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Editorial  |  23 marzo de 2018  |  12:00 AM

Un reconocimiento macondiano

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El programa de jornada única solo existe en el papel y en la mente de quienes manejan la educación.

Mientras en las instituciones educativas de Armenia ha sido casi que imposible instaurar la llamada jornada única contemplada en el decreto 501 de 2016, el ministerio de Educación nacional, en el marco del encuentro de secretarios de Educación 2018 realizado en Bogotá en la segunda semana del mes en curso, le hizo reconocimiento a las secretarías de Educación de Armenia y el Quindío “por la implementación exitosa de la Jornada Única…”.

Un reconocimiento macondiano sin temor a equivocarnos porque el programa de jornada única solo existe en el papel y en la mente de quienes manejan la educación en esta parte del país, secretarios de educación y rectores.

El estudio realizado con responsabilidad y mucha seriedad por parte del Sindicato Único de los Trabajadores de la Educación del Quindío, Suteq, entregado el pasado mes de septiembre en el que se exige la suspensión del remedo de jornada única, es totalmente contrario al reconocimiento del que fueran objeto las secretarías de educación de Armenia y del Quindío.

Una muestra de ello, palpable, es que se inicia la temporada de vacaciones de Semana Santa y con la terminación de la misma se acaba el primer periodo escolar de 2018 y los estudiantes aún no reciben el almuerzo y el refrigerio al que tienen derecho. ¿Cuál jornada única? Si entre los requisitos del decreto 501 están la alimentación adecuada de los escolares, el nombramiento de profesores –en el país faltan más de 150 mil según la Federación Colombiana de Educadores, Fecode- y una infraestructura acorde con los programas, requisitos que no cumple ninguna institución educativa del departamento del Quindío y menos de su ciudad capital.

Es más, sobre el Programa de Alimentación Escolar, PAE, la Procuraduría del Quindío acaba de señalar que iniciará acciones legales para que se adopten soluciones prontas a la falta de implementación del mismo. “Estamos hablando de una emergencia social debido a que los niños no tienen alimentación, hay que tomar soluciones prontas, valientes decididas, atrevidas” dijo el Procurador regional encargado.

Ante el hecho, maestros del sector oficial estuvieron de acuerdo en afirmar que ahora sí entienden el por qué les exigen, más que enseñar, llenar una gran cantidad de formatos que son evaluados por los rectores en la calificación que estos les hacen y que además define la estabilidad del docente. Formatos acompañados por las tan de moda ‘inútiles evidencias’ que hacen su paso por las secretarías y luego por el ministerio y todos tan contentos. Mientras que en los colegio se vive otra realidad. Prima el hacinamiento de estudiantes, la falta de profesores especializados en cada área del conocimiento, de materiales tecnológicos y didácticos y la violación de algunos rectores de las normas enviando a los educandos a almorzar a sus casas para aparentar cumplir con una jornada única que no existe sino en sus mentes.

La presidenta del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Quindío, Suteq, Luisa Fernanda Ospina Madera, en el informe sobre los resultados obtenidos en el citado estudio entregado a finales de 2017 dijo enfáticamente que “todas las instituciones educativas, que están en jornada única pasaron al tablero y se rajaron.”.

El estudio fue presentando en cumplimiento de los acuerdos que se firmaron en junio de 2017 entre el ministerio de Educación y Fecode, cuyo objetivo era mostrar las observaciones y necesidades que tienen las instituciones educativas y hacer el compromiso con la alcaldía para que se interviniera, a través de un plan de mejoramiento, lo que estaba mal y se suspendiera la jornada única donde definitivamente no podía funcionar.

Por su parte la empresa Lenguaje Arquitectura encargada del estudio demostró que la dificultad más evidente era la infraestructura. Además, carencia en restaurantes escolares, de espacios académicos y pedagógicos. “Es una jornada única desfinanciada y no puede limitarse solamente a que los estudiantes mantengan más tiempo en los colegios sin ni siquiera contar con restaurante escolar y sin la alimentación adecuada”.

En la ocasión, el secretario de Educación municipal Luis Antonio Cobaleda Garay solo se atrevió a responder que si no estuvieran en jornada única “no hubiéramos podido realizar inversiones en infraestructura en las escuelas. Son 50 mil millones de pesos los que se tienen destinados para las obras. Además, $19 mil millones del Fondo Nacional de Pensiones de las Entidades Territoriales, Fonpet”.

Es decir, lo importante no es si existe o no la jornada única con todos sus requerimientos en las instituciones educativas, lo que realmente vale es el dinero que representa el programa si se “implementa” la jornada única. Si ya llegaron estos dineros, ¿dónde se han invertido? Porque la queja tanto de maestros como del Suteq es el abandono de infraestructura en una gran mayoría de planteles educativos. Si no han llegado y van a llegar, se recomendaría hacer veeduría minuciosa a los mismos. Repetimos al unísono con una gran mayoría de docentes: ¿Cuál jornada única? ¿Por qué el reconocimiento?

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