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Columnistas  |  17 junio de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Julián Andrés Arcila Cardona

Miedos y realidades

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Julián Andrés Arcila Cardona

A partir del próximo 7 de agosto Colombia sufrirá un cambio extremo. El presidente Juan Manuel Santos, que apostó su capital político durante ocho años, no tendrá un sucesor de su línea; quien llegue a la Casa de Nariño dará un vuelco total al presentar un plan de gobierno totalmente distinto al desarrollado en el último periodo. Y esa anunciada transformación genera incertidumbre.

Por un lado, Iván Duque, de ser elegido presidente, buscará desaparecer las cortes del país para crear una súper corte con diversas tareas, que según analistas, beneficiará jurídicamente a los uribistas que pagan condenas o que están siendo investigados, uno de ellos el senador Álvaro Uribe Vélez. Otro gran cambio que haría Duque sería el de echar a perder lo alcanzado con el proceso de paz con las Farc; a sabiendas de que los exguerrilleros no aceptarán las condiciones del nuevo mandatario seguramente se presentarán deserciones y persecuciones violentas y sangrientas, con temibles consecuencias como un nuevo conflicto armado.

Pero no es solo eso. Luego de la experiencia vivida por el país durante los ocho años de gobierno de Uribe se sabe perfectamente que la constitución no es un impedimento para él cuando de perpetuarse en el poder se trata. Que si algún personaje no es de su agrado o le contradice, la persecución, las amenazas y hasta la muerte son los instrumentos. Que los montajes son necesarios para mostrar resultados y que la desigualdad social no es un problema, sino una decisión de los pobres.

Por el lado de Petro los grandes cambios –que generan mayor temor- se presentarían en materia económica. Tanto la creación de la banca pública, como el dejar de depender del petróleo y del carbón para pasar exclusivamente a una economía basada en la agricultura, configurarían un cambio de tal magnitud que hay quienes dicen que habría pánico económico y se presentaría fuga de capitales. Otros creen que por la cercanía que tuviera Petro con Chávez en el pasado automáticamente, en un eventual gobierno del candidato de izquierda, Colombia terminaría en la misma situación que Venezuela. Y la palabra expropiación se volvió moda para relacionarla con Petro.

Sin embargo, los miedos distan mucho de la realidad; porque mientras Gustavo Petro ha dado la cara para aclarar, para explicar, incluso para firmar compromisos en mármol de manera simbólica, como lo hiciera con Antanas Mockus y Claudia López, Iván Duque se escondió en el tramo final de la campaña presidencial, no quiso asistir a los debates y en lo que ha mostrado refleja fielmente que los temores sobre un gobierno suyo son reales.

Mi voto será por Gustavo Petro, no porque yo sea de izquierda, ni porque crea que el exalcalde de Bogotá es el mesías, sino porque me da pavor cuatro años de venganza del uribismo, de persecución a la oposición, de opresión al periodismo, de despojo y desplazamiento a campesinos. Como lo dijera un tuitero hace poco: el miedo a Petro es hipotético, el miedo a Uribe es empírico.

 

 

Twitter: @JulianArcila88

e-mail: [email protected]

 

 

 

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