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Cultura  |  29 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Crónicas del Juicio Final

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Reseña literaria

Por Carlos Javier Muñoz Arbeláez

Crónicas del Juicio Final

Autora: Gloria Chávez Vásquez

White Owl Editions, New York, 2005

(152 págs)

 

En el devenir literario de la literatura latinoamericana, se desprenden visos de luz, que iluminan el alma y la vida cotidiana. En la magia de su creación, el escritor, como el escultor, plasma en sus figuras, pensamiento, ansiedad, miedos, alegrías, pasión y amor de manera individual y colectiva.

Las historias de “Crónicas del Juicio Final” de la escritora colombiana Gloria Chávez Vásquez, nos proponen un encuentro, no con la muerte sino con la resurrección. Nos invitan a examinar las disfunciones sociales y buscar de ese modo una solución al problema de los siglos: la angustia existencial. Nos ofrece en el lenguaje un escape humorístico; en la ironía, en la fábula, en la parodia o en la reflexión, múltiples maneras de enfrentar, resistir y salir avante en los episodios que se nos presentan, a veces sorpresivos, en la vida diaria. 

Es el caso del ambiente con sabor a leyenda en Amo tuerto, ojo del diablo, en el que la autora sume al protagonista, en el deseo, la lujuria y la pasión por una mujer inalcanzable. El arriero de este relato, pierde un ojo y el control de su integridad moral, no solo por amor sino por testarudez. En la huida por proteger su vida, se interna en terreno desconocido y como Fausto, apuesta su alma como una especie de Mefistófeles errante que se transforma en neblina.

De la pasión y la lujuria, la autora salta a la fábula: Historia de una cornisa, acompañando en su vuelo a una paloma aventurera que emprende la fantástica liberación de su dolor, transmutando el sufrimiento de la esclavitud y trascendiendo en la caída, la incomprensión de la realidad social humana.

En la ficción Y Pedro se volvió pescado la escritora nos conduce de la mano por un sendero en el tiempo: de un monasterio en el siglo XII, santuario de oración, describiendo en el diario del abad, la transformación milagrosa de un monje, durante su ritual de inmersión en la fuente de las meditaciones, y en un bautismo de éxtasis, producto de lo carnal con la vida pura. El relato es un hechizo kafkiano en el que [Pedro, el protagonista] cree ser el escogido por las centurias, para la entrega del conocimiento universal, en el cuerpo sublime de la humanidad.

La Lira de David es una reflexión musical sobre el amor; ¡Oh infinito amor! que se alimenta a diario del beso, de la mirada furtiva, con el deseo en el cuerpo, acompañado de El Cantar de los Cantares y los arpegios de su lira, para que al final del juicio se confundan entre gotas de sudor y palabras excelsas, los cuerpos amantes. Así se interioriza a Betsabé con su ética de vida, y la fortaleza en la lucha de David con la expresión de su amor apasionado.

Una paródica interpretación de la leyenda bíblica en Sansón Melena fiel en el guion, pero una elegia a la debilidad de los fuertes ante la seducción, redimida luego por la fe en un Dios que no tiene pelos en la lengua.  

La búsqueda es una evocación del pasado. La abuela, al lado del rio de su existencia, imaginando cómo ha de ser el viaje al más allá, el último viaje, que se integra en el aprendizaje y se fundamenta y cuestiona en el juicio moral; su trascurrir por esta tierra, justo, bueno o malo, interiorizado en la búsqueda y encuentro con la muerte y finalmente su aceptación, en la paz de una sonrisa.

En el acopio de tradiciones ancestrales de América del Sur, cada palabra escrita en Crónicas del juicio final, nos recuerda que la vida está llena de recursos, que usamos en sobrevivir; en el flujo de avatares para convalecer el dolor. ¿El humo del tabaco, una fuente de sanación? En Pechi Nuches, un gusano habita en la cabeza de un niño, y se rehúsa a abandonar su hábitat. El humo del tabaco del samán, expulsando el nuche de la cabeza de su hijo, le semeja a la madre un renacimiento.

Ahora llega El Tío Luis, músico de afición, tomador de trago, hombre compasivo, excéntrico y tutelar de la bondad, que, aun con su asma, saca el tiempo para dedicar a su grata y hermosa casta. Ama a su familia, pero dispone de poco tiempo para visitas. Su corazón está lleno de caridad y ternura, profesa el amor al prójimo y en especial a aquellos más necesitados. Su familia deja la casa reluciente, esperando la visita prometida, pero un percance en el camino niega la presencia del querido tío.

Esta colección de cuentos nos permite visualizar la jornada de hombres y mujeres en medio de su agitación de vida, unos para dirigirse al trabajo, otros a una cita clandestina, otros a la reunión con los amigos al encuentro de parejas, otros a la familia. Con su pluma, la escritora nos permite, además, percibir el espectro de la intuición humana, privilegio de quienes escriben para el mundo.

La soledad y el vacío en cuentos como La décima quinta pintura negra, La hora del infierno, La máscara rota; la comedia de la muerte en La parcela, crítica al sistema educativo en El ladrón de afiches, A los depredadores sexuales en El Sr. Rojitas, al bilingüismo y la emigración en Mi sueño americano.    

En Crónicas del Juicio Final, Gloria Chávez Vásquez, su autora, alude y hace acopio de los valores, los anhelos, los deseos y la fe que han movido al ser humano hacia el mundo que tenemos y el que deseamos.

 

Carlos Javier Muñoz Arbeláez es abogado, poeta y catedrático de la Universidad del Quindío, y la Universidad de la Gran Colombia.

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