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Región  |  10 mayo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Crear el Instituto Nacional de Farmacología propuso el científico Jorge Enrique Gómez ante el Senado

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La presentación de un proyecto de ley para crear un Instituto Nacional de Farmacología, fue propuesta por el científico quindiano Jorge Enrique Gómez Marín invitado a sesión virtual del Senado de la República, en la mañana de este viernes, en la que alternó con otros importantes académicos del país y dirigentes colombianos.

La presencia del experto de la Universidad del Quindío, parte del senador Hernán Agudelo uno de los pocos que se interesa por la ciencia y que impulsa este tipo de iniciativas, que pretenden que Colombia tenga como política, asegurar la producción de medicamentos y vacunas para la salud pública, debido a que siempre se ha pensado que es muy costoso y lo mejor es comprarlos en el exterior, lo que en la coyuntura del Coronavirus ha demostrado que es una equivocación teniendo en cuenta la falta de insumos para las pruebas.

En su condición de reconocido académico y científico, el doctor Jorge Enrique Gómez Marín, MD, PhD, planteó durante 7 minutos, ante el Senado de la República la necesidad de que Colombia tenga una industria farmacéutica estatal, para que pueda atender los requerimientos de la población especialmente en la coyuntura del Covid-19, cuando ha sido evidente que no cuenta con reactivos para las pruebas.

Dijo que es el momento para que el país proponga una nueva política de seguridad farmacológica, es decir que Colombia este en capacidad de producir los medicamentos de interés en la salud pública, cuando se han tenido problemas de vacunas para fiebre amarilla, tuberculosis o malaria que no se consiguen porque no les da ganancias a las empresas farmacéuticas, no las venden porque no les da dinero y dejan de producirlas.

Considera increíble, que existan medicamentos de enfermedad parasitaria muy baratos y no los produce ninguna empresa farmacéutica privada, lo que pone a los médicos a enfrentarse a situaciones de enfermedades parasitarias que afectan incluso a los más pobres y no hay medicamentos para solucionar estas situaciones, hecho que se convierte en un contrasentido, pero así funciona el mundo.

El profesor Titular Universidad del Quindío, explicó que Colombia cuenta con una política farmacéutica desde el año 2.000, pero esta no incluyó el concepto de seguridad nacional farmacológica, es decir la capacidad de responder con producción propia de medicamentos esenciales en situaciones de emergencia sanitaria internacional o nacional.

El documento presentado al Senado fundamenta las razones por las cuales Colombia debe tener una política que asegure su soberanía y autonomía farmacéutica y biotecnológica.

Dijo que debe ser es un objetivo mayor del país contar con una política pública de producción autónoma y soberana de medicamentos y vacunas para sus habitantes, asumida desde el concepto de seguridad nacional.

Gómez Marín indicó que en Colombia varias situaciones de salud pública, incluyendo la presente pandemia de COVID 19, han puesto en evidencia la necesidad de contar con políticas de soberanía y autonomía farmacéutica y biotecnológica.

Explicó que la autonomía es necesaria porque en eventos como las pandemias ocasionadas por agentes de riesgo biológico, la afectación masiva de la población mundial hace imposible que se cubran las necesidades para todos los países.

Adicionalmente muchos medicamentos de interés en salud pública no son producidos por la industria farmacéutica privada, dado que los márgenes de ganancia no son importantes para ellos y se encuentran situaciones de desabastecimiento ante brotes de infecciones inusitados.

En estas situaciones lo que ocurre es que los países con la infraestructura y desarrollo propio privilegian sus poblaciones.

Agregó que a pesar de que Colombia estableció una política farmacéutica nacional en el año 2.000, esta no tuvo en cuenta la infraestructura para la producción estatal de medicamentos esenciales, que garantizaran la autonomía farmacéutica.

Dijo que varios países cuentan con industria farmacéutica pública destinada a producir los medicamentos esenciales para enfermedades de interés en salud pública, tales como Argentina o Brasil.

Advirtió que Colombia por su posición geográfica está expuesta a microorganismos únicos de países tropicales e incluso de distribución limitada a Suramérica, además la aparición reciente de infecciones en zonas urbanas, antes casi exclusivas de medios silvestres, ha llevado a situaciones de vulnerabilidad por la ausencia de reservas en fármacos estratégicos para la seguridad del país, como lo ocurrido con los brotes de enfermedad de Chagas y la aparición de brotes de leishmaniasis visceral en zonas urbanas.

Explicó, que se depende de importaciones de medicamentos como el nifurtimox o el benznidazol o pirimetamina sulfadiazina, que no son producidos por farmacéuticas privadas, sino por empresas estatales en Argentina y Brasil, países que no arriesgan un desabastecimiento para sus nacionales atendiendo necesidades de otros, por lo tanto, es totalmente válido que la producción sea prioritaria para ellos.

Habló de antecedentes de situaciones previas como la que ocurrió en los años 80, cuando equivocadamente Colombia dejó de producir sueros antirrábicos, sueros antiofídicos, vacuna para fiebre amarilla y otros productos biológicos esenciales, con el argumento de que, para el país, bajo preceptos de costo-eficacia, era mejor estrategia comprar a otros países productores, en consecuencia, ocurrieron muchas muertes por rabia y mordedura de serpientes en ausencia de biológicos y se produjo pánico gubernamental cuando hubo un inicio de brote de fiebre amarilla y Brasil no estaba en capacidad de suministrar suficientes dosis de vacuna. El país aprendió la lección por lo menos en los que respecta a sueros antiofídicos y hoy en día se ha retomado su producción.

Dijo finalmente, que es importante tener en cuenta que la producción de medicamentos y vacunas requiere una infraestructura básica, una experiencia y procesos de calidad para los cuales los países deben estar preparados, es un proceso complejo para el cual no se deben escatimar esfuerzos.

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