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Cultura  |  11 diciembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Primera cita

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Un texto de Jason David Grajales Suárez.

-No me gusta el agua dijo, nunca me ha gustado.

Entonces pensé, no le debe gustar del 50 al 70% de su cuerpo, además, la tierra no debe ser su planeta favorito puesto que el 70% también es agua.


Estoy seguro que hablaba solo del sabor insípido y alcalino que presenta el líquido al ingerirse, pero, ahora me cuestiono sobre cómo una persona puede sobrevivir sin la ingesta de este líquido vital; será capaz la gaseosa, los refrescos, el café o cualquier otra bebida de remplazar el mínimo requerido por el organismo para sobrevivir, también, no se puede negar que el agua es tal vez el recurso que más se utiliza en el diario vivir de una familia del común, la ducha, el sanitario, la cocina y el aseo general, sin contar con el consumo de las mascotas y otros animales agropecuarios y silvestres, los cultivos, las flores y la diversidad incomparable de vida acuática, entonces, ¿cómo puede una persona decir que no le gusta el agua?


Es el agua la que se utilizó como vía de transporte por medio de ríos y océanos, comunicando regiones apartadas de difícil acceso para conquistadores y colonizadores en la antigüedad, también servía a la industria de transporte de alimentos y elementos de primera necesidad, tanto así que el transporte de pasajeros y pescadores de regiones rivereñas y marítimas determina la importancia en el crecimiento de las comunidades, y aún en esta época se utiliza como una vía principal de transporte.


le pregunté cómo era posible que hiciera una afirmación tan contundente omitiendo la importancia y el valor de la vida en torno al agua, es más, le insinué de modo sarcástico lo difícil que debe ser la hora del baño para ella y que en ese orden de ideas sería imposible invitarla a algún paseo que implique usar traje de baño, peor aún, en las hermosas tardes de lluvia no resistiría la suave brisa mientras tratamos de buscar refugio al tiempo que las risas nos custodian.


Su reacción a mi pregunta fue el llanto, no paraba de llorar, fue como si un grifo se activara en sus ojos, sus lágrimas salían despedidas en cantidades considerables, seguro que pensé en que podría llenar un vaso con todo lo que expulsaba su lamento, sin embargo, no pude dejar de sentirme culpable por lo que estaba pasando, traté de mejorar la situación, le pedí disculpas por si le había ofendido mi insinuación, pero nada funcionaba, no obstante, no pude dejar de disentir, hasta las lágrimas contienen ese líquido que navegó por mi mente en dicha disertación, aun así, no entendía el motivo de sus sollozos.

Cuando cesó el llanto y con voz entre cortada y jadeante, pudo pronunciar las siguientes palabras que hubiera deseado no oír jamás.


-Mis padres eran una pareja joven, acababan de casarse, querían hacer un paseo familiar y aunque no era la mejor de las épocas, era el único tiempo que había para hacerlo, el invierno arreciaba, yo era una niña cuando mi familia perdió la vida en un río, el vehículo en el que viajábamos se quedó sin frenos y mi padre perdió el control, solo tuvo fuerzas para sacarme a la orilla mientras que el río arrastraba el carro donde aún se encontraba mi madre, creo que se negó a perderla en ese momento, me dijo que esperara allí, alguien vendría a recogerme, en ese instante no lo supe, pero él ya lo tenía claro, no iba a volver por mí, cuando regresó por mi madre nunca más los volví a ver.

-Y como ella a sus padres, nunca más la volví a ver.

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