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Medio Ambiente  |  27 abril de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

En Pijao, investigadores de la UQ descubren nueva especie de rana

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Fotografía: Ana María Ospina, Cristian González y Luisa Fernanda Arcila

Por Nathalia Baena Giraldo y Alejandra Ovalle

El sonido del agua corriendo por la quebrada estaba acompañado por un canto especial, distinto al ya conocido, que marcó una ruta de investigación para lo que algún día fue una simple sospecha. Dos mujeres y tres hombres –todos biólogos– se dedicaron durante casi seis años a recorrer y estudiar los bosques de Colombia y en particular, aquellos encontrados en el municipio de Pijao, Quindío, para entregarle a la biodiversidad del país y a nuestra región, una nueva especie de Rana de Cristal: Nymphargus pijao.

María Paula Toro Gómez, Luisa Fernanda Arcila Pérez y Sebastián Montilla son graduados del programa de Biología de la Uniquindío; Marco Rada y Fernando Vargas Salinas son docentes del programa de Biología de nuestra institución. Ellos, que pertenecen al grupo de Investigación Evolución, Ecología y Conservación (EECO) de la Universidad del Quindío, son los autores del artículo publicado en la revista científica Zootaxa titulado ‘A multidisciplinary approach reveals a new species of glassfrog from Colombia (Anura: Centrolenidae: Nymphargus)’.

Con la descripción de esta nueva especie endémica, se incrementa la diversidad de ranas para el Quindío y para el país. Además, con la nueva integrante de la familia Centrolenidae, el número de ranas de Cristal de nuestro departamento llega a siete especies, de las cuales, dos corresponden al género Nymphargus.

Pistas sobre una identidad confusa

Inicialmente la especie que se pensaba que estaba registrada para el país y nuestro departamento era la Rana de Cristal conocida como Nymphargus griffithsi, también distribuida en Ecuador, cuenta Luisa Arcila, “pero nosotros encontramos una población en Pijao, Quindío y estas ranitas tenían unas características morfológicas muy distintas a las otras que ya conocíamos en el departamento”. Fue ahí cuando inició un primer estudio en el que se analizó el canto, se tomaron datos e información de la historia natural, y a partir de este estudio se obtuvieron las primeras pistas para pensar que podría tratarse de una nueva especie.

“Nosotros sabíamos hace un tiempo que las poblaciones colombianas que llamábamos Nymphargus griffithsi en realidad eran un complejo de especies, en otras palabras, con problemas taxonómicos para establecer cuáles eran los límites de una especie con respecto a otra. Conocíamos también que N. griffithsi tenía ese tipo de problemas y ya algunos autores ecuatorianos y colombianos lo habían mencionado, entre ellos tres de nosotros: Luisa, Sebastián y Fernando, que en 2017 publicamos un artículo científico en el que empezamos a ver cuáles eran las características que tenían en particular esas poblaciones colombianas que estaban bajo un nombre diferente Por ahí inició todo”, comentaron los autores.

El trabajo que acaba de ser publicado incluye evidencia de diferente tipo, por ejemplo, morfología interna y externa, análisis del ADN , e historia natural. Toda la evidencia respalda –tal como lo mencionan– que es una especie nueva, distinta a la que se creía que estaba en el país y el departamento.

A partir del 2017 y con los datos que ya tenían desde el 2016, emprendieron el viaje hacia el interior de las montañas de Pijao. Botas puestas, linternas, cámaras fotográficas, libretas y toda la pasión por estas ranas fueron la indumentaria que les acompañó durante seis años. Fernando Vargas expresó que este trabajo fue bastante colaborativo porque, aunque ya había evidencia en literatura y el profesor Marco tenía datos de la rana, “unimos esfuerzos y habilidades para hoy tener esta nueva especie descrita de una manera tan completa, pues incluye, analiza y describe la evidencia recopilada de los adultos y de los renacuajos”.

