Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

Fui invitado al acto conmemorativo del centenario del natalicio de Jair Londoño Torres, en la casa de la cultura “Horacio Gómez Aristizábal” del municipio de Córdoba, Quindío.

Un acto sencillo y solemne al cual asistieron, exalcaldes del municipio cordillerano como Humberto Turriago, el alcalde actual Guillermo Andrés Valencia, la familia Álvarez, hijos del ilustre educador Javier Álvarez, en los años treinta del siglo pasado y, otros prestantes hijos y residentes en este verde y bello territorio Quindiano.

El acto de conmemoración del natalicio de Don Jair Londoño, una historia y a través de ella un recorrido por la historia de Córdoba, a través de relatos que pasan de generación en generación, fotos familiares, cuentos populares, canciones, etc. Narrativas que recogen un poco el pensamiento del historiador francés del siglo XX, Marc Bloch, quien definió la historia como “ciencia de los hombres en el tiempo “.

Un ser multifacético que dejó huella en su municipio que lo vio crecer y lo reconoció como ciudadano distinguido por sus aportes en lo cultural, en lo social y en lo político.

Jair Londoño Torres fue un hombre que hizo historia y con él quedaron bien marcadas improntas de su recorrido como artista a través de la música, sus bellas composiciones, el tañir de la guitarra y su prodigiosa voz de cantante popular, acompañado de sus hijos Rubén Antonio y Julieta, con quienes conformó el grupo musical “trio añoranza” para el deleite de los cordobeses en muchas de sus celebraciones familiares y colectivas.

De sus delicadas manos, su prodigiosa creatividad y su extraordinario talento, quedaron pinturas al óleo y obras de arte tejidas con guadua y madera, destacadas varias, entre ellas, una réplica de la Basílica de Buga; pinturas y obras que se exponen en la Galería de arte Flor del café; galería ubicada en la finca Villa Rosita, en la vereda Bella Vista, al frente del Centro Experimental de la Guadua, cuando apenas se inicia el recorrido por un exuberante y hermoso paraje, un túnel natural conformado por gigantescos samanes apostados a lado y lado de la vía, sembrados  y cuidados con dedicación, hace más de setenta años, por las acuciosas y delicadas manos  de Don Jair y los miembros de su preciosa familia. 

Como tradición oral, acompañado de una de sus hijas, dejó transcrita buena parte de la historia, como legado para su municipio, el libro: “Córdoba: sus gentes y sus hechos”, texto que impresiona por la memoria, la descripción detallada de las familias que habitaron la parte rural y urbana; vereda por vereda, finca por finca, casa por casa, como primera cartografía del municipio, hecha predio por predio, y todos los integrantes de cada   familia con nombres y apellidos de padres e hijos, hombres y mujeres como si se tratase de un detallado censo poblacional.

Un hombre multifacético, verdadero autodidacta, con escasos 3 años de estudio, dio rienda suelta a su enorme memoria y su inmensa descripción narrativa, un hombre de una vasta cultura, una sensibilidad sin límites y un profundo amor por su tierra en su denodado liderazgo como hombre del campo y líder agrario, y como artista de muchísimos y sobrados quilates.

Jair Londoño Torres fue un campesino quindiano hijo de Bárbaro y Clementina, el octavo de doce hermanos, nacido en Calarcá, pero, a la edad de un año llegó a vivir al municipio de Córdoba, por lo que la reconoció como su patria chica. Contrajo matrimonio con Ana Rosa Restrepo Ruíz y de esta unión nacieron 10 hijos: 5 hombres y 5 mujeres, familia prolongada con el nacimiento de 27 nietos y 23 bisnietos.

De tan importante acto, de tan exquisita celebración, participaron otros ilustres ciudadanos, entre ellos, algunos hijos del ilustre educador: Javier Álvarez Duque, quien fuera el fundador del primer colegio de carácter privado, colegio Simón Bolívar, con nomenclatura actual: carrera 10 N°15-05; casa donde vive el actual secretario del concejo municipal, el señor Néstor Carrillo.

Fundar un colegio mixto en los años treinta del siglo pasado, no solo era un acontecimiento único, sino, adelantado en el tiempo; de hecho, mal visto por la iglesia y las familias tradicionales de mentalidad pacata, muy características de la época; solo a finales de los años ochenta se implementó, oficialmente, este tipo de instituciones educativas. En su honor se colocó el nombre de la biblioteca municipal.

Pude conocer detalles de la obra educativa de su señor padre y otros asuntos de la historia no contada de este municipio, a decir de ellos, “prohibida”, en charla informal, alrededor de un café, con sus hijos, Wilson Álvarez, hombre de prodigiosa memoria, buen contertulio, quien reside en Estados Unidos y, Jairo Álvarez, talentoso artista, residente ahora en Calarcá, gran pintor y caricaturista de renombre nacional e internacional.

Y, hablando de educación en Córdoba, a comienzos del siglo XX, no se puede pasar por alto que, el ilustre poeta, Baudilio Montoya reconocido como poeta Calarqueño, pero nacido el 26 de mayo de 1903  en Rionegro Antioquia y, fallecido, en Calarcá Quindío, el 27 de septiembre de 1965, hizo parte de los primeros maestros que llegaron a este pueblo, cuando apenas  era corregimiento de Calarcá.

En los escritos y documentos que se conocen del municipio de Córdoba se habla de ilustres personajes nacidos allí como el jurista y penalista de reconocimiento nacional, Horacio Gómez Aristizábal, nacido el 6 de enero de 1.931; la casa de la cultura, lleva su nombre, una hermosa casa esquinera, una cuadra arriba de la plaza principal, por el mismo costado de la alcaldía.

Se destaca también como ciudadana cordobesa la distinguida señora Lucella Osman de Duque Llano, quien fuera Congresista del partido conservador y varias veces embajadora en la República Europea de Rumanía.

De este municipio, se reconoce como tal al autor del himno, el ilustre ciudadano: Hearly Sabogal Tamayo, quien todavía reside en la parte urbana de esta zona cordillerana, traído a vivir a este terruño a la edad de 5 años, por sus padres, provenientes del corregimiento la primavera del municipio de Bolívar del Valle del Cauca, hijo de la poetisa María Elvia Tamayo Tabares. En amena charla con Hearly pude conocer un importante documento escrito o, carta, de puño y letra del señor Hébert Jiménez Gallo, dirigida al ciudadano Cordobés, Gustavo Ramírez Aristizábal, en la cual refiere como año de fundación del municipio de Córdoba: 1.911, más exactamente, entre el 3 y el 11 de junio de 1.911, y no, la referida en otros escritos y reconocida oficialmente como el 1 de noviembre de 1.912.

La encerrona o el encierro

Lejos está Córdoba, hoy, del hecho que perdura en la memoria colectiva de su pueblo, sobre todo, de los adultos mayores vivientes, relacionado con la violencia de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, más conocida como la violencia partidista y específicamente de un abuso de autoridad violatorio en grado sumo de los derechos humanos, en esa época, conocido como el encierro o la encerrona, por allá en noviembre de 1.957.

El ejército, por orden superior, concentró, intimidó, a toda la población, niños, jóvenes, adultos, ancianos, hombres y mujeres, todos, en un encierro de ocho días, en la plaza principal, sometidos al hambre, al sol y al agua, sin poder moverse de este sitio, ni para las necesidades biológicas, pues, nadie pudo regresar a sus casas durante esa semana, las cuales debieron desocuparse y dejarlas a puerta abierta, para el registro del ejército. Hecho narrado por tradición oral, y registrado en pocos documentos, del cual da cuenta don Jair Londoño en su libro, citado (pp. 118-121) y en el libro: Crónicas Quindianas, de Libaniel Marulanda, en una de sus crónicas: “Noviembre de 1.957: el encierro de Córdoba Quindío, una historia prohibida” (pp. 239-245).

(*) Magister en Ciencias Políticas

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