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Editorial  |  12 marzo de 2018  |  12:00 AM

Mientras los maestros educan, los políticos deseducan

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Dicen que el 'ejemplo es el mejor maestro', y en Colombia sí que se cumple esa premisa.

La enseñanza de la Constitución Política y democracia así como la ética y los valores humanos son áreas consideradas como fundamentales en el sistema educativo colombiano según la llamada Ley General de Educación o ley 115 de 1994.

En los colegios oficiales les corresponde a los profesores del área de ciencias sociales dictar las clases de Constitución y también democracia, al igual que hacen énfasis en los derechos humanos contemplados en la Carta Magna de nuestro país como fundamentales desde el artículo 11 hasta el 41.

En lo que corresponde a valores humanos y ética en la mayoría de las instituciones educativas son tomadas por los encargados de asignar las materias como 'costuras', se resposabiliza de ellas a docentes de matemáticas, biología, química, física, educación física, es decir juegan con el llamado ‘relleno’ para completar la asignación horaria, no obstante los maestros hacen el mejor de su esfuerzos para que sus estudiantes aprendan valores humanos y ética.

En constitución y democracia los docentes en sus clases regulares y de acuerdo con los planes de área de cada nivel tratan de hacer una radiografía del país político y proveer a los jóvenes de los conocimiento básicos en estas materias. Pero los maestros tiene un enemigo gigante cuando se enfrentan a la realidad de una nación en donde el tercer Estado, el que ejerce el poder, es el que más mal ejemplo le da a los estudiantes, a sus discípulos como diría Platón, al presente y futuro del país como aseguraba Gandhy.

Dicen que el 'ejemplo es el mejor maestro', y en Colombia sí que se cumple esa premisa. De acuerdo con un sondeo de El Quindiano con maestros de diferentes instituciones educativas de Armenia dictar constitución, democracia y valores humanos o ética se ha vuelto más difícil que enseñar ecuaciones, cálculo o fórmulas químicas. Y es que todo el discurso del maestro sobre la verdadera política como una teoría del derecho y de la moral, como una acción honesta, justa, equilibrada en favor de un pueblo y entendida como la ciencia de dirigir las acciones libres de la sociedad o el Estado, se viene a pique con la realidad que se vive en los los barrios que hacen parte de las diez comunas de Armenia, en los doce municipios del departamento del Quindío y en el país en general.

Estan de acuerdo los profes en afirmar que ellos tratan de concienciar a sus estudiantes de como por la politica los pueblos eligen su camino, su destino, establecen las leyes que los van a gobernar, y eligen a los gobernates que tienen en sus manos el sentido de la vida y el bienestar de los ciudadanos y que la honestidad es la mejor política. Triste y lamentable porque toda esta teoría se cae cuando uno de los estudiantes de grado séptimo, octavo o noveno de apenas trece o catorce años levanta su mano y le dice al profesor: No creo que sea tan honesta la política porque a mi barrio por esta época los líderes comunales le ofrecen a mi papá 40, otros 50 y hasta 80 mil pesos para que vote por determinado candidato y como en la casa estamos muy mal mi papá tiene que aceptar esa entradita. Otro de los estudiantes que quiere participar levanta su mano y dice que igual ocurre en su barrio y que lo peor es que es que dicen que ellos saben si votan o no por los candidatos por quienes les pagaron.

Para nadie es un secreto lo que los niños dicen, como tampoco que funcionarios públicos son obligados, para conservar sus puestos, a poner la cuota de 20 o 50 votos en campaña, aparte de la vacuna mensual en dinero que deben consignara a su padrino político, dizque para mantener vivo el movimiento y el puestico. Igualmente, que la corrupción, peor que la guerrilla, esta acabando con Colombia. Y que ser político es el mejor de los trabajos: se consigue plata, se roba, se trafica, se engaña, se manipula, se extorsiona, se vive de lo mejor y sin mucho esfuerzo. En pocas palabras es lo contrario de la teoría de la política, se es totalmente deshonesto.

Los estudiantes de los colegios oficiales de Armenia y del Quindío conviven con esta realidad y como el ejemplo es el mejor maestro, están aprendiendo que en Colombia ser político es la mejor de las profesiones.

El tercer Estado del país, el poder, requiere una reforma urgente, unas leyes que verdaderamente castiguen a aquellos que se disfrazan de políticos y actúan en contravía de la ética de la comunidad y de la felicidad de los ciudadanos a la que debe conllevar la verdadera política.

El ejemplo es el mejor maestro. Qué ejemplo tan canalla y tan ruín les están dando los políticos a nuestro niños y a nuestros jóvenes.

 

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