Entre la baraja de candidatos a la presidencia de nuestro país hay varios que sueñan con recomponer el camino, otros quieren convertir a Colombia en un gran monasterio, otros no tengo ni idea que quieren; y otros quieren mandarnos definitivamente para el fondo de la olla, donde está la pega.

Están los de izquierda, los de derecha, esta el señor que es una monja de cuento de terror, está también el que ha sido de todos los partidos y le gusta repartir coscorrones a tres dedos, y están los del grupito donde hay dos personajes coherentes y valientes, acompañados del Ni-Ni.

El Ni-Ni es un personaje de jeans y pelo ensortijado que con su bacanería se ha echado al bolsillo a los colombianos; un candidato que se ha declarado antipolítico, que ha dicho que no es uribista ni antiuribista, que salió a decir que subiría la edad pensional, pero que después dijo que no, que mentiras.

Que subiría los impuestos y que después ya no, que no es de izquierda ni de derecha, teniendo una alianza con el Polo Democrático y después de que lo apoyaran líderes como Enrique Peñalosa, Rafael Pardo, Óscar Iván Zuluaga, Antonio Navarro y Gina Parody en el 2003 para la Alcaldía de Medellín.

El nombre de Sergio Fajardo ha tenido una gran acogida entre los colombianos, todos se ilusionan con él, creen que puede darle un vuelco interesante al país por todas las cosas buenas que hizo cuando fue alcalde de Medellín y gobernador de antioquía, que ahora, diferentes sectores, empiezan a criticar con mucha fortaleza.

La confianza de los colombianos hacia Fajardo está intacta, pero en mi opinión, el Ni-Ni se me parece mucho al doctor de los crocs, cuando empezó a ganar popularidad en su primera candidatura presidencial.

Ojalá me equivoque y Fajardo sea lo que todos los colombianos esperan, pero lo que es cierto es que Fajardo anda en un océano de indecisiones y eso para mí, lo convierte en el candidato del Ni – Ni, ni chicha ni limoná, ni fu ni fa.