Como parte de la 54ª reunión anual del Foro Económico Mundial, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible Susana Muhamad, fue contundente al afirmar que hay que detener las emisiones de Gases Efecto Invernadero y para poder lograrlo se debe frenar la dependencia de los combustibles fósiles, para proteger al planeta y pensar en renovar el modelo económico actual.

La ministra fue invitada especial al panel “Mantener la Vida en la Tierra” donde abordó, además, la importancia de la inclusión social en la construcción de bioeconomías basadas en los conocimientos locales y entender los retos y realidades regionales al enfrentar los desafíos del cambio climático, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua e incluir la voz de las comunidades en los procesos de toma de decisiones.

“Tenemos que detener la emisión de Gases Efecto Invernadero, pero esto significa que tenemos que hacer frente a la situación de los combustibles fósiles. Llevamos 30 años en las Conferencias de las Partes para poder decir políticamente que el combustible fósil costó el cambio climático. ¿Por qué? Porque todos dependemos de este sistema de capital que ha sido capaz de producir gracias a ese recurso de la energía” comentó la ministra de Ambiente, Susana Muhamad.

Adicionalmente, enfatizó en la importancia de desarrollar una educación transformadora, contextualizada e informada, que permita evidenciar los desafíos a los que se enfrenta el mundo, que movilice a las personas para actuar y salir de las burbujas que los separaran de lo que está viviendo el planeta, en torno a las emisiones de GEI, que cada vez más incrementan la temperatura global.

“Si descarbonizamos significa otra forma de vivir, y deberíamos poner la naturaleza en primer lugar, en vez de empezar a pensar en vivir en otro planeta, cuando tenemos el sistema ecológico que nos permite vivir desde hace millones de años” afirmó.

La intervención de la ministra Muhamad, se suma al llamado del presidente Petro, quién en este mismo espacio aseguró que es fundamental crear un mecanismo financiero que permita a través del canje de deuda por acción climática, enfrentar los efectos del cambio climático en los países de renta media y baja.

En el caso de Colombia, necesita un flujo de 2.500 millones de dólares año, para lograr revitalizar el espacio ya deforestado y posicionar una bioeconomía con la selva y no contra ella.