• DOMINGO,  28 ABRIL DE 2024

Región  |  21 diciembre de 2021  |  07:37 AM |  Escrito por: Administrador web

Cinco años del incendio de la iglesia de Quinchía

0 Comentarios

Imagen noticia

Foto tomada del diario El País de Cali.

Por Roberto Restrepo Ramírez.

 

El pasado 16 de diciembre de 2021 se cumplieron cinco años del incendio que consumió el 90 por ciento de uno de los templos de bahareque y tapia más bellos del Eje Cafetero, el de Quinchía, departamento de Risaralda. Fue para los quinchieños un suceso atroz y de ingrata recordación. Se trataba de un templo, como pocos en la región, construido inicialmente de materiales originarios, factor éste que es importante para la consideración del patrimonio arquitectónico monumental como fortaleza del PCCC (Paisaje Cultural Cafetero de Colombia). Junto con los dos de Filandia (el templo María Inmaculada y la capilla del colegio Sagrado Corazón de Jesús), la basílica menor Nuestra Señora de las Victorias de Santa Rosa de Cabal, la catedral de Nuestra Señora de la Pobreza de Pereira y el templo de Villamaría (Caldas), estas construcciones han marcado un hito en la historia del bahareque y la tapia pisada, que también constituye lo que se ha conocido como la “arquitectura sin arquitectos” o “arquitectura temblorera”. En este conjunto también estaban el templo de Circasia, que se incendió una mañana de febrero del año 2009.

El 16 de diciembre de 2016, a las 11 y 22 minutos de la noche,y cuando los habitantes de Quinchía se aprestaban  a descansar - luego de la primera novena de aguinaldos - comenzó el incendio. El templo San Andrés había cerrado sus puertas a las 8 de la noche, al terminar allí aquella celebración navideña. Tal vez algún cirio encendido provocó la conflagración.

De la más que centenaria  iglesia de San Andrés,  construida entre 1882 y 1885, solo quedaron en  pie su fachada frontal y las paredes laterales ,pues esas partes  habían sido cambiadas a principios del siglo XX por materiales de concreto armado y mampostería de ladrillo,  siempre tratando de imitar la composición anterior. Se rescataron  del incendio de Quinchía algunas bancas de madera, una imagen de la Virgen, el sagrario y dos confesionarios.

Alrededor de estas tragedias - como ocurre con las ocurridas en monumentos religiosos de otros lugares del mundo - se han tejido versiones curiosas. Sobre el templo de Quinchía, no solamente se dieron noticias en el momento de su ocurrencia, sino que él es historia desde los años de su inicio constructivo. El municipio de Quinchía es de tradición indígena de los pueblos Embera    que ha tenido varios momentos de tragedia para los nativos, desde la época de la conquista del siglo XVI. Hoy, muchas familias, que se reconocen por sus apellidos tradicionales, entre ellos los Gañán, los Tapasco y otros,  han recuperado el direccionamiento en la localidad y, por supuesto, los reconocimientos a sus resguardos (desconocidos hasta la década de los 40 del siglo XX) han sido restituidos. Es en el marco de la simbiosis entre las creencias indígenas y las tradiciones impuestas por los sacerdotes, que se dio una historia particular, cuando existía el antiguo asentamiento conocido como Quinchía Viejo, a finales del siglo XIX y que se caracterizó, entre otros hechos, por la construcción del templo.

He acudido a una fuente  bibliográfica. Es el libro titulado "QUINCHÍA EL RENACER DE UN PUEBLO"(2018) de Jorge Alberto Uribe Flórez, uno de sus alcaldes.

En el libro que destaca la historia de Quinchía, y ya en relación directa al monumento incendiado, Uribe Flórez relata varios hechos .El primero se remonta a la construcción del templo:

"...A principios de 1882, se decidió comenzar a buscar un sitio más propicio para la cabecera urbana del municipio. Era de suma urgencia trasladar el antiguo rancherío a un lugar con mejor flujo de agua y cerca del camino real, que entonces llevaba al convento de Anserma. Los pobladores, en su mayoría indígenas, no lograban ponerse de acuerdo, unos proponían irse a la vereda de Naranjal y otros para el llano de la quebrada Barrigona, situado al lado del cerro Gobia. Sin poder resolver sus diferencias, dejaron la decisión en manos de la Virgen Inmaculada. Así pues, tras largos e infructuosos viajes, recorriendo trochas y atajos, uno de los cargueros resbaló y la Virgen cayó de bruces, punto escogido por los quinchieños para iniciar la construcción de la iglesia y comenzar a levantar los ranchos sin apoyo ni autorización del gobierno caucano".

El segundo hecho fue mencionado para el momento del incendio, en la madrugada del 17 de diciembre, y relatado por un bombero:

".... habla de la problemática que tuvo el carro del cuerpo de bomberos de Anserma llegando a Quinchía. De manera inexplicable se quedó sin luces un carro moderno. Igualmente, antes de entrar al pueblo, en el paraje La Reforma, donde la vía presenta fallas, se le pinchó una llanta. Sin embargo esto no fue impedimento para continuar, el carro es de doble llanta. Por falta de visualización del reductor de velocidad, ubicado al frente del Transbatero, lo cruzaron sin frenar y el vehículo se apagó, casi que no lo vuelven a encender, luego continuaron y en la plazoleta de La Paz se volvió a apagar y no fueron capaces de volverlo a encender, hubo que desocupar el agua que traía, con unas mangueras que botaban mucha agua".

Otras historias dan cuenta de problemas similares que tuvieron los bomberos de Riosucio en su vehículo, acudiendo para auxiliar en la sofocación del fuego. Y hasta se cuenta del extravío de ruta del cura de Anserma, que “no vió la entrada del pueblo y se pasó hasta El Tabor”. En otros sucesos comunitarios, es dable pensar en la angustia de los ciudadanos que dificultan las labores de rescate, lo que se exacerba con la confusión en la extinción de las llamas. Y eso fue lo que ocurrió en el municipio de Quinchía en esa madrugada hace cinco años.

Pero el más curioso evento fue relatado por muchas personas  que se arremolinaban frente al templo incendiado y  que registraban los hechos en sus celulares, anexando gráficas de la tragedia. Hasta fue replicado  ello en las noticias de prensa, como lo relata el autor:

"..... se habla de las fotos que se publican en las redes sociales sobre el incendio del templo, en las que la gente manifiesta que aparecen calaveras, un ángel, un avión y un dragón".

 Es común, alimentando la fantasía popular, que lo supersticioso y fantástico se exagere en las impresiones de la gente, y eso fue precisamente lo que ocurrió, mientras los feligreses y todos los habitantes de esta población de Risaralda lloraban la pérdida de un monumento histórico.

No ha faltado, incluso, que se asocien las tragedias a los abusos o acontecimientos de la violencia fratricida que vivió esta región después del año 1948. En Quinchía, por ejemplo, se recuerda al “Capitán Venganza”, cuyo nombre de pila era Medardo Trejos Ladino, y quien azotó con sus ataques los parajes de este municipio risaraldense .En la población se añade una nueva explicación. Está relacionada con  otros recuerdos, en los que eran protagonistas algunos clérigos de los municipios del centro de Colombia. En el caso específico de Quinchía, no se olvida que "esta iglesia fue epicentro de conflictos políticos durante la violencia, debido  a la implicación de algunos sacerdotes en acusaciones desde el púlpito contra la ideología del partido contrario".

Dentro del campo de la antropología religiosa, todos estos son temas que pretenden explicar el acomodo que se hace de los acontecimientos de la cotidianidad - muchas veces con sentido agorero - a la ocurrencia de catástrofes y en las que se pretende incluir la intermediación divina.

Como se dice popularmente, "de todo hay en la viña del Señor".

PUBLICIDAD

Comenta esta noticia

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net