Un territorio de anfibios

En el mundo, explicó Marco Rada “tenemos alrededor de 8600 especies de anfibios (ranas, sapos, salamandras y cecilias). Colombia es un país privilegiado, pues en su territorio contamos con alrededor del 10% de esa diversidad, esto es, cerca de 880 especies. Así que nosotros no queríamos sólo conocer una especie nueva, sino mostrar que, reuniendo habilidades, trabajando en equipo y utilizando diferentes líneas de evidencia, podíamos hacer un trabajo completo y una contribución importante para la ciencia”.

Colombia tiene un patrimonio de anfibios invaluable e inmenso, somos el segundo país con más especies después de Brasil, sin embargo, en el caso de las ranas de Cristal nadie nos quita el primer puesto. Los centrolénidos son un componente importante de esa diversidad en el norte de los Andes (Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela). Nuestro país puede tener cerca de 77 especies descritas, sin embargo, aún nos queda por conocer y describir una gran diversidad.

La nueva especie habita, entre otros, en los municipios de Córdoba, Calarcá, Salento y Pijao en el departamento del Quindío, en este último específicamente la encontramos en la quebrada El Impes, ubicada sobre dos reservas, una de orden departamental y otra municipal: Bellavista y Rincón Santo.

Técnica de crianza: una simulación de su entorno natural

Este equipo de biólogos no sólo realizó una descripción de la rana, sino que también describió el desarrollo y la morfología externa del renacuajo, el cual dura 11 meses desde su fase de huevo y su estado de larva, antes de alcanzar la metamorfosis y convertirse en una rana juvenil y luego adulta: “Creamos una técnica mixta de crianza de renacuajos in situ (en el sitio) allá en la montaña, y empezamos a monitorearlos para ver realmente cómo era el proceso de crecimiento y cambio en una rana de Cristal”, contó María Paula Toro.

Las ranas de Cristal se reproducen por fuera del agua en la vegetación asociada a los márgenes de los arroyos. Allí los machos cantan para atraer a las hembras y los huevos son depositados sobre las hojas. Los renacuajos parcialmente se desarrollan en unas masas gelatinosas, pero al cabo de aproximadamente dos semanas emergen del huevo y caen a la quebrada, buscan el fondo y allí completan su desarrollo.

“Cuando encontrábamos una postura de huevos en una de las hojas en la quebrada, donde estábamos estudiando la población, justo debajo de la hoja ubicábamos un recipiente que contenía agua, piedras, barro y hojarasca que potencialmente tendrían los renacuajos al caer al agua. Monitoreamos este montaje cada semana, durante 11 meses. Subíamos cada ocho días a cambiar el agua las piedras y la hojarasca que utilizaban como alimento. Hicimos una simulación de su entorno natural. Los recipientes tenían unos filtros que permitían el flujo de agua para simular el de la quebrada, y el recipiente estaba sellado para evitar potenciales depredadores. Durante el monitoreo revisábamos cuántos renacuajos había y en qué estado de desarrollo se encontraban”.

Uno de sus mayores miedos durante los 11 meses era que un aguacero o una creciente en la quebrada arrasara con todo, pues Pijao es una zona altamente lluviosa. Sin embargo, la técnica dio resultado, pues las características que necesita la especie para desarrollarse son bastante específicas y están justo allá. “Respecto a las características propias de la quebrada, nos referimos a que creemos que existen condiciones de pH, y oxígeno que eran difíciles de recrear en condiciones de laboratorio”, explicó Luisa Arcila.

