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Cultura  |  04 julio de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

No hay edad para una aventura a 950 metros de altura en parapente

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Cuando a doña Emma Cecilia De la Cruz, su nieta le preguntó si quería saltar en parapente, no lo pensó dos veces para darle el sí definitivo y con mucha emoción.

En ese momento Manuela Amaya, de 23 años, acababa de aterrizar luego de su tercer salto en varias semanas y su abuela la esperaba en la pista de aterrizaje. Desde abajo doña Emma se deleitaba mirando el vuelo de su nieta, pero nunca se imaginó que cuatro días después ella sería la protagonista del salto.

Cuando Manuela le propuso el vuelo en parapente, lo hizo a modo de broma. Era un sábado por la mañana. Desde ese momento y hasta el miércoles siguiente, Doña Emma, con 82 años de edad, no dejaba de preguntarle a su nieta cuándo sería ese momento. La joven estaba asustada porque no imaginó que el sí era tan en serio, por eso le insistió a su abuela en que lo pensara bien y si se arrepentía no habría problema, lo entendería, pero eso jamás ocurrió.

Mientras tanto, la joven hacía preparativos con el instructor para el vuelo, y enfrentaba a sus tíos, quienes nunca estuvieron de acuerdo en la hazaña que su mamá haría a esa edad.

Por su parte Juan David Rivera, instructor y piloto de parapente, con una experiencia de 14 años volando los cielos colombianos, no le vio inconveniente al deseo de doña Emma y también le dio el sí, no sin antes hacer las preguntas de rutina; edad, enfermedades, lesiones o afectaciones cardiacas. Hasta ese momento nada le impedía a doña Emma cruzar los cielos.

Para el día del salto, estaban más ansiosos sus hijos y la misma Manuela, pues su abuela seguía tranquila y confiada. Salieron desde Calarcá en el carro de la empresa Quindío Extremo, encargada del vuelo en parapente que haría junto a Juan David, el piloto.

El lugar escogido fue la llamada Zona del vuelo de La Línea, en jurisdicción de Calarcá. Allí, con ayuda de personal especializado y mucha calma, a doña Emma le pusieron su arnés, luego le dieron unas cuantas instrucciones básicas, después vino la ayuda para el despegue y listo, a tocar las nubes por un rato.

Manuela se imaginó lo peor para su abuela: un ataque de pánico, histeria, e incluso un desmayo, pero por fortuna nada de eso ocurrió, solo un grito de euforia de doña Emma mientras estaba en el aire, cumpliendo así el sueño de volar a sus 82 años y de la forma que menos lo esperaba.

Versiones encontradas:

Doña Emma dice que el vuelo en parapente duró 4 minutos, y agrega:

“Qué pesar cuando se me acabó el vuelo, fue muy cortico, creí que era más tiempo, pero me pareció muy lindo todo como se ve desde allá arriba, un venteo muy sabroso”.

Pero Juan David, el piloto, dice otra cosa:

“Duramos en el aire unos 18 minutos, que es lo normal del servicio que prestamos, lo que pasa es que ella estaba tan emocionada que no quería que bajáramos y por eso le pareció cortico”.

Por su parte Manuela solo tuvo calma, al igual que su mamá y sus tíos, cuando doña Emma aterrizó. Ahí por fin todos se sintieron tranquilos, y los hijos hombres reconocieron que su mamá resultó más valiente que ellos, pues jamás se atreverían a una aventura de esa altura, y menos a la edad de ella.

“Yo no conozco el miedo, luego de que uno vaya con Dios no pasa nada. Esa fue de las mejores cosas que he vivido”.

Dice doña Emma, asegurando que no dejaba de pensar en que no la fueran a llevar al salto prometido, y eso le habría dado mucha tristeza.

Cuando sus amigas se enteraron días después de la aventura, le dijeron que estaba loca, que ellas jamás habrían saltado en una cosa de esas. Ella solo se reía y les contaba con lujo de detalles lo vivido, y le parecía una lástima que se negaran a algo tan espectacular.

La protagonista:

Doña Emma Cecilia De la Cruz nació en Sevilla hace 82 años pero se vino a vivir con su esposo a Calarcá hace 60. En la Villa del Cacique nacieron sus 4 hijos y 10 nietos.

Enviudó hace una década luego de 53 años de matrimonio con don Juan de Jesús Aguirre Restrepo, un hombre dedicado a labores del campo mientras ella se entregaba a uno de los trabajos más duros y peor remunerados de Colombia; ser ama de casa.

La que es dama repite:

Luego de haber estado a 950 metros de altura volando en parapente, doña Emma, que pereciera no temerle a nada, confiesa qué sí tiene sus miedos y límites, por ejemplo montarse en una moto, “les tengo el pánico”, asegura.

¿Entonces se volvería a tirar en parapente?

"claro que sí, cuantas veces pudiera. La edad no es impedimento".

Doña Emma, ¿Se tiraría en paracaídas?

"Si pudiera tirarme sí, claro. Pero eso solo lo hago si voy acompañada de Manuela, mi nieta, sino, no me tiro".

Les compartimos el video de doña Emma Cecilia De La Cruz mientras volaba en parapente: https://www.instagram.com/reel/CtAessJJM-j/

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