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Región  |  02 septiembre de 2019  |  12:24 AM |  Escrito por: Edición web

La nigua, suplicio de los viajeros del camino del Quindio

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Las memorias de viajeros nos hablan de padecimientos que observaron y sufrieron en su tránsito por el camino; de las más mortales tenemos: la viruela, que se presentó en varias etapas de tiempo y causó un alto número de muertes.

Muchas otras ocurrencias quebrantaban la humanidad de los viajeros, como mordeduras de serpientes venenosas, picaduras de zancudos, gusanos urticantes, arañas, alacranes, moscas. Acaecimientos que, si no se trataban a tiempo, generaban molestias mayores, incluso la misma muerte a la vera del camino.

Ácaro

Un sufrimiento de significancia de los viajeros, fue la infestación de las niguas (La “tunga penetrans”), nombre científico; un tipo de ácaro rojo muy pequeño de la familia de los arácnidos. Las niguas se adquirían al caminar descalzos por los barrizales y montes sobre la vera del camino.

Las niguas ahincaban sus garras en las carnosidades y/o epidermis de las uñas de los pies; inoculaban la baba para desleír la piel para luego ser absorbía como alimento por la nigua. Este contagio generaba dolor, ardor, picazón intensa, rasquiña, ansiedad y horror para los que padecían la infección de esos bichos. Era cosa de volver locas a las personas.

Fique

La naturaleza aledaña a la ruta les proporcionaba las medicinas para tratar sus quebrantos de salud; plantas medicinales, las mismas entrañas de los bichos que generaban las picaduras, se usaban en diferentes formas para contrarrestar las martirios e contagios.

Para el contagio de las niguas, buscaban a la vera del camino como remedio, la mata de fique y/o cabuya, y obtenían de esta la espina ubicada en la cúspide de la penca para desenterrar las niguas de las uñas. Asimismo, utilizaban espinas de pescado o de palmas de chontaduro, naranjo y corozo, para este mismo fin; cuando se eternizaba la infestación, el sufrimiento conseguía que se acudiera a inventivas exageradas e imposibles, como el de introducir los dedos de los pies en el fuego de los fogones.

Parásito

Desde la conquista española encontramos referencias de este parásito, Juan de Castellanos nos describe los sufrimientos de padecer las niguas:

“Los españoles anduvieron luego hacia el norte hasta encontrar la llanura de Popayán y, probablemente en el sitio de Timbío, debieron enfrentarse a unos 3.000 indios, armados de dardos, lanzas y macanas (octubre de 1535). Tan pronto los alcanzó un grupo que había quedado atrás con Añasco, se trasladaron al sitio de Popayán, donde parece que cerca de una gran edificación o fortaleza existía un bien poblado caserío, al que entraron sin tropezar con mayor resistencia y el que abandonaron a los pocos días acosados por niguas y pulgas.”

“Salìales a todos mucho grano con las alteraciones de un divieso, y aentro molestísimo gusano, aspero, peludillo y algo grueso; da voces y gemidos el más sano, por ser aquel dolor en gran esceso, hasta que ya cayeron en la cura, que fue fácil y no de mucha dura.

Pues de diaquilón un parche hecho sobre la hinchazón y carne flaca, hace la fuerza dèl tanto provecho, que la mitiga y el gusano saca: el duro torondon queda deshecho, la pena quita y el dolor aplaca; y alguno me vendió por manifiesto que falta de sal causaba esto.”

Damiselas

Isaac Holton, viajero inglés que estuvo en Ibagué en 1850, hace la siguiente descripción:

“Un capítulo interesante de la vida de Ibagué lo constituye la nigua. Este animalito microscópico, aproximadamente del tamaño de la pata de nuestra querida y conocida pulga, vive como ella en las letrinas, en los sitios donde no pasa el trapeador y donde se desconocen el agua y el jabón. Como otras damiselas, se la pasa brincando y buscando un lugar donde establecerse de por vida, hasta que tiene la suerte de dar con la pierna, o todavía mejor, con el pie de un ser humano, y cuando logra llegar al dedo gordo, su fortuna está asegurada. Entra debajo de la piel y allí vive feliz gozando de un clima agradable y uniforme. Nunca más sabrá lo que es el hambre, porque el día de su prosperidad ha llegado”.

Las niguas imperaron de tal manera por siempre en la vera del camino, hasta el punto de que, al entrarse en los pies de los viajeros, les impedía caminar rápidamente. Situación que generó la presentación de motes a los pacientes de tan incomodo mal, como lo que les fijaron a payanenses: "patojos", y a los de Salamina Caldas :“niguateros”.

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