Iván Restrepo R

La semana anterior, más exactamente del jueves 18 al viernes 19, emprendimos viaje un divertido grupo de excompañeros de bachillerato de mi amado colegio Robledo de Calarcá, 16 en total. Cita en la plaza de Bolívar de Calarcá a las 7 am, todos muy puntuales, efusivos saludos y ¡listo!, cogimos carretera hacia el Tolima, más exactamente hacia la población de Murillo, ubicada a más o menos 4.150 msnm. Por simple reflejo, me ubiqué en los asientos de retaguardia en la buseta, tal y como siempre, sentarme en los puestos de atrás para poder observar a todos los demás (costumbre que aplico desde la escuela primaria hasta la universidad).

Qué bueno resulta viajar hoy en día desde nuestro Quindío vía al Tolima;  Cajamarca está a escasos 40 minutos; solo falta un corto tramo en formato doble calzada entre Cajamarca e Ibagué,  pero, hay novedades: en meses pasados han habilitado el mega viaducto que acorta ostensiblemente el tiempo del viaje al no tener que pasar por Coello, La vista desde este viaducto es una sinfonía de verde naturaleza y una evocación al antiguo camino entre Calarcá e Ibagué; dicen los expertos que una vez todos los trabajos estén terminados, los quindianos vamos a poder viajar a Ibagué en una hora y 45 minutos aproximadamente.

Llama la atención qué va a pasar con Coello (este no es el Coello de Álvaro Mutis) que a la par con otros parajes del Tolima vivieron por años y años de una economía basada en la carretera. Añoro siempre el paso por Chicoral, Espinal, Gualanday y ahora Coello y sus vecindades rurales; ya veremos qué se ingeniarán sus residentes. Los invito amigos lectores a que busquen en GOOGLE “Turismo Difuso”, es lo que se está haciendo en algunos pueblos de Europa (Italia, España, Portugal) con los pueblos que por circunstancias similares fueron incluso hasta abandonados por sus pobladores; les prometo que en otra ocasión les contaré de este novedoso modelo de turismo.

A Murillo, ubicado a unas tres horas de Ibagué, llegamos por la tarde luego de haber pasado por el Líbano, donde hicimos parada de almuerzo. Murillo es un pequeño pueblo en donde la vida transcurre lentamente (por lo menos en los días entre semana). El propietario del hotel en donde nos alojamos para pasar la noche nos hizo la aclaración que los días de fin de semana y más, cuando es puente, el número de visitantes suele ser muchísimo mayor. Háganme caso, cuando tengan la oportunidad y puedan, y mas ustedes adultos mayores, pensionados “cuchitos” (de cuyo grupo no me excluyo) y similares: cojan carretera con rumbo a los innumerables destinos cercanos a nuestro Quindío entre semana, cero atafagos en la vía, amplia disponibilidad de alojamiento, restaurantes y sitios de diversión, dispuestos a recibirlos de la mejor manera. Desde el casco urbano de Murillo es fácil tener acceso y poder disfrutar de los termales, que los hay por doquier. Para el que se quiera apuntar a este paseo de dos días una noche: levántese temprano al día siguiente, desayune y emprendan de una vez el viaje de regreso por una idílica carretera vía hacia Manizales; hay muchísimo paraje paramuno para ver y disfrutar, así como termales y lagunas, con paradas obligadas incluidos algunos de los tramos por donde pasó la avalancha del Nevado del Ruiz, historia ampliamente conocida por todos los colombianos.

A propósito de Murillo, esta hermosa población tolimense ha sido escogida por Mincomercio como candidata por Colombia al concurso de “Mejores pueblos para el turismo rural 2024” a la par con Puerto Nariño en Amazonas, Jardín Antioquia, El Cocuy en Boyacá, Orocué en Casanare, Sesquilé Cundinamarca, Paicol, Huila y El Cairo en Valle del Cauca.

Para cerrar, quiero destacar lo ameno que resulta “pasear puebliando” en la grata compañía de los amigos de la juventud, aquellos con quienes el paso del tiempo transcurre entre anécdotas, y recuerdos de esas hermosas épocas de otrora. Anímense, estos paseos son una experiencia única. Eso sí, lleven buen abrigo, el frio es tenaz.

Hasta la próxima,

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