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Editorial  |  28 marzo de 2018  |  12:00 AM

Homenaje a la obra de Luis Moreno

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Inolvidable será para la historia de Armenia la vida del maestro Luis Moreno.

Inolvidable será para la historia de Armenia la vida del maestro Luis Moreno, cuyo sepelio se cumplió ayer en medio de la solidaridad y el pesar de los quindianos. Había nacido en Pereira, pero se radicó en Armenia desde la década romántica de los años sesenta, donde empezó una prolija producción musical.

Luis Ángel Moreno fue baterista e integró la orquesta del maestro Agustín Payán Arboleda. Luego, como cantante de la orquesta de Luis Posada Gómez, hizo su primera grabación. El debut en el acetato lo hizo con dos temas de su autoría: Aquel amor y Nada queda.

Luis Moreno fue cantante de la famosa orquesta del maestro Edmundo Arias, con la que grabó dos de sus más conocidas canciones: Nuestra Luna y Engañada. De esta experiencia, Luis Moreno creó la orquesta del club América, que estuvo en los escenarios regionales durante un poco más de ocho años. Él, Luis Ángel Moreno, era su voz principal. También integró otras agrupaciones como el trío Los galantes y Los inolvidables.

Los bailarines de los años sesenta y setenta del club América de Armenia lo recuerdan con cariño, pues las cocacolas bailables de los adolescentes y jóvenes fueron famosísimas, en las tardes de los sábados. Y en las noches, las grandes parrandas de los adultos en este club, como en el club Campestre, son inolvidables.

Más de 400 canciones quedaron en su pentagrama personal. La ruana blanca, un bambuco en homenaje al autor risaraldense Luis Carlos González, una de sus más querida canciones. Grandes artistas grabaron su música, como Lucho Ramírez, que popularizó su canción Huellas. Conrado Cortés le cantó Tus reproches.

Sin embargo, su canción más popular es, sin duda, el pasodoble La feria milagro, grabado por varias orquestas del país y que, no faltaba en la fiesta brava de Armenia en el mes de enero, ni en las corridas de toros de todo el país.

Recibió el maestro Moreno los homenajes que se merecía, en vida, como la medalla al mérito Artístico y Cultural que le otorgara la Sociedad de Mejoras Públicas. En su momento, el Comité de Cafeteros le rindió tributo e hizo una bonita edición de sus canciones, tanto en acetatos como en CD y casetes.

En la última etapa de su vida no tuvo mayores posibilidades económicas, pues su afiliación a Sayco y Acimpro, las asociaciones de autores y compositores en Colombia, no le respondieron con los aportes que se merecía. Murió el maestro Moreno con las atenciones de su familia, pero en medio de las limitaciones de personas sin dinero.

Es necesario pensar, para la posteridad, un homenaje a su nombre y a su obra, que lo recuerden siempre, para que la endeble memoria de un pueblo sin la enseñanza de la Historia, no lo olvide. Paz en su tumba y nuestra voz de condolencias a sus familiares.

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