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Región  |  23 mayo de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

La RAP en cuanto posibilidad de replantear la región

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Por Eddie Polanía R.

Reunión con los doctores en física del Instituto Interdisciplinario de la Ciencia, Armenia, mayo 21 del 2019

El pasado 7 de mayo el Senado de la República aprobó la Ley de Regiones, la cual esencialmente reglamenta la RAP y establece las condiciones para su tránsito a la REP. Puede que la ley no haya sido demasiado audaz en materia de descentralización y de autonomía, pero ―por ahora― debemos conformarnos con que los departamentos y las RAP tienen la posibilidad de seguir avanzando en esa ruta. Qué más que se pudo superar el veto del centralista ministro Carrasquilla, y evitar que el proyecto muriera por efecto de sus cuentas y sus debes y haberes.

Hay algo que debemos tener claro para continuar promoviendo la descentralización y no terminar tirando la toalla por cansancio o por desesperanza. Desde los debates de Fals Borda en la Constituyente (febrero-julio-91), promoviendo el Estado Región en lugar del Estado Nación han transcurrido casi tres décadas, y el movimiento de las regiones ha sido demasiado lento por no decir que nulo. Se han movido más las placas tectónicas del planeta, si se tratara de un símil para comparar la escasa dinámica del proceso de formación de las regiones ―en tanto territorios sin hitos diferentes a los anquilosados departamentos― en busca de la transformación que facilite el bienestar de la población, planteaba el sociólogo, en su momento. Si bien se sabe que las placas se mueven por movimientos de convección, que son oscilaciones del calor y del frío producido por la elevada temperatura del magma, las regiones tendrán que identificar en detalle las fuerzas y el modo en que éstas pueden moverse. Por poner un ejemplo, en la creación de las RAP fueron importantes, el alcalde de Bogotá (en el caso de la RAPE Central) los gobernadores y los parlamentarios, lo mismo que los diputados en los demás casos. No hubo presencia notable de fuerzas cívicas, gremiales y académicas, lo cual no significa que no hayan actuado, y que puedan actuar en lo que viene para la RAP.

La reciente Ley de Regiones es mucho más amplia, ambiciosa y propulsora de la RAP. Por lo menos la libera del rol enteramente funcional (prestación de servicios, proyectos y planificación regional) en que la encuadró la LOOT. Indudablemente le propina el primer empujón hacia su conversión en RET, al ponerla en un camino de posibilidades más estructurales, dado que la compele a: promover acciones que contribuyan a concretar el enfoque de desarrollo regional, fortalecer las capacidades institucionales; fomentar la identidad cultural regional, basada en el respeto a la diversidad y a la diferencia, no discriminación, convivencia pacífica y solución de conflictos a través del diálogo y la controversia democrática; coherencia de la planeación entre los territorios y las entidades; incorporar el enfoque regional en la planeación, promover la integración y la asociatividad, conformar espacios de concertación regional; promover la constitución y el fortalecimiento de las redes de ciudades como dinamizadoras del desarrollo regional, con visión incluyente hacia los diferentes grupos sociales y etnias que la habitan; impulsar la investigación y la producción de conocimiento a nivel regional. Obvio que para el ejercicio de estas competencias la RAP requiere recursos, y por fortuna la Ley amplió las fuentes de financiación.

 

Pero la ley por, sí misma, solo garantiza, en teoría, la existencia de la posibilidad. El paso a la dimensión factual ―a los hechos― es complejo y enredado, y más en nuestro medio donde la inercia pareciera ser el movimiento típico del desarrollo. Cuando hablamos de movimiento nos referimos a la dinámica, a los procesos, a las sinergias, a las correlaciones, y en fin a lo que desde la biología (aplicado a las ciencias sociales) pudiera llamarse balance fluyente. Esto es, el conjunto sistemático de acciones causadas por las fuerzas sociales, políticas, económicas, culturales, que podrían inducir a las viejas estructuras regionales a moverse y a propiciar su propio cambio. Seguramente en la región esas fuerzas están ahí aprisionadas, acomodadas, paralizadas o atrofiadas, dado que no encuentran los espacios, las condiciones ni los actores que las muevan. De eso se trata, de que la RAP en cuanto esquema asociativo identifique y armonice el conjunto de las fuerzas presentes en la sociedad tras objetivos de interés general, y colaborativamente con el conjunto de los actores trace los objetivos y las estrategias para inducir transformaciones cualitativas.

Sobre el aprovechamiento de este nuevo escenario de posibilidades conversamos con los investigadores, Liliana Tirado, Hernando Ariza, Gerardo Fonthal, Julio César Mosquera, doctores en física del Instituto Interdisciplinario de la Ciencia, de la Universidad del Quindío. Por supuesto que en cuanto académicos y científicos se mostraron interesados en explorar las ventajas y espacios de la RAP y de la Ley de Regiones, para contribuir al desarrollo de la ciencia en la región, lo mismo que para presentar propuestas concretas en varios de los temas abordados por el Instituto, que de hecho viene trabajando en la línea de la ciencia aplicada. Su formación científica, su trayectoria internacional y el conocimiento de la región, los convierte en actores de primer orden en este interesante proceso. Pero no solamente las universidades se vincularán a la RAP. La ley de Regiones incorpora en el Comité Asesor ―un espacio amplio y representativo, por cierto― a los demás agentes determinante del desarrollo. La idea es que como lo plantea la misma ley promuevan, “…el desarrollo económico y social, la competitividad, la inversión y la competitividad regional”.

Nuestro planeta, está movido ―en su núcleo, en la litosfera y en la atmosfera― por fuerzas que actúan de manera permanente y articulada para mantener las condiciones necesarias que permitan conservar la vida, aunque a veces causen desastres, y más cuando el hombre las desequilibra. Mediante los llamados procesos de balance fluyente esas fuerzas interactúan, se producen y reproducen entre ellas (autopoiesis) manteniendo la dinámica terrestre. De forma semejante la sociedad comporta un sistema de fuerzas, que racionalmente debieran moverse para lograr condiciones óptimas de vida. No digamos que la RAP es la panacea, pero sí es un excelente instrumento para re-direccionar las fuerzas que de forma desordenada y desequilibrada han movido por años el Eje Cafetero. Indudablemente para estos procesos se requiere decisión, voluntad, conocimiento y ciencia. En alguna medida las tenemos ¿por qué no disponerlas en aras del bien común?

 

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