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Columnistas  |  21 julio de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Juan David García Ramírez

El Foro de Sao Paulo, cofradía de tiranos

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Juan David García Ramírez

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La capacidad organizativa y de ejecución de la izquierda alrededor del mundo, es encomiable y digna de aplauso. Aún con la realidad actual como corriente contra la cual deben remar, se mantienen con su plan A, B, C y todos cuantos sea posible diseñar. Mancur Olson, el autor de La Lógica de la Acción Colectiva, se sorprendería al ver cómo los revolucionarios comunistas resistieron la derrota al final de la Guerra Fría, por cuenta de la democracia liberal, gracias a su habilidad para mantener prácticamente intacta la cohesión dentro de los partidos, movimientos políticos, sindicatos, organizaciones terroristas, plataformas de reivindicación de intereses de minorías étnicas y sociales, y demás iniciativas de tipo colectivista que buscaban y, aún hoy, procuran el fin de la sociedad capitalista. A este componente, digámoslo racional, se suman el pragmatismo, el misticismo y la mentalidad de largo plazo.

El Foro de Sao Paulo, creado en 1990 en Brasil e impulsado por el Partido de los Trabajadores de ese país, tenía el cometido de replantear la razón de ser de la causa revolucionaria en América Latina, justo después del gran golpe que para ésta supusieron la caída del Muro de Berlín y el fin del imperio soviético, junto con la apertura de China a la economía de mercado. Desde el punto de vista ideológico, la derrota del Comunismo fue indiscutible. Y en el plano material, el colapso de la Unión Soviética condujo a la gravísima crisis económica de la dictadura castrista, con lo cual los grupos guerrilleros latinoamericanos, hijos de la Revolución Cubana, vieron condicionada su capacidad logística para sostener la lucha armada, lo que los llevó a incursionar en el lucrativo y estratégico negocio del narcotráfico. Aquí es donde se compaginan ese sentido práctico, la visión mística de su proyecto político, la adaptación al escenario internacional del momento y la convicción de poseer una ética propia, que es la ética revolucionaria.

Mientras los líderes e intelectuales liberales de finales del siglo XX se sintieron triunfantes, el Foro de Sao Paulo se preparó para la toma del poder en el XXI, utilizando las virtudes y defectos de la sociedad abierta, que para Mao Tse Tung y Lenin, fundamentalmente, reproduce la voluntad de un adversario débil y decadente: El orden burgués. Después de perder el poder en Brasil, Argentina, Ecuador y Chile, y de no conquistarlo en Colombia, así como luego de destruir totalmente a Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras y auríferas del planeta, el Foro de Sao Paulo anuncia su regreso recargado, con la reunión del próximo 25 de Julio en Caracas. Entre los puntos principales de su agenda están, desde luego, respaldar sin complejos la narcotiranía chavista y el régimen orteguista en Nicaragua, apalancar a López Obrador en México (su partido, el PRD, forma parte del Foro), quien cuenta con el espaldarazo de la oligarquía cubana, e insistir en las más diversas tácticas en Colombia, para que la Alianza Verde (ex M-19), Petro y el partido FARC, todos ellos actores muy relevantes de ese grupo de presión, se consoliden como alternativas viables de poder en los próximos años. El totalitarismo no renuncia, es disciplinado y persistente. Las fuerzas democráticas de América Latina tendrán que ser superiores a esta gran amenaza para la estabilidad regional y las libertades de todos, y actuar con urgencia para vencer nuevamente en este momento crítico de nuestra historia.

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