Por Germán Rojas Arias
El parque Cafetero, uno de los sitios más llamativos de Armenia en los años 70, hoy no existe como tal. Lo devoró la roya del desamor, la falta de pertenencia por los símbolos que representan a esa raza grande que un día desafió las peligrosas montañas del Quindío, y a golpe de hacha, machete y mula cosechó y le dio a Colombia el producto de mayor exportación que generó las mayores divisas al país, el café.
Atractivos
El desaparecido parque Cafetero tenía tres atractivos importantes que invitaban a su disfrute. Era el lugar de encuentro familiar, de amigos, de parejas, de turistas que se admiraban de uno de los sitios más representativos de la ciudad.
La fuente de agua, ubicada en el centro de la entrada por la carrera 15, con sus luces multicolores inspiraba las noches de los armenios que frecuentaban el parque, que compartían por largas horas al ritmo de los chorros de agua sentados en las bancas de concreto ubicadas una al occidente y otra al oriente de la alegre poceta.
El otro símbolo, el más importante, era el monumento al Arriero Caficultor orgullo de los quindianos. El parque fue el hogar primero y verdadero de la escultura que hoy en soledad sin las sombras de los árboles permanece en un lugar del centro comercial de cielos abierto La Calle Real sitio que no le corresponde y que para nada combina con su razón de ser.
Falta de apropiación
El parque Cafetero al parecer era el más joven de todos, no se encuentra reseña histórica para destacar, tal vez por la proximidad al tradicional Parque Uribe Uribe. Todo indica que el parque se gestó después de la creación del Quindío y su nombre respondía al carácter simbólico que necesitaba presentar el nuevo departamento, pero estuvo ausente el sentimiento de apropiación social de sus vecinos, lo que sí ocurrió en los parques Sucre y Uribe Uribe. Se sabe de un acuerdo del concejo municipal de 1975 en el que destinó la suma de cien mil pesos para la construcción del parque Cafetero.
Monumento
Sobre el monumento al Arriero Caficultor, esta obra fue realizada en 1969 por el artista bogotano Enrique Gómez Campuzano. En el parque Cafetero fue vandalizada mutilaron la cabeza de la mula de carga. Afortunadamente las autoridades actuaron rápido y recuperaron esa parte de la escultura en un taller de metalistería donde los ladrones la habían vendido para fundición.
La restauración de la pieza, para recolocar la cabeza en su lugar, fue adelantada por el artista Alberto Padilla. El nuevo lugar escogido, según afirman por seguridad, fue el centro comercial de Cielos Abiertos La Calle Real.
Nos lo arrebataron
En el 2014 en el gobierno de la alcaldesa Luz Piedad Valencia Franco el concejo municipal aprueba la construcción de un Skate Park en el Polideportivo Cafetero, supuestamente, pero este se extendió al parque Cafetero que de la noche a la mañana pasó a llamarse Polideportivo Cafetero, perdió no solo su esencia sino también su nombre de manera “olímpica”. Nadie dijo nada, al parecer nadie se dio cuenta que nos robaron el Parque Cafetero. En sus terrazas fue construido un escenario deportivo “concertado entre la secretaria de Infraestructura la ingeniera Sandra Patricia Sánchez Cañas y los aficionados a los deportes extremos como skateboard, roller derby y BMX, para que la obra responda a las expectativas de los jóvenes y cumpla con las normas de seguridad, tanto para los deportistas como los aficionados que acompañan este tipo de prácticas”, según la prensa de la época.
Poca querencia
El parque Cafetero fue objeto de inadecuada refacción y su nueva apariencia privilegió el espacio para escenarios deportivos pero no como sitio de encuentro ciudadano, que es la función social que debería tener. Al contrario de lo que se espera de un parque para la tranquilidad, este hoy no ofrece condiciones de seguridad, pues en el día y en las noches es foco de consumo de drogas.
Hoy el supuesto escenario denota abandono y poca querencia por parte de quienes practican deportes en este parte de la ciudad, al contrario del Polideportivo donde el aseo y el cuidado son primordiales.
Emblema
No hubo otro lugar en Armenia para realizar el escenario deportivo para los deportes extremos, cortas las ideas y el pensamiento de nuestros dirigentes que sacrificaron el Parque Cafetero, el símbolo de nuestra tierra. El parque Cafetero ya no existe lo devoró la roya del desamor, de la ignorancia y negligencia de nuestros dirigentes.
No somos enemigos del deporte extremo ni de las prácticas deportivas de nuestros jóvenes. Ni más faltaba. Es cierto que los parques hay que restaurarlos pero sin que pierdan su identidad, al contrario su restauración debe ser un encuentro con su origen, con su historia y más aún el Parque Cafetero emblema de Armenia, del Quindío, del Café, de los Arrieros, incluso del Paisaje Cultural Cafetero.
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