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Región  |  11 marzo de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Tirar la toalla no fue la opción para Juliana Duque Enfermera Jefe del San Juan de Dios

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Juliana Duque rescata de este año en su cotidianidad la fe en Dios y la unión familiar, la primera, porque es la única manera de motivarse para salir adelante y apoyar a tantos pacientes como los que ha atendido este año atípico y la segunda, porque está segura que es lo más importante que la vida le ha dado.


Ella se desempeña como Enfermera Jefe en el Hospital San Juan de Dios de Armenia desde hace tres años, el último, con grandes cambios desde el primer momento en que asumió su trabajo con medidas de seguridad especiales y uniforme de astronauta.


La transpiración exagerada, las carreras para la UCI con varios pacientes en cada turno, la estigmatización y tantas crisis con los enfermos le sacaron lágrimas, eso ha sido lo más amargo, no solo para ella que tuvo momentos en los que dijo "esto no se va a acabar", sino para muchos en el hospital.


"Ya no puedo más", fue una frase que repitió en múltiples ocasiones ante la presión por la congestión de enfermos por Covid, la falta de disponibilidad de camas, la ausencia de la familia y la muerte de tantos enfermos en UCI, todo eso, la llevó al límite, aunque sigue prestando su servicio con amor y ánimo, al lado de sus compañeros que son su gran grupo de apoyo.


Y para completar el panorama de Juliana, de un momento a otro perdió el sabor de las comidas y los ricos olores que siempre disfrutaba, fue cuando se tomó la prueba y le dieron el resultado que no deseaba escuchar.
Para ella, fue muy desagradable cuando a finales del 2020 se contagió de Covid-19, nunca quiso recluirse en el hospital, dice que como profesional de la salud sabe que uno tiene dos puertas para salir y eso no era lo que ella quería.


Al principio pensó que no era tan grave, se dedicó a rogarle a Dios que la ayudara, pero con el paso de los días su estado de salud se fue deteriorando, la respiración era difícil y la fiebre intensa, hasta que de tanto cuidarse por fin reaccionó y superó las dolencias y volvió a sonreír.


Le agradece a Dios todas las mañanas por estar viva y por el bienestar de su familia, se siente contenta por el equipo de salud que integra y feliz de servir a la gente afectada por una enfermedad desconocida que no es fácil de tratar.

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