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Editorial  |  12 noviembre de 2021  |  12:00 AM

Los fantasmas de La Minorista

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El silencio, la soledad y el abandono arropan diariamente las instalaciones de la plaza Minorista de Armenia, sitio en cuyos corredores y más de 600 locales desocupados habita el frío de una lúgubre y extraña energía que lo mantiene en estado deprimente, agónico y sin esperanzas.

Una dama entrada en años, habitante del barrio Quindío, cerca al antiguo Estadio San José, nos dijo tajantemente que la Minorista había nacido muerta, que el sitio en donde fue construida estaba maldito, que los fantasmas de las víctimas de la toma del Batallón Cisneros por parte del M-19 el 18 de octubre de 1985 y del terremoto del lunes 25 de enero de 1999 no han cesado de deambular por los vacíos y húmedos pasillos y locales de la plaza de mercado.

Hay fantasmas en La Minorista. Sí, pero fantasmas de carne y hueso, esos que desde 1999 cuando no había dejado de temblar ya estaban al acecho de los recursos para la construcción de elefantes blancos.

La galería central de Armenia, sitio emblemático a donde llegaban los armenios y quindianos desde los cuatro puntos cardinales de la ciudad y del departamento a realizar sus mercados, fue demolida por las condiciones en las que quedó después del sismo de 1999 que sacudió la región. Para darle solución a los miles de comerciantes que habían quedado en la calle, el Fondo para Reconstrucción del Eje Cafetero destinó más de $5.000 millones de pesos para la construcción de una plaza de mercado, entonces nació la Minorista al occidente de Armenia en el lote ocupado por muchos años por el Batallón Cisneros.

Desde su inauguración hace ya 15 años, noviembre de 2006, la plaza Minorista de Armenia empezó a presentar problemas, aunque fueron asignados más de 650 locales, el proceso de préstamos para que los comerciantes se instalaran en la plaza fue lento y muchos no alcanzaron a llegar. Y si el 93 por ciento de los locales fueron asignados, hoy la pirámide está invertida, es decir más del 93 por ciento de los locales están desocupados.

La visión de entonces, de convertir la plaza en punto de desarrollo económico para los pequeños y medianos empresarios de Armenia resultó todo un fracaso desde sus primeros años de labores.

A los gobiernos de David Barros Vélez, Luz Piedad Valencia Franco, Carlos Mario Álvarez y Óscar Castellanos Tabares ese elefante blanco llamado Plaza Minorista de Armenia se les creció. Las irregularidades en su construcción les ganó la partida. Fueron inferiores al reto de organizar a los comerciantes en un lugar fijo, al parecer les era más rentable para sus intereses politiqueros mantenerlos en las céntricas calles de la ciudad que organizarles un lugar agradable tanto para ellos como para los consumidores.

Pero tampoco pudieron la Contraloría, ni la Procuraduría en donde las denuncias por sus fallas de construcción no se hicieron esperar. El Tribunal Administrativo del Quindío desde el 2014 en el gobierno de Luz Piedad Valencia insistió en las demandas para reparar las fallas, entre ellas la cubierta y las partes por donde se filtraba el agua lluvia. Insólito que, en el 2019, cinco años después, el Tribunal Administrativo del Quindío de nuevo insista en la reparación de la cubierta. Las obras supuestamente fueron entregadas. Más insólito aún, las fallas continúan en la actualidad después de las grandes inversiones que se han hecho, los fantasmas de carne y hueso al parecer insisten en sacarle más provecho al elefante blanco. No hay otra explicación.

Las fallas de la construcción que a la fecha se reflejan en el deterioro de los muros y columnas llenas de humedades y lama, en las inundaciones de corredores y sobre todo en la estética de los locales que sin ningún sentido de responsabilidad se reforman con cualquier material, algunos, y otros prácticamente están en el suelo, es la muestra que los fantasmas de carne y hueso habitan La Minorista.

A ello se le suma la negligencia, la desidia. Los entes gubernamentales correspondientes ni siquiera prestan atención a las medidas higiénicas que obligatoriamente se deben mantener en los pocos locales que atienden el poco público que llega a la plaza. Esos pocos comerciantes que siguen aguantando, que no han perdido la esperanza merecen respeto, es decir tener las condiciones adecuadas para operar. “No nos quieren aquí o necesitan la plaza para otro proyecto”, dijo uno de los comerciantes del lugar. “Y si no cómo se explica uno que se inventen una ciclo-vía los domingos en la mañana con la que cierran todas las entradas a la minorista; todo mundo sabe que los domingos en la mañana una gran mayoría de gente madruga a hacer mercado, nos quitan los pocos clientes que nos visitan”.

Dicen muchos de los comerciantes que además los programas que la administración propone con jornadas de mercados comunitarios no solucionan en nada los grandes problemas de la plaza que requiere de una mano fuerte, decidida y comprometida que le cambie la cara a la Minoristas y en ese proyecto se dé verdaderas soluciones a la crisis que se vive en el centro de la ciudad con los vendedores ambulantes a quienes, paradójicamente, una acción popular en su contra los mantiene más firme en las calles de Armenia.

A principio del año en curso el alcalde de Armenia José Manuel Río Morales indicó que su administración estaba comprometida con la reactivación de la Plaza Minorista. Se habló del proyecto que desde octubre de 2020 estaba radicado en el Departamento para la Prosperidad Social, DPS por más de $5.200 millones de pesos.

Según el alcalde el proyecto se encontraba en la fase 3 y reposaba en el despacho de Susana Correa, directora del DPS. En el mismo se planteaba la “remodelación del primer nivel en 3 pabellones: de frutas, comidas, granos y baterías sanitarias. Pretende un espacio de renovación urbana en la parte exterior en zonas verdes, parqueaderos, placita campesina, zona de carga y descarga, además de un acceso peatonal y una fachada más atractiva”. Se habló de paraderos de Amable, del traslado de Setta y de muchas otras remodelaciones al interior y exterior de la plaza.

Termina el año 2021 y la Plaza Minorista de Armenia avanza a pasos agigantados, de elefante en su deterioro. Recorrer las instalaciones de la plaza, sus espacios, sus locales y pasillos, esa mole de cemento y de ladrillos abandonada a la buena de Dios, produce no solo vergüenza ajena y más que tristeza, náuseas al analizar la clase de dirigentes que nos tocó, con los que Armenia acusa un retraso de más de 20 años.

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