Jaime Lopera

Leer a Fernando Savater siempre será un deleite, incluso cuando sus reflexiones filosóficas --que son su fuerte desde aquel sustancioso libro con postulados morales llamado Ética para Amador-- se hacen evidentes y legibles. Aquí, en Carne Gobernada[1], está mejor que nunca porque este libro es un triunfo de la independencia personal para decir lo que quiere y donde sus mejores recuerdos le hacen corrillo a su protagonismo de senectud.

Recuerdo haberlo presentado una vez, hace ya mucho, en el teatro Yanuba cuando vino al Quindío a dictar una conferencia sobre valores humanos ante un auditorio abarrotado que respetó en silencio sus apreciaciones por muy radicales que fueran. Ese es el mismo tono de ahora, pero a los 75 años, es un poco más sincero, más abierto y aún más “rebelde y respondón”: por dicha actitud ya sabemos entonces la razón por la cual lo sacaron a patadas de un diario madrileño causado por el hecho de que la irreverencia no es un pecado sino una maldición.

No obstante, el camino que Savater elige en este libro final (decir testamentario es un ultraje) es de cierta manera didáctico, para ofrecernos muy divertidas escenas de su alcoholismo, de sus opiniones literarias, de su capacidad amatoria, de su afición por los caballos y, por supuesto, sus tremendas desilusiones en torno a la socialdemocracia y todos aquellos que todavía pretenden hacerla valer como separatistas antes que por igualitarios. No queda bien parado el PSOE español precisamente por mirarse al ombligo sin considerar que el progresismo es mucho más que el favorecimiento personal.

Desde la ciudad de San Sebastian, al lado de la famosa playa la Concha, Savater va tejiendo el hilo de lo que son unas memorias a saltos, entreveradas con reflexiones propias en las que se mezclan su amor por las mujeres que lo acompañaron y al mismo tiempo por la pertinencia de sus ensayos y cuentos que harta fama le han dado a nivel mundial. Decir que se lee de una sentada a veces no favorece a un autor porque se lo puede etiquetar de superfluo pero, en este caso, Savater es un ejemplo de literatura entretenida y de pensamientos propios que no alejan, sino que aproximan irremediablemente.

Savater tiene pues la ventaja de llegar: llega al lector porque su prosa es amena y entretenida; llega a los filósofos porque no dejar pasar sus reclamos morales; llega al político porque se ocupa de refutar las tendencias más sectarias del momento; llega a los jóvenes porque recrea y facilita el dialogo. En fin, es un llegador ---como los caballos de carreras a los que él se apunta cuando concurre fogosamente al Derby de Epson u otros similares. En su debate sobre el socialismo español nos deja claro la inadvertida tendencia a confundir la socialdemocracia con el autoritarismo propio de los sistemas comunistas con los cuales no comulga en nada que se le parezca: y es por este camino como llega al fondo de la política de su país para dolerse de sus imperfecciones y los disparates de sus protagonistas.

Mayo 2024