Al respecto, el docente Rada contó que “muchas veces resulta más sencillo ver las masas de huevos que los renacuajos”. Los renacuajos de los Centrolénidos son muy difíciles de ver e identificar, manifestaron los autores, “ya que sus hábitos son muy diferentes a los de los individuos adultos que viven en el bosque o en la vegetación de las quebradas; de hecho, la mayoría de las especies de ranas de Cristal que conocemos no tienen descripción de la morfología del renacuajo. Gran parte de los problemas que tenemos con los renacuajos de las ranas de Cristal tiene que ver con que son muy difíciles de encontrar porque son fosoriales (i.e., viven en el agua escondidos o enterrados bajo el fondo o debajo de las piedras y están adaptados para vivir y excavar allí donde casi no hay oxígeno), por estos motivos están normalmente fuera de nuestra vista y alcance”. Por eso optaron por la alternativa de simular, a través de una combinación de técnicas de crianza ex situ (en laboratorio) pero adecuándolo a las condiciones naturales locales (in situ) de tal manera que fuera viable monitorearla durante los meses que tardaran en alcanzar su metamorfosis.

Esta técnica de crianza en condiciones naturales también está descrita en el artículo. Dicha descripción puede servir para que en el futuro otros investigadores que estén estudiando los renacuajos de las distintas especies de las ranas de Cristal o de otros grupos de anfibios puedan implementar y replicar esta técnica.

No podemos conservar lo que no conocemos

Para el docente Vargas Salinas es vital conocer cuántas y qué especies están registradas y qué información básica hay sobre ellas, dado que es información fundamental para muchas líneas de investigación en biología. Por ejemplo,“saber que en un sitio hay 10 especies mientras que en otro hay 15 o 20 permite conocer los patrones de diversidad, saber qué zonas del país son más diversas y, por lo tanto, cuáles podrían ser prioridad en términos de conservación. También es fundamental que las personas sepan lo que tienen en su entorno y creen un sentido de apropiación de esa diversidad para ayudar a protegerla. La conservación de especies no debería ser un tema limitado a los biólogos, sino que todos deberíamos procurar hacerlo”, expresó.

“No podemos conservar lo que no conocemos” fueron otras palabras de los investigadores, quienes agregaron que el departamento tiene una posición estratégica para la diversidad de anfibios que tiene el país. “Nosotros estudiamos la biodiversidad, pero también queremos que permanezca, se conserve y esté en la tierra. Cada vez tenemos más presiones sobre los bosques que contienen la diversidad de nuestro país y de nuestro planeta”, concluyeron.

Parte de lo que desean con haber descrito esta nueva especie es eso: darla a conocer y saber que existe, que está asociada a un nombre y que eso ayude a preservar las zonas y bosques donde se encuentra esta rana.

N. pijao: una deuda con la historia

María Paula Toro es oriunda del municipio de Pijao al igual que Sebastián Montilla. Ambos coinciden en que el nombre de la especie se dio por dos motivos. El primero es en honor al grupo indígena de los Pijaos, que fueron los primeros pobladores de estas tierras y de las montañas de los Andes centrales de Colombia. La segunda es porque quisieron hacerle honor al municipio donde se ha recolectado la mayor información de esta especie.

Este nombre también posibilita apropiación, comentó el docente Vargas, pues “para la toma actual de decisiones sobre nuestro territorio puede generar un importante sentido de pertenencia el hecho de saber que tienen una especie que lleva el nombre de sus antepasados y de su municipio. Nos gustaría que esta especie se convirtiera en un patrimonio ambiental de la región”.

Qué sigue frente a la especie y como grupo de investigación

El estudio de la rana continúa. Luisa Arcila dijo, al respecto, que “queremos establecer la categoría de amenaza de la especie, lo cual implica seguir monitoreándola en la zona y tomar datos a largo plazo. Además, queremos hacer la socialización de la rana en las instituciones educativas para que también, desde la pedagogía, se pueda generar consciencia sobre la conservación de esta especie”.

Por otro lado, contó Montilla, que “para complementar toda la apropiación de esta nueva especie tenemos la idea de realizar en el municipio un festival en torno a la rana, para que las personas sepan cómo es su biología, cómo ponen sus huevos, cómo cantan y que se pueda convertir en una tradición anual, ese sería nuestro deseo”. Debemos trabajar de la mano con las autoridades civiles, administrativas locales y regionales para sacar adelante este propósito.

*Tomado del Portal de Noticias de la Universidad del Quindío

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