El año que acaba de terminar tuvo en el Quindío un personaje singular: el apego del quindiano a la defensa del medio ambiental. Hubo tres hechos fundamentales que nos llevan a pensar que el personaje del año es esta actitud de las gentes que viven en este terruño: las consultas populares contra la megaminería, en Pijao, que ya se hizo, en Córdoba, cuya lucha se convirtió en un ícono regional, y la nueva consulta en Salento, cuya gestión apenas comienza. El segundo hecho es la discusión sobre las rondas hídricas en Armenia y que debe extenderse a todos los municipios del departamento. Y el tercer hecho pasa por la decisión del alcalde de Armenia de derogar tres decretos que estimulaban el crecimiento urbanístico sin el ejercicio del control sobre la gestión del riesgo y el Paisaje Cultural Cafetero.

El primer hecho, las consultas populares contra la megaminería, tiene una aceptación del público casi sin excepción. En los pueblos y en el campo, en los sectores de ambientalistas, en el turístico, en el agronómico y en casi todos los estratos socioeconómicos hay unanimidad en el pensamiento, en el sentido de que la región no necesita explotaciones mineras a cielo abierto, y si se hace minería, esta debe ser de responsabilidad social a través de la minería artesanal.

En el tema de las rondas hídricas, es decir, el retiro de las construcciones de los cuerpos de agua, se convirtió en una discusión de tipo jurídico, sobre si el retiro debe ser a 15 metros o a 30 metros. Todo indica que la primera tesis es la que prevalecerá, tanto que ha sido defendida por el propio gobierno y por el propio estamento jurídico, a través de un doble pronunciamiento, de un juez y el Tribunal Administrativo del Quindío.

El tercer hecho ha sido el más polémico, la derogatoria de los tres decretos que detuvieron el crecimiento urbanístico en altura en diferentes sitios de la ciudad, pero que, además, pararon la construcción en la avenida Centenario, en defensa del paisaje, y prohibieron las compensaciones en dinero, seguirán siendo este año la manzana de la discordia entre el gobierno, ambientalistas, el área turística y el importantísimo sector de la construcción.

Está muy bien que el gobierno se interese por defender el paisaje y el medio ambiente, por la gestión del riesgo y la sostenibilidad ambiental de la ciudad, pero al desarrollo urbanístico y a la industria de la construcción hay que ofrecerles una alternativa, que sea viable. Ellos lo han propuesto en una carta donde le piden al alcalde una reunión para analizar la situación. No están cerrados en la oposición a la derogatoria de los decretos, sino que buscan una solución concertada.

Sin duda, esta actitud de defensa del medio ambiente ha sido el personaje del año 2017 en el Quindío y lo seguirá siendo en la presente vigencia. Actitud que nos alegra, porque eso significa que el ciudadano del común, el académico, el político, todos en general, están tomando conciencia de la importancia de conservar el planeta, de mejorar el hábitat que nos corresponde, dentro de los despropósitos de destrucción que avanzan en todo el mundo.