En El dulce poder, un documentado libro escrito por el equipo periodístico de La Silla Vacía, se registra en detalle las censurables maneras usadas por los políticos tradicionales para ganar elecciones y ascender en los peldaños del poder local y regional. Una de ellas es la de entablar un vínculo de mutuo beneficio con la prensa. A saber, los aspirantes o los mandatarios se alían con periodistas para convertir sus gestiones, “logros” o promesas en temas noticiosos o de opinión. La ciudadanía quindiana presencia un ejemplo de dicha práctica perniciosa: desde hace unos cuantos meses en las páginas de La Crónica del Quindío han aparecido publirreportajes a favor de la Uniquindio, firmados por funcionarios de la actual rectoría, disfrazados de columnas de opinión. De esa manera, como por arte de magia, el vicerrector Polanía, considerado por muchos el verdadero mandamás de la Universidad, y otros altos cargos se han convertido en “líderes de opinión”. ¿Qué función tienen estas columnas? La de lavarle el rostro a una administración manchada por escándalos, denuncias e investigaciones.

La gota que colmó la paciencia de la comunidad académica fue la publicación del artículo “Necesaria humanización”, supuestamente redactado por la actual decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Bellas Artes, la expintora convertida en burócrata Mildred Eugenia Gutiérrez. En el aludido texto se habla de pensamiento crítico y de la búsqueda de soluciones a los problemas del país. Lo confieso: al leerlo no pude contener la risa. A Mildred se le olvida que uno de los acuciantes dilemas del mundo de hoy es el de la crisis de credibilidad de las instituciones democráticas. ¿A qué se debe ello? Entre otras cosas, al clientelismo que se traduce en el nombramiento de personas no idóneas en roles importantes. Mildred llegó al puesto de decana sin haber recibido un solo voto de estudiantes ni profesores. En otras palabras, una auténtica paracaidista. Recibió la misión de dirigir el presente de la facultad después de una mediocre gestión en el programa de Artes Visuales: le bastaba a La Crónica del Quindío revisar sus archivos para encontrar notas de paro y plantones de estudiantes inconformes con el trabajo de la señora.

El problema de fondo consiste en que a la actual rectoría no le importa demasiado el futuro de la Facultad de Ciencias Humanas y Bellas Artes. De no ser así, ¿de qué otra manera se explica que tras la polémica decanatura de Pedro Felipe Díaz nombraran a Mildred Eugenia Gutiérrez? Ambos, profesores de planta, repito, asumieron el cargo luego de una labor gris al frente de sus respectivos programas. El historial de Díaz en la Uniquindío está lejos de ser exitoso. Siendo profesor de Comunicación social se le asignó la dirección de la Ufm: su periodo es recordado por los radioescuchas y por las personas cercanas a la emisora como uno de los peores, sino el peor, de su historia. A tal punto llegó el desatino de Díaz que el rector de entonces decidió salvar la Ufm quitándosela al programa de comunicación social. No es este el único chasco en su carrera profesional. Ejerciendo funciones de director del programa de comunicación social el ministerio de educación le suspendió por un semestre el registro calificado a la carrera.

¿Por qué a este tipo de oficinistas se les confiere semejante responsabilidad? ¿Por qué La Crónica del Quindío cohonesta estos exabruptos brindándoles espacios en sus páginas, al lado de firmas importantes de la literatura regional? ¿Por qué durante la pasada campaña electoral de la Uniquindio La Crónica le brindó al candidato rector todos los reflectores mientras ninguneaba a su competidora? ¿Otro ejemplo de la relación maligna de los medios de información con los poderes locales? ¿Para esto marcharon los estudiantes el año anterior: para consolidar micro-poderes ineptos, cimentados en el amiguismo?