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Economía  |  05 octubre de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Agricultura: un juego de azar que ni el más arriesgado jugador le apostaría

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Por Juan Carlos Vásquez, Héctor Alejandro Montañez Rojas y Juan Manuel Aristizabal.

A propósito del plantón de agricultores del Quindío el lunes 1 de octubre y de las muestras de apoyo por parte del establecimiento el 2 de octubre, se debe analizar a profundidad la situación de nuestros campesinos quindianos, y en particular de nuestros caficultores.

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La agricultura se ha convertido en un juego de azar, de los peores. La inversión que asumen nuestros campesinos y finqueros en sus cultivos son de gane o pierda todo, con unos niveles de riesgo que ni el más osado jugador le apostaría.

Veamos la dinámica: el beneficio se define como los ingresos totales menos los costos totales. El ingreso total no es más que los precios multiplicado por las cantidades. Los costos generalmente se dividen en dos: los fijos, relacionados con el capital que no cambia en el corto plazo, y los variables, que pueden cambiar en el corto plazo y se relacionan con lo insumos y la mano de obra.

Si quiere aumentar el beneficio, tiene tres estrategias: aumenta los ingresos, disminuye los costos o una combinación de las dos anteriores.

Los niveles de ingreso dependen de unos precios cuyas volatilidades no permiten tener un panorama claro sobre los ingresos de la actividad. Lo único claro son los costos, cuyas dinámicas dependen muchas veces del precio de insumos importados, por lo que estos quedan en función de unos precios de petróleo que afecta a muchos derivados como los fertilizantes o de unas tasas de cambio que reciben choques exógenos relacionados con flujos de capital muy de la mano del precio del petróleo. Eso le pasa cuando su economía es extractivista, que hasta la agricultura depende del petróleo. Por esta razón, nuestros campesinos están abandonando la agricultura. En el 2007, se cultivaron 78.000 hectáreas de café en el Quindío, mientras que en el 2018, 11 años después, no llegarán a las 23.000 (El Tiempo, 1 de abril de 2018). Un grave desenlace económico y social para nuestro departamento.

Un modelo más sofisticado

Un análisis más técnico lo encontramos en el trabajo desarrollado por los economistas quindianos Daghiana Corredor Rodríguez, Vanessa Veloz Cardona y Sebastian Bernal Caballero, titulado “El Riesgo como Factor ce Decisión en la Inversión Turística y Agrícola en el Departamento del Quindío”. En él se plantea que las decisiones de inversión en actividades agrícolas o en actividades turísticas están definidas por el factor riesgo implícito en cada una.

Basado en el Chicago Board Options Exchange Marker Volatility Index (VIX), desarrollaron un índice particular (IRQ18) para la actividad agrícola cafetera y para los chalets turísticos del Quindío. Los análisis indicaron que la volatilidad de precios del sector turístico es de ±2.44%, mientras que la actividad agrícola cafetera lo hace en ±13.44%.

Mediante un análisis econométrico de regresión lineal estimaron el riesgo asociado a la actividad agrícola, en función de la volatilidad de precios y de la temporada invierno/verano. El modelo indicó que por 1% que aumenta la volatilidad de precios, el riesgo lo hace 1.90%. En cuanto al clima, el cambio de verano/invierno hace que el riesgo se incremente 0.7%.

Para el sector turístico, el mismo análisis indicó que por 1% que aumenta la volatilidad de precios, el riesgo en estas actividades aumenta en la misma proporción (1.09%) y el cambio verano/invierno hace que el riesgo aumente 0.56%.

Consecuencias

Si usted es agricultor y adquiere un préstamo de 50 millones para mejorar su cultivo, le pueden pasar varias cosas: que el precio caiga y no recupere el total de lo que le prestaron, es decir perdió un porcentaje considerable. Que el clima le juegue una mala pasada y pierda todo, con lo que no tendrá ingresos pero si una deuda de 50 millones que tendrá que solventar con lo poco que tiene.

Si esos mismos 50 millones los invierte en una finca turística, su ingreso será menor, pero va a la fija. Si el clima no es el adecuado, igual al final tendrá la piscina y las mejoras de la casa de huéspedes. Adivine en este escenario cuales son las decisiones de inversión.

Por esa razón los países desarrollados entendieron hace mucho tiempo que si quiere tener un sector agrícola pujante y competitivo, debe pagar al agricultor para que tome la decisión de invertir, de lo contrario no lo hará. En el Quindío por lo menos deberíamos tratar de ayudarlos, si no es con subsidios (a veces no es lo mejor), si con un apoyo técnico y de control de mercado que solo la gobernación puede hacer. Debemos pensar en los campesinos y planear una economía de inclusión social, porque de chalets no vamos a comer.

 

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