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Editorial  |  31 marzo de 2018  |  12:00 AM

Fariseos

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De fariseos está colmada la clase dirigente de Colombia.

Define el Diccionario de la Real Academia, RAE, el concepto de Fariseo en tres sentidos: “miembro de la principal secta político-religiosa judía del tiempo de Jesucristo, persona hipócrita, persona sospechosa o de mala catadura.

El Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse Editorial, S.L., asimismo define fariseo- a- al “que finge una moral y unas creencias religiosas que no tiene. Igualmente el Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2016 Larousse Editorial, S.L., plantea como sinónimos de la palabra fariseo: solapadoembustero, malicioso, engañoso, farsante, simulador, embaucador, hipócrita”.

En los tiempos modernos y a propósito de la Semana Santa que culmina este 1 de abril con el Domingo de Resurrección, hay que destacar que los fariseos, aquellos que embaucaron a Jesús, aquellos que pensaban que el fin justificaba los medios y merecía la pena usar todos los caminos para lograrlo, incluso la mentira y la oscuridad, aquellos que estaban aferrados al poder y a la posesión de la verdad por encima de todo, son los mismos que hoy le están causando mucho daño al pueblo colombiano, que cada año, el Viernes Santo vuelve y crucifica a Jesús y no aprende la verdadera lección de quienes lo entregaron y cambiaron por Barrabas por temor a perder el poder.

De fariseos está colmada la clase dirigente de Colombia y por ende la del departamento del Quindío y de su capital Armenia, que unida al sector empresarial conforman el ‘Sanedrín’ de nuestra época.

Un hecho contundente, un ejemplo palpable de que estamos rodeados de fariseos es el que nos ha tocado vivir en las últimas semanas con el robo de 20 mil millones de pesos, dinero del cobro del impuesto de Valorización municipal, programa autorizado desde el 2014, destinado al proyecto de 12 obras de la ciudad calculadas con un costo de 142 mil millones de pesos.

Esos 20 mil millones de pesos que andan perdidos, o mejor que están en los bolsillos de contratistas y dirigentes políticos que en El Quindiano ha denunciado de manera oportuna, son de los armenios, les fueron cobrados a los cuyabros por, repetimos, concepto del impuesto de Valorización municipal, es decir, se los robaron a los armenios. Nos quitaron de frente el dinero de los sacrificios que un 95 por ciento de los habitantes de la Ciudad Milagro tuvimos que hacer para cumplirle a la ciudad, “para su desarrollo”, pero que los fariseos sin ningún escrúpulo se los echaron al bolsillo.

“Al caído caerle”, como hicieron con Jesús cuando llevaba la cruz a cuestas. Ocupamos el segundo lugar de desempleo en Colombia, una gran mayoría de los habitantes de Armenia pagaron el impuesto de Valorización incluso sacrificando sus menguadas economías de alimentación, y los fariseos se quedaron con el dinero de nuestro pecunio, de nuestro escaso trabajo.

Es tiempo de reflexión, dicen los sacerdotes. Sí, es tiempo de que despertemos, que nos quitemos la venda de los ojos. Es tiempo de reconocer a los “hipócritas, embaucadores” de los armenios, a quienes le debe caer todo el peso de la ley, pero eso sí, primero que devuelvan los 20 mil millones de pesos que son ‘sagrados’, son del pueblo. Y después, que los condenen por fariseos.

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