. El primero se creó en 1969 y fue una verdadera revolución; sin su acceso, hoy el mundo sufriría un colapso. Gracias a esa gigantesca red, se hizo posible la aparición, entre muchas otras, de Facebook en 2004, Twitter en 2006, WhatsApp en 2009, Instagram en 2010 y TikTok en 2016, esta última de origen chino. LLan Shapiro, un reconocido médico norteamericano, las sintetizó así en un artículo publicado en el periódico Los Ángeles Times: “están diseñadas como tal para maximizar la viralidad, la interacción y las ganancias”.

Con su surgimiento hicieron su debut el ciberacoso, phishing (engaño) y fraudes, exposición a contenido inapropiado, problemas de privacidad y seguridad de datos e impacto en la salud mental. Es tal el mal y a veces delincuencial uso que se les está dando, que hace rato están prendidas las alarmas en no pocos países del mundo, en donde diversos sectores claman por una severa regulación, pues los desmanes a través de ellas parecen no tener límites.

Me motivó precisamente a compartir esta reflexión, un reciente hecho en el que fue protagonista una querida y respetada colega tanto por el lado del periodismo como del derecho: Sandra Milena Urrea Orlas. Ella como abogada penalista, asumió la defensa de una joven que en estado de alicoramiento ocasionó un grave accidente al norte de Armenia con víctima fatal. Quienes la conocemos desde que se desempeñaba en los medios de comunicación y posteriormente en su labor como litigante, podemos dar fe de dos cosas: que es una gran dama y además juiciosa, estudiosa, así como correcta y honesta profesional. 

Pero desde las redes sociales “le llovieron rayos y centellas” por la forma en que encaró el proceso penal de la citada ciudadana. Siempre actuó dentro de la Constitución, la ley y las normas procesales. “No hizo ningún torcido”, simple y llanamente echó mano de las herramientas jurídicas y cumplió a cabalidad su rol frente a la Fiscalía, el juez y la procesada. El ‘matoneo’, los insultos y las descalificaciones que le hicieron fueron tan terribles, que se vio obligada a hacer pública tal situación y ponerla en conocimiento de las autoridades competentes.

Qué preocupación con tanto desadaptado social, energúmeno y esquizofrénico “suelto por ahí”, navegando en las redes sociales, descargando su furia, su frustración o animadversión contra personas inocentes o profesionales que sólo están cumpliendo con su deber, como lastimosa y tristemente ocurrió con la abogada aludida. ¿A dónde iremos a parar? Nadie está libre de caer en las garras de un depravado internauta que la emprenda contra usted y que inocule todo su veneno por alguna de esas plataformas digitales y “en menos de lo que canta un gallo”, su reputación, su prestigio y su dignidad estén por el piso.

 * Colegiado